Capítulo 16.

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Estaba acostada, la sensación de las telas que me rodeaban me hacían pensar que estaba en una cama, entre sábanas. Pero no notaba de quién era la cama, o cuando me había acostado.

En realidad, solo notaba y distinguía oscuridad.

"Por supuesto, idiota. Tus ojos están cerrados" se quejó mi conciencia.

Tomé ese mensaje en cuenta, y lentamente comencé a separar mis párpados.

Una brillante luz blanca obstruyó mi campo visual e hizo que cerrara los ojos, fruncí el ceño y cubrí mi rostro con mis manos.

—Hey, hola dormilona—dijo una voz femenina, que ya conocía bien.

—Hola Rai—respondí, con mi voz ronca— ¿En dónde diablos estoy?

—Bueno...—espetó, en un tono agudo, que indicaba que trataba de ocultar algo.

—Raini—dije, severamente, como cuando una madre regaña a su hija para que diga la verdad.

Escuché un suspiro de rendición de su parte, y aunque no la vi, supe que viró sus ojos.

—Ni siquiera sé por qué intento estas cosas por tu bien si luego me retas— musitó, entre dientes—. Estamos en un hospital, Laura.

Inmediatamente, abrí mis ojos como platos, y la luz dañando mis ojos me importó un comino.

— ¡¿Cómo que estamos en un hospital?!—grité, sorprendida.

—Shh—siseó—. Cálmate, hay gente que quiere dormir, o está en un peor estado que tú, incluso—hizo una mueca de tristeza.

Para ese momento, mi vista ya se había adaptado a todos los tubos fluorescentes que nos rodeaban. Observé un poco el lugar y era la habitación de hospital típica, que me causaba escalofríos, solo porque sí.

Volví mi mirada a los ojos de mi mejor amiga, y le pregunté:

— ¿Cuál es, exactamente, mi estado?

La chica de cabello rizado frunció el ceño. Notaba todos sus tics nerviosos, jugueteaba con sus manos, miraba hacia todos lados y no podía estar completamente quieta. No pude negarme a mí misma que la situación me preocupaba.

Tardó bastante tiempo en articular una respuesta.

—Creo que...—inquirió, dudosa—creo que no soy la indicada para responderte eso.

Esa frase aumentó el nivel de mi preocupación, ¿qué cosa tan grave podía haberme sucedido como para que ella no me lo pudiera explicar?

Probablemente me había vuelto más pálida de lo que ya era a causa de aquello. ¿Tendría una enfermedad grave? ¿No podía tener hijos? ¿Iba a perder todo mi cabello? O, incluso peor, ¿Podría quedarme sorda de un día para el otro sin explicación alguna?

Maldije a mi mejor amiga en mi mente, ya me hacía especular estupideces.

Ella debió haber notado mi pequeño ataque de pánico, porque habló segundos después de que éste comenzó:

—Laura, tranquila. No hay nada que te cause demasiado daño, no tienes que preocuparte—me aseguró, mirándome a los ojos—. Es sólo que, bueno, yo no vi lo que te sucedió con mis propios ojos y preferiría que te aclare las dudas alguien que vivió los hechos.

Alcé las cejas, la formalidad en sus palabras me sorprendió, ¿acaso yo había pasado tanto tiempo inconsciente de las cosas que Raini había decidido leer diccionarios? Porque, aunque ella hablaba bien, no era de las personas con un vocabulario estupendamente apropiado o sofisticado. También me pasó por la cabeza que habló así porque todo lo que me comunicó fue estudiado y analizado cincuenta millones de veces en su cabeza antes de que ella me lo diga.

Tightrope. || Raura. || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora