Louis y Harry salieron de la universidad casi al anochecer, había sido un día largo, pero lo habían pasado bien juntos.
El mayor caminaba a la par del menor, ambos reían y charlaban de cosas que tenían en común. Louis siempre preguntaba todo acerca de los gustos, pasatiempos, de la vida de Harry, pero cuando este intentaba tocar el tema, Louis lo evitaba cambiendo el rumbo de la charla. Como si algo le impidiera hablar, o quizás así era.
El castaño solía acompañar a Harry a su casa desde el primer día en que lo vio, claro, desde hace cuatro días, el rizado confiaba plenamente en él aunque recién acababan de conocerse, y era extraño para ambos, porque tenían ese tipo de conexión a primera vista que solo las personas destinadas a "estar juntas" tienen.
Caminaron durante varias cuadras entre risas, pero unas dos calles antes de llegar a la casa del rizado, este se paró de pronto haciendo que Louis detuviera su paso también.
-¿Qué ocurre?-cuestiono el castaño algo confundido.
-Lou, ¡ya sé de donde conseguiré la rosa azul!-exclamo Harry con una hermosa sonrisa plasmada en su rostro.
-Wow, genial.-replico Louis.- ¿De dónde?
-Aquí.-dijo dirigiendo la mirada hacia la gran casa que se encontraba justo delante de sus narices.
Sin duda, no era la casa más bonita del lugar, pero tenía exactamente lo que el rizado necesitaba.
Un gran jardín con rosas azules.
Louis lo miro un tanto preocupado, la casona tenía un aspecto horroroso, rejas altas unidas a grandes paredones repletos de musgos, enredaderas cubriendo la edificación, rastros de óxido y suciedad por todos lados, y ni hablar de los grandes ventanales que esta tenía, parecía una casa de cuento de terror.
-Hazz, no creo que este sea el mejor lugar, además, puedes conseguir las rosas en otro lugar.-dijo mientras jalaba de la muñeca del menor indicándole que continuara caminando.
-Si es para ti puedo hacerlo, además, yo conozco este lugar, no vive nadie aquí desde hace dos semanas, el viejo Patrick se fue ya que la casa estaba muy vieja y corría peligro allí.
Louis se sintió un poco más aliviado al saber que el rizado conocía el lugar.
-De acuerdo, pero entrare contigo, debo cuidarte.-respondió firme.
-No, debes quedarte aquí para ayudarme a salir luego, no te preocupes papá oso, solo me tomara unos segundos.
Louis sonrió y luego de una corta discusión sobre lo que Harry quería hacer, accedió, después de todo, el seria como su ángel guardián si algo estuviese por ocurrirle en algún momento.
Como habían planeado anteriormente, Harry trepo la gran reja, y salto con cuidado hacia el otro lado de esta, cayendo con sus manos como respaldo.
Y como había dicho el rizado, solo le tomo unos segundos tomar la rosa y salir del lugar.-obvio con un poco de ayuda de Louis para evitar lastimarse.-
-Aquí esta Lou, una rosa azul...Oh aguarda, debo sacarle las espinas.-Harry comenzó a hacerlo de una por una, y Louis solo lo observaba atontado, viendo como su compañero se esforzaba solo por querer ver su pequeño secreto dentro de su mochila.
-Aquí tienes.-dijo cuándo finalmente la rosa estaba perfectamente sin espinas y con un color azul vivaz.
-Eres todo un amor Hazz, creo nadie lo hubiese hecho de la forma en que lo hiciste por mi.-sonrió alegremente dejando ver sus pequeños y adorables dientes.
-Ouh, no tienes que agradecerme por nada Lou, me gusta hacer cosas por ti, además cada vez estoy más cerca de mi objetivo.-dijo esbozando una pequeña sonrisa.-Creo que ya es un poco tarde, no te preocupes por acompañarme a mi casa hoy, tu deberías ir a la tuya que supongo, debe quedar más lejos.
Dicho esto, el rizado se acercó al castaño y le deposito un suave beso en la mejilla, haciendo que las mismas se tornaran de un color rosado.
-Hasta mañana.-sonrió Louis.
-Te quiero.-aludió Harry sonriente. Mientras apresuraba el paso hacia su casa para evitar problemas.
-También te quiero Hazz.-murmuro el castaño sonriendo una vez más.
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Let Me See, Lou.[L.S]
Fiksi PenggemarEn donde Louis guarda un pequeño secreto dentro de su mochila y Harry debe hacer 30 cosas para que el se lo muestre. Solo que quizás no sea tan fácil como parece Y quizás ese no sea el único secreto.