¿Qué Pasó?

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«¿Qué pasó que ya no hacemos el amor con tanta sed? Que al hacerlo no lo hacemos igual que ayer.
¿Qué pasó que nos dejamos de querer?» Hansel Camacho.

No todas las buenas historias son felices en su totalidad.
Siempre he sabido que para saber vivir, hay que reír, llorar, ser feliz, sufrir, amar, odiar, en fin.
He ahí la esencia del ser humano, en que puede tener todas las emociones y aun así mantenerse firme y con la frente en alto.
No niego en que hay casos, de personas que se dejan invadir tanto de tristeza y sufrimiento, que pierden el rumbo y toman la decisión de acabar con su vida y todas las cosas que hay en ella.

Les hablo ahora varios días después de mi aniversario de seis meses con mi Muñeca y las cosas antes, durante y después de ese día empezaron a cambiar. Les haré un pequeño resumen:

El día que me enteré que Perfumes es la novia de mi hermano, me di cuenta que sin importar que tenga un sentimiento de desprecio hacia ella, siempre recordaré todo lo que hicimos y eso causará en mi una erección bien cabrona. A causa de eso le hice conocer a mi Muñeca el lado salvaje que tengo a la hora de tener relaciones sexuales.
Siempre me ha encantado su cuerpo y verlo desnudo me fascina mucho más, así que yo mismo diseñé un plan para poder aferrarme a ese cuerpo de diosa.
En qué consiste el plan, simplemente es aprovechar cada oportunidad de soledad para hacerla mía, disfrutar su cuerpo y el placer qje me brinda, ampliar mis experiencias en lugares que pocos han experimentado y atraparla más, para que nunca una buena dosis de mi le vaya a faltar.

Después de la cocina de mi casa, saltamos a su consultorio, donde semanalmente yo irrumpia con mi falo al aire y la convencía de hacer lo que me disponía hacer.
Me encanta verla con su bata de doctora, me encanta cuando se tapa la boca para ahogar sus gemidos, el nuevo uso que le dimos al escritorio y a la camilla.
De ahí pasamos a la pensión donde vive, ella es de la tierra de la bandeja paisa, estudia aquí porque así lo quiso el destino. Lo interesante de la pensión es que vive una tía de ella y obviamente, no puede llevar novio.
Lo hicimos en su cuarto, hicimos el amor de una manera tierna y apasionada, pero hacerlo en el cuarto de la tía fue lo mejor, fue adrenalina pura. Me hubiese gustado más haerlo en el cuarto de su tía, pero nunca se presentó la oportunidad.
Lo hicimos en el hospital, ella me acompañaba a los controles y a las terapias, era más factibles en las terapias, pues buscaba la hora exacta donde estuviesen ocupados y ella se ofrecía a ayudarlos pues, "sabía que hacer".
Mi lugar de trabajo, su universidad, mi universidad, un parque, un estacionamiento, el carro de mi hermano, el baño de un bar, el baño de un centro comercial, etc.
Fueron muchos lugares en los que estuvimos teniendo relaciones sexuales y por eso creo que todo cambió, pues cambié mi forma de amarla y basé nuestra relación en sexo.

Me desenfoque del objetivo principal, amarla y respetarla, hacerle saber que siempre iba a estar para ella, que podría contar conmigo en todo momento.
No me percaté por el simple deseo de hacerla mía, por el deseo de tenerla siempre entre mis brazos, de sentirme dentro de ella y que me sintiera en lo más profundo de su ser.

Ella me lo hizo saber el día que quería hacerla mía y me esquivó, me rechazó muchas veces antes de gritarme:

«¡NO, YA BASTA!»

Nadie me había gritado así, ninguna mujer, solo gemian fuerte y ya. Después de ese grito vino su monólogo.

«Desde el día que me lo hiciste en la cocina de tu casa no has parado de convencerme de hacerlo en todos lados.
Me gusta hacer el amor contigo, pero tu has trascendido más allá y lo has convertido en perversiones, en tus fantasías.
No te niego que las disfruto, no te niego que me encanta estar contigo y sentirte dentro de mi, pero esa no es la idea de relación que siempre he querido.
En un principio todo era hermoso, compartíamos, nos conocíamos cada día, eramos amigos, pareja, confidentes, amantes, pero este comportamiento tuyo me deja mucho que pensar, me da la impresión de que solo me tienes como un objeto sexual.
Te amo, pero esto no puede mantenerse así.»

Después de eso se despidió con lágrimas en los ojos y diciendo:

«Vuelve a ser el hombre por el que me enamoré y deja de ser la bestia sedienta de sexo que cree que me enamora.»

La verdad, nunca se me había arrugado el corazón, no había sentido la verdadera tristeza que te da el amor, esa que se siente como si te arrancarán una parte de ti.
En el preciso instante que se marchó mi mundo se desmoronó, no supe reaccionar, solo me senté y me puse a pensar en lo que dijo, tenía razón, la transformé en un objeto sexual, la traté como una vagina del montón.
Pero es la única vagina por la que me desvivo, la única vagina por la que merece que yo sea alguien mejor, por la que debo cambiar.

Han pasado varios días, solo hemos hablado a distancia, nos hemos comunicado por teléfono y redes sociales, no me permitido verla, pues preparo la mejor sorpresa del mundo, una sorpresa que hará trascender esta relación y mi forma de comportarme, que me hará adquirír responsabilidad en lo que deseo para mi vida.
Pero antes debo hacer una consulta.

«Hermano.» dije.

«¿Qué te duele?» preguntó.

«¿Aprecias mucho las cosas valiosas verdad?» pregunté.

«Claro, si costó bastante dinero y es algo que se quiere con ancias o se dará con el corazón, por supuesto.» respondió.
«¿Por qué, que me regalaras?» agregó.

«A ti nada, pero, ¿Cómo se le vería esta sortija de compromiso a mi Muñeca?»

Mis Secretos SexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora