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Luke

Algunos adolescente son un asco, creen que el mundo se acaba solo porque no le compraron el último modelo de celular, cuando no hay Internet, cuando el chico que te gusta te ignora, etc. Existen enfermedades que aún no tienen cura entre ellas, ebola, cáncer, sida que son las más conocidas. Hay gente en el mundo que tiene que aprender a vivir con ellas, entre ellas. Estoy yo. Un chico de dieciséis años contagiado de sida, ¿Por vía sexual? Claro que no. Solo un error en el banco de sangre que hizo que terminara con esta enfermedad fluyendo en mi organismo.

Como sea, estaba sentado en el autobús en el cuarto asiento mientras me dedicaba a leer con mis audífonos puestos, el reproductor de mi mp3 solía dejar de funcionar algunas veces y esta no fue la excepción. Ahora estaba enterado de como la señora de al frente tenía dos nietos que eran arquitectos y el otro trabajaba en un McDonald's. Lo malo de no traer la música encendida es que te enteras de cosas que no te interesan saber. Un chico de cabello negro entró al autobús sentándose a mi lado, tomó su celular para abrir un juego.

—Hola.—Saludó con alegría y yo fingí estar escuchando música mientras movía mi cabeza lentamente al ritmo de mi "música". Él se río y volvió su vista hacía su aparato. No me sentía con ánimos de ser sociable, en realidad, nunca me sentía con ánimos de ser sociable.

Bajé del autobús seguido por el pelinegro, por unos segundos pensé que me estaba siguiendo pero ese pensamiento desapareció cuando me fijé que caminaba hacía la escuela donde también asistía donde en algún momento fui popular pero todo se fue a la mierda cuando me contagie de VHI pero no fue culpa mía, a nadie pareció importarle eso porque comenzaron a llamarme "Marica" pensando que había tenido relaciones con un hombre contagiado cuando estaba borracho en una fiesta. Es preocupante lo  exagerados que son los adolescentes, incluyéndome. Después de eso todos se pusieron de acuerdo en ignorarme como sí nunca hubiera existido pero no todo es tan malo. Estaba en el salón sentado al final de la fila de la izquierda mientras sacaba el cuaderno que había encontrado.

Razón para vivir numero uno:

Ninguna.

Para cuando miré al frente me encontré con el profesor y mis demás compañeros, entre ellos, el chico del autobús. Al parecer era nuevo porque nunca lo había visto, el miró hacía mi dirección y esquivé su mirada rápidamente prestando atención a la clase que estaba por empezar.

(...)

Estaba nuevamente en el autobús sentado en el cuarto asiento observando por la ventana las calles y las personas pasar por ahí pensando sí ellas eran felices con la vida que llevaban, porque la mía no me agrada tanto pero no puedo hacer nada contra eso. Además de adaptarme a ella, claro.

—Hola.—Alguien me saludó y volteé a ver quien era encontrándome al chico de la mañana, quise hacer la maniobra de la mañana pero no tenía los audífonos puestos.—Espero que esta vez no finjas que escuchas música.—añadió riendo sonoramente y yo observé mis converse sucias, queriendo morir de vergüenza. Miré al chico que traía una sonrisa muy linda.—Soy Michael.—Estiro su mano cordialmente y yo volví mi vista hacía la ventana. No quería hablar con él.

—Luke.—Las palabras salieron sin permiso de mi boca y cerré mis ojos maldiciendo, ¿Por qué le respondí? No quiero tener una conversación con él y arruinar mi soledad. Escuché que repetía mi nombre en voz baja. Pasaron unos minutos y el autobús se detuvo.

—Entonces, nos vemos mañana. Luke.—Se despidió de mi y bajó del autobús. Lo seguí con la mirada observando su cabello negro con algunos mechones azules, cuando bajó, sentí el impulso de seguirlo con la mirada. El volteó y me sonrío. También le sonreí.

¿Por qué había sonreído? No lo sé, pero se sintió bien.

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