e l e v e n

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Michael

Luke era un misterio, uno que quiero descubrir. Quiero saber las razones de su tristeza así quizás puedo ayudarlo, mostrarle que no todo en la vida es malo. Es raro de mi parte porque no tengo la vida perfecta, nadie la tiene.

Quién dice tener una vida perfecta, es un gran mentiroso. Todo el mundo tiene sus demonios incluso despierto o soñando.

—¿Me estás escuchando?—Preguntó mi madre con tono de molestia golpeando la mesa, levanté mi vista y asentí.—Entonces ¿Que opinas?

—Me da igual.—Respondí jugando con la comida que estaba en mi plato, no quería comer nada. Respecto a lo que hablaba mi mamá me daba igual, todo lo que tuviera que ver con ella no me importa. Nunca fue buena conmigo, ¿Por qué sería bueno con ella ahora que mi padre nos dejo?

—Hijo...—Habló ella en voz baja, sollozando. Permanecí en mi asiento y ella se levanto en mi dirección con sus brazos abiertos y yo me levanté alejándome.

—Tu no puedes llamarme así.—Ahora quien sollozaba era yo.—No, no puedes. Nunca te importe y lo sabes, ¡Lo sabes! Por eso sientes lástima por mi y porque no quieres estar sola pero sabes, yo aprendí a estar solo desde muy pequeño.—Ella solo me observaba con las lagrimas corriendo por su rostro y yo subí las escaleras con un nudo en la garganta.—Gracias, mamá. Supongo que es lo mínimo que puedo decir.—Cerré la puerta de mi habitación colocándole llave y apoyándome en ella, abrazando mis piernas.

(...)

Subí al autobús desanimado al no ver a Luke sentado ahí, quizás se fue en el autobús anterior. Ayer dormí mal y me levante más tarde de lo normal, el viaje se hacía más lento sin Luke.

Entré a la escuela después de un largo y aburrido fin de semana, Luke no me hablaba desde entonces y yo no he ido a verlo, supongo que esta enojado conmigo. Lo que sea que haya hecho, le molestó.

—Disculpa, ¿Viste a Luke?—Le pregunté a un chico de cabello rizado de nuestro salón que estaba conversando con otros chicos, entre ellos. El moreno que había golpeado a Luke, yo decidí ignorar su presencia.

—Lo siento, hermano. No lo he visto.—Respondió poniendo su mano en mi hombro con una sonrisa. Yo le sonreí también y me alejé buscando a Luke por los pasillos, pero no estaba.

—¡Hey!

—¿Qué quieres?—Pregunté de mala forma observando al moreno correr hacía mi. Él levantó sus manos diciendo que venía en paz.

—Mira, ¿Michael?—Dijo mi nombre no muy decidido. Yo asentí.—Luke no vino.

—Gracias, no me había dado cuenta.—Comenté sarcástico, no me agradaba este chico. Él moreno bufó.

—Yo sé porque no vino hoy.—Explicó antes de que me fuera y dejándolo solo, lo miré levantando una ceja. Él suspiró.—Está en el hospital.

—¿Qué?—Mi corazón dejó de latir por unos segundos y tomé al chico de los hombros.—¿Por qué?

—Creo que él debería decirte.—Él saco mis manos de sus hombros para seguir caminando. Me quedé congelado por unos segundos y luego corrí hacía la salida dispuesto a buscar a Luke.

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