Alec.
Me encontraba en el sitio que más odiaba en el mundo. Personas sufriendo, familiares, amigos o conocidos de éstas también lo hacían.
En el aire había una mezcla de dolor, lágrimas y enfermedad. Estaba en una clínica. Mientras tanto, la chica que amo y había amado desde el momento en el que sus ojos castaños algo gastados y que te enseñaban un mundo con solo 17 años abiertos me habían mirado, estaba en una cama inconsciente con estos malditos ojos que tanto amaba, cerrados.
Entré a la habitación después de ver salir al padre de Alma, quien se veía ligeramente devastado.
Al verla ahogué un grito. Tenía moretones en los brazos, una banda al rededor de la cabeza en la cual se vislumbraba sangre moteada, un corte en sus labios y las mejillas con raspones profundos. De un momento a otro mis ojos estaban aguantando las lágrimas de nuevo y cerré los ojos con fuerza dejando que cayeran mientras recordaba la dolorosa llamada de la madre de Alma anunciandome lo ocurrido. En ese momento sentí como el mundo se me iba, tome un taxi y corrí esta la emergencia lo más rápido que mis piernas daban.
Abrí mis ojos con la esperanza de que ella me estuviera viendo con una gran sonrisa pero para mi pesar, seguía inconsciente en aquella cama con aparatos a su al rededor y una pequeña aguja colocada en su mano derecha. Cosa que si ella viera, le daría una infarto del tiro. Sí, miedo a las agujas.
Me senté en la silla bastante incómoda que se encontraba a un lado de la cama. Según el doctor, Alma tenía una alta dosis de alcohol corriendo por sus venas y aquello había causado el gran choque contra aquel árbol. No recordaba bien como la habían encontrado, ya que al pasar por las puertas de la infernal sala de emergencia solo me importaba saber de ella y si al menos, seguía con vida.
Estaba exhausto ya que había pasado la mitad de la mañana despierto sin haber dormido más de 3 horas esperando que dijeran que podía resivir visitas cosa que hicieron pero, dijeron no había despertado y que seguramente no lo hacía desde que se había producido el accidente. Eso nos daba señales de que el accidente tuvo un gran impacto en ella.
Con miedo empecé a recordar cosas buenas, solo para consolarme un poco. Cuando la conocí, por ejemplo.
*Flashback*.
No podía creer que empezaría ya en la primaria. Sentía una emoción tan grande que pasaba mi lengua por el espacio vacío entre mis dientes para calmar la ansiedad. Mi madre tomo mi bolso del Hombre Araña y lo puso en mi espalda mientras yo sentía el peso de mi cartuchera con colores, creyones y lapices junto con un cuaderno de apuntes.
-Primer día, pequeño hombrecillo.- Dijo mi madre sonriendo lo más que podía mientras me dejaba en la entrada de la gran institución- Que tengas un maravilloso día. Te amo. Portante bien y haz muchísimos amigos, Alec.
Mientras me soltaba de su agarre agite la mano emocionado para irme.
La clase no era tan mala. El pequeño salón era muy pintoresco y a veces, me perdía solo viendo los colores o viendo a la niña que estaba en la misma mesita que yo. Cabello oscuro, ojos oscuros, sonrisa sin un par de dientes, dos clinejas a un lado de su cabeza. Totalmente perfecta. Cuando ella volteó, le sonreí sin miedo y ella se puso rojita como una fresa. Yo sonreí aún más.
La persigue durante todo el recreo hasta que por fin me hablo, con una voz chillona que me dejaba completamente embobado.
-¿Por qué me sigues?- dijo ella frunciendo la pequeña nariz, que ahora que la tenía cerca tenía pequeñas pecas.
-Quisiera conocerte, ser amigos y quizás formar una amistad infinita como en las películas.- Dije sin ningún tipo de pena.
Ella se me quedo viendo por un largo rato y luego, para mi sorpresa, dijo:
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Atrapa Sueño.
Teen Fiction"Vaya- Me dije a mi misma, ya que no había nadie a la cual dirigir palabra". Alma Jackson es solo una adolescente de 17 años con un mejor amigo, Alec Bleckthor, y una vida que cualquiera podría determinar como "difícil". Una vida llena de maltratos...