CAPÍTULO 7 Negaciones, secuestro

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Después de lo ocurrido en la heladería, Sesshomaru dejó vagar a su mente, no le prestaba cuidado ni a Kagome ni al futuro, cuando ella le preguntaba sobre su opinión respecto a cualquier cosa, él se limitaba a ignorarla. Salieron del establecimiento ya más tranquilos y comieron sushi en un restaurante, parecía que al Lord le había agradado la comida, aunque no podemos decir lo mismo de la soda ya que apenas le dio un sorbo a su bebida la escupió en la cara de Kagome, al parecer no era amante de lo dulce y si le sumamos el gas de la soda tenemos como resultado a una enfadada Kagome en el tocador limpiando la gracia de Sesshomaru.

Sesshomaru POV

Esta mujer...esta mujer... no la amo, pero realmente creo que me gusta y me gusta tanto que quiero ser dueño de sus besos, esta jodida atracción que siento por ella comienza a molestarme demasiado. ¡No! No quiero, no quiero, yo no soy ningún maldito masoquista que se va a desquiciar por una humana. Yo no soy mi padre, yo odio la raza humana y prefiero tener que quedarme humano antes de depender de una existencia como la de esa mujer. El destino, la vida, todas las constelaciones juntas y cualquier otro misterioso poder juntos podrán confabularse en mi contra, pero no pienso ceder. Ni sus encantos, ni su pureza, ni su alegría, ni su cuerpo, nada de eso me hará trastabillar, no pienso rebajarme con alguien tan inferior. Ella regresó del tocador con cara de pocos amigos y era lógico la llené de ese brebaje, no es por nada pero esa cosa haría vomitar a cualquiera, es increíble con qué porquerías se contaminan los humanos el cuerpo, insisto, por eso son una raza inferior...
Después de su sermón, al que por cierto fingí no ponerle cuidado, nos fuimos de vuelta a su casa. Por fin tendría un poco de paz, no es por nada pero necesito meditar a conciencia qué diablos es lo que está pasando, en verdad es obra de algo sobrenatural lo que estoy viviendo. Desde que conocí a esta mujer, cada día se ha vuelto más igualada, ahora hasta cree que tiene el derecho a acercarse a MÍ sin autorización, la vida nos ha puesto en situaciones en las que al menos yo nunca jamás había estado, ¡Me caí sobre ella! Yo el gran Sesshomaru tuve un tropiezo, la he visto sin ropa (claro, cómo olvidar cuando lanzó su zapato hacia mi cabeza, todo por un accidente), la he visto en su comisón, me ha tocado, ¡La besé! me besó e incluso ya dormimos en la misma cama, ¿eso es normal? Yo, francamente no lo creo, además ella me recuerda lo que pasó un verano...
Hace ya doscientos años, había habido una gran guerra por el territorio de mi padre yo estaba allí como tercero al mando pero en un descuido por mi prepotencia salí muy malherido. Me encontraba descansando a la sombra de un árbol, mis heridas eran graves pero nada que no se pudiera sanar con una semana o dos de reposo. Ahí fue cuando la conocí, conocí a la primera mujer que dejaría una huella en mí, su nombre era Hikari y como bien lo dice su nombre, brillaba, era una pequeña llena de luz. Ella era una humana, además también era muy rara o al menos eso pensé cuando la vi por primera vez, cosa que fue cambiando conforme la fui conociendo. Lo primero que me sorprendió fue darme cuenta que no respetaba mi espacio personal pero eso era porque ella era ciega. No podía ver con sus ojos pero su alma le permitía ver más allá de las apariencias y los prejuicios. Ella caminaba cómo si pudiera ver el camino que andaban sus pies, un día, se acercó a mí la muy igualada y me preguntó si todo estaba bien, que ella me había sentido en el mismo lugar por dos días, ja, humana metida a parte de todo me andaba espiando. Lo primero que hice fue reaccionar con un poco de rabia pero después al notar su ceguera me reí, me reí de ella y en su cara, cosa que me desconcertó aun más cuando vi que su reacción no fue salir corriendo o ponerse a llorar. Ella se limitó a llevarme un poco de comida, y sí, lo que me dejó sorprendido fue ver que ella sonreía cada instante que pasaba cerca de mí, no importaba lo crueles o groseros que fueran mis comentarios, ella siempre respondía con una sonrisa sincera.

Después de la primer semana que pasé recostado al pie del mismo árbol donde la había conocido, todos los días me preguntaba cuándo me iba a marchar, probablemente ya se había encariñado conmigo, (por eso no progresan, humanos idiotas) y todos los días yo le respondía lo mismo -No es de tu incumbencia humana.-

Sesshomaru y Kagome Crónicas de un viaje juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora