Sentado en mi cama me encuentro viendo mi armario, están las prendas que me recuerdan momentos felices y amargos, pero no estoy enfocado en ellas, mi atención esta centrada en un objeto de madera que abandoné poco tiempo atrás, en su mango está grabado el símbolo del Uroboros, dicho objeto fue mi apoyo al caminar y me daba un aire elegante, serio y maduro.
Mi concentración se ve perturbada por el escandaloso y chirriante sonido del citófono, ese sonido desesperante que me hace saltar de la impresión cada vez que suena y me hace correr para contestar el llamado o ¿será emoción por el aviso?, no lo creo.
Contesto con una sola palabra y del otro lado me responde una voz nasal y graciosa.«Diga.»
«Patrón, acá en la portería hay una chica que lo busca, dice que usted la espera.»
«Sí, dejela pasar.» digo.
«Copiado patrón, ya la hago seguir.»
Inmediatamente después de colgar me dirijo a la puerta y la dejo semi abierta, voy a la cocina a buscar una botella de vino y dos copas, llevo todo a los muebles de la sala y en la mesita de cristal coloco la botella y las dos copas.
«Ya llegué.» avisa al entrar.
Yo me coloco de pie para recibirla, ella se acerca y me abraza, yo le doy un beso en la frente y ella dice:
«Ay, que lindo, gracias.»
«Toma asiento.» respondo
Ella deja el bolso a un lado y se acomoda en la silla.
«¿Cómo te fue hoy?» pregunté.
«Me fue excelente.» responde.
Ella empieza a relatar todo lo que hizo en su lugar de estudio, me contó hasta el mas mínimo detalle, parecía una pequeña diciéndome las aventuras del jardín infantil.
Cuando al fin termina de contarlo todo, destapo la botella de vino y solo sirvo una copa. Ella extrañada pregunta:«¿Por qué solo una?»
«Por qué ahora es mi turno.»
Ella se acomoda para escuchar y la forma en que acomoda la falda me remonta a ese tiempo, a esos años donde infundía respeto en lugar de lastima, me esquivaban la mirada, esos años donde me sentía poderoso.
Inmediatamente recuerdo un momento especifico, solo parpadeo y ya estoy en ese momento.
Mi oficina es un espacio limpio y organizado, todo se lo debo a las señoras del aseo, ellas por mantener todo el establecimiento limpio siempre se ganan un incentivo monetario.
El caso comienza cuando la nueva integrante del grupo del aseo no organizó bien mi oficina, ella estaba temerosa, acomodaba la camisa de su uniforme una y otra vez.«¿Sabes por qué estas aquí?» pregunté.
«Eso creo.» respondió.
«¿Eso crees?»
«Si señor.»
«Te lo aclararé, estas aquí pues mi oficina está desorganizada y te he mandado a llamar pues para que la arregles y lo harás mientras yo trabajo ¿entendido?»
«Si señor.» respondió.
Ella se levantó del asiento y empezó a organizar lo que para ella estaba desorganizado. Yo mientras tanto la observaba, en realidad fingía que trabajaba para que ella no sintiera el peso de mi mirada, pero no pude evitarlo, mi mirada es tan pesada que cayó sobre sus caderas y de ahí no la levanté hasta que ella se dio cuenta. Al parecer si la hice sentir incomoda y ella me lo hizo saber de la manera menos esperada.
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Mis Secretos Sexuales
RandomEspero que me perdonen por estas confesiones, pues seré yo quien les cuente mis más apasionados secretos, donde conocerán a quienes hicieron parte de mi vida sexual. He de contarles pues me encuentro en el final de mi vida, una vida larga y llena de...