CAPÍTULO 9 Rescate, Los elegidos

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Kagome POV
El dolor ha nublado mi mente las últimas horas, no sé si es de noche o de día sólo sé que quiero estar lo más lejos posible de toda esta locura. Jamás imaginé que Inuyasha fuera capaz de hacerme todo esto, me ha torturado de una y mil formas distintas, he sangrado lo suficiente para no levantarme en mucho tiempo, seguramente si no fuera por las cadenas que me sujetan estaría tirada cuan guiñapo. Lo que más le ha molestado a ese par de enfermos mentales es ver que no suplico, ¡ja! Y qué ni piensen que lo haré, lo tengo todo perdido lo más probable es que muera por sus manos así que no les daré el gusto de verme suplicar. Estaba por perder el conocimiento de nuevo cuando escuché una vocecita dentro de mi mente,"¿Kagome, estás despierta?" Diablos ahora incluso alucino, no tengo la menor intensión de responder, pero la vocecita vuelve a preguntar "¿Kagome, estás despierta?" Dudé un segundo, probablemente la pérdida de sangre me nubló el cerebro por no responder a la primera pero después reflexioné y me di cuenta de que esa vocecita podía ser mi única salvación, entonces respondí "¿Quién eres?" y apenas respondí, frente a mis ojos vi miles de imágenes increíbles de una batalla en la que yo era protagonista pero no estaba sola había un hombre, aunque no pude ver mucho más del que me acompañaba porque mis ojos se fijaron principalmente en una montaña muy extraña que irradiaba una poderosa luz .

-Kagome, soy Hotaru la Diosa de los Espejismos, necesito que cooperes conmigo.

-¿Cómo sé si confiar en ti?

-Es tu única opción, si no ayudas él no llegará a tiempo y tú inminentemente morirás.

-¿Quién es él?- lo juro, en el momento en el que la Diosa nombró a un "él" sentí un vuelco en el corazón.

-El elegido.- Ella hizo una pausa y entonces sentí un poco de decepción, a mí ningún elegido me interesa, yo sólo quería escuchar SU nombre.

-Mmmm, no estoy para ponerme exigente pero aún así me gustaría saber de quién hablas, qué es eso del "elegido".

-Niña, no tenemos tiempo de tonterías después sabrás los detalles, sólo te preguntaré esto una vez ¿Quieres vivir?- Esta Diosa no deja muchas opciones.

-Sí.- Respondí cien por ciento segura de la respuesta.

-Bien, entonces tendrás que recibir la sangre del elegido, en este momento mi forma física está por aparecer frente a ti. Tenemos unos segundos para completar el ritual, si no lo hacemos bien llegara la interferencia, o sea, el híbrido corrompido, si él llega todo estará perdido. Por lo tanto quiero que sepas que introduciré la sangre del elegido en tu cuello, te va a doler pero si la rechazas no sólo será tu fin sino también será el fin del mundo que hasta el día de hoy conoces.

Lo que pasó a continuación fue tan rápido que no sé por dónde comenzar, no es fácil que te digan que te van a dar la sangre de un fulano que ni conoces sino que además si no la recibes de buena gana se va a terminar el mundo, en definitiva esta Diosa no deja muchas alternativas. En fin, después de un par de segundos apareció frente a mí una hermosa mujer, definitivamente tenía que ser Hotaru, la Diosa, aunque su físico no pegaba con su carácter eso fue lo de menos cuando sentí que por el cuello me entraba algo sumamente caliente, por unos instantes sentí que iba a colapsar del dolor, pero al paso de los segundos sentí una calidez abrazarse de mi alma. Puedo jurar que nunca había sentido tanta paz. Al parecer no habían pasado ni dos minutos cuando el traje rojo de Inuyasha hizo presencia, me impactó bastante ver que la cara arrogante que me había estado mostrando las otras veces, esa cara llena de dicha por torturarme, había desaparecido por completo dejando en su lugar una totalmente desencajada.

Hotaru rompió las cadenas que sostenían mi malherido cuerpo pero lejos de desvanecerme, apenas ella desapareció mi cuerpo comenzó a palpitar. Inuyasha se lanzó en mi contra pero apenas estuvo a un par de metros cerca, salió volando lejos de mí. Yo me encontraba totalmente ajena a la realidad, tengo vagos recuerdos de lo que ocurrió, mejor dicho tengo tatuadas las sensaciones de mi cuerpo, mis heridas comenzaron a sanar y sentí como el dolor iba desapareciendo poco a poco de mi cuerpo. Estaba por caer de nuevo al piso, estaba completamente exhausta, el dolor dio paso a un delicioso cansancio y justo cuando iba a cerrar mis ojos ante ese placer, lo vi, y lo sentí, tanto su aroma como su cuerpo fueron lo que me permitieron relajarme por completo, caí rendida ante todas las abrumadoras sensaciones que abrazaban cada célula de mi cuerpo y hasta el último rincón de mi alma..."Gracias, Sesshomaru"

Sesshomaru y Kagome Crónicas de un viaje juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora