Alfa

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Y entonces, ya no supe que estaba haciendo, mi cuerpo se movía en sincronía con sus respiraciones agitadas, muchas risas de por medio, sucedió tanto en tan poco tiempo.

Seguí hablando con Sara, cada vez eran más y más intensas las conversaciones, nuestros encuentos clandestinos en mi casa los únicos que sabían eran Alex y Mariana.
Varias veces ella vino a mi casa, cada día que venía era mucho más placentero y nuevo para mi mente, era algo que no podía creer con tan solo 15 años ya estaba experimentando el extasis del orgasmo de todo lo que envuelve el acto.

Viernes 17 de abril.

Otro día que Sara llegaría a mi casa, Sara es una chica de 20 años un poco ninfómana, le gusta escuchar electro, drogarse o emborracharse. Es una chica rebelde y alta, mide 1.75 cabello negro y a los hombros. Tiene un piercing en el labio que la hace ver muy atractiva y es de contextura delgada.
Ella llegó a mi casa y pero días antes me dijo que andaba con otra chica pero quería seguir viendome, y yo ante eso no pude porque sencillamente yo he pasado por mucho para que alguien me ponga de plato de segunda mesa.
Cuando ella entró me tomó de la cintura y me empezó a besar, después de un rato estábamos hablando de que en caso de que mis padres llegaran que sucedería. Y sucedió.

4:30pm
Mi padre entró a la casa, ambas estábamos sin camisa, cerré mi puerta para poder vestirnos. Ella se escondió detrás de mi armario pero mi padre la encontró, la echó de la casa y me comenzó a gritar y a golpear.
Mi padre trabaja en seguridad privada y tiene un arma. La había dejado encima de la mesa mientras me gritaba que en que estaba pensando, que era una degenerada. En ese momento sólo una cosa pensé. *el arma, es la única salida, si llega mi mamá estaré aún peor que muerta*
Iba a agarrarla pero cuando lo iba a hacer sentí el golpe de mi padre en mi rostro. Sentí como la sangre salía de mi nariz y como los golpes que me dio en mi cuerpo empezaban a arder. Mis única esperanza era mi hermano pero mi padre lo había llamado para decirle todo y yo estaba llorando como loca. Agarre el teléfono y me encerré en el cuarto para llamar a Leonel. Le dije que me sentía mal que no quería seguir y el me dijo algo que jamás voy a olvidar: "Vea mi amor, sea como sea, usted es mi hermana y siempre la voy a amar como es, no tiene porque llorar, tranquila yo estoy para protegerla" .

Posteriormente, deje de hablar con Sara, ella no era buena para mi salud mental y emocional, mis celos no podían y yo estaba cansada de la vida, odiaba ser lesbiana y que mis padres dijeran que yo soy un asco, que les doy asco, que soy hipócrita que soy lo peor para ellos, una decepción, que preferirían que muriese a que me gustaran las mujeres. Y de pronto sentí el dolor de un cinturón en mi espalda. Me estaban golpeando con la fuerza que golpearían a un ladrón, ese ladrón que robó a la "niña buena que se llamaba Elizabeth". Sentía los golpes, pasaron 2 días, no dormí, el lunes llegué a mi colegio con golpes en la espalda y mis brazos.

Mis amigas se preocuparon, me ofrecieron sus casas en caso de que ya no pudiese quedarme en la mía, ellas no sabían que Liz, la pequeña Liz, era lesbiana. No podía decirlo, sabía que si lo hacía causaría un revuelo.

Posteriormente me empecé a ir los fines de semana al apartamento de mi hermano y la novia, con ellos me sentía feliz, salíamos a pasear, yo era feliz esos días. Odiaba los domingos en la noche cuando debía volver a mi rutina, donde mi madre me hablaba lo esencial y mi padre rechazo la idea de que yo fuera su hija, que no me hablara, que fuese una total extraña para él.

¿por qué los padres pueden ser tan crueles con sus hijos? Acaso no ven el daño que les causa el sentirse solos en la vida, el ser rechazados por amar a alguien, por ser tratados como una completa basura, por golpearlos como bestias.
Mi vida cada vez perdía el sentido, mis notas bajaron y yo no dejaba de llorar por cada noche que no dormía, mis ojos se veían cansados, tenía ojeras, odiaba todo, quería morir, quería dejar de ser yo.


Esta parte la dejaré hasta aquí, recordar todo esto me afecta demasiado, sigue siendo duro para hablar de ello, he tenido que detenerme porque las lágrimas no me dejaban escribir.

Poeta DementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora