24.

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Dallas

No sé si el "He dejado de ver a Heather" está haciendo efecto o simplmente los idiotas de mis compañeros se empeñan en hacer mis días aún más miserables.

Hoy me molestaron más de lo normal, se burlaron de mi y me recordaron que yo no puedo tener amigos, y mucho menos una chica como Heather.

Mi madre, después de que conoció a Heather dejo de preocuparse por mi y llevarme a psicólogos, pero, parece más preocupada que nunca. Me ha pedido incontables veces que la lleve a casa a cenar, ya que la extraña y extraña ver que alguien me importa.

Yo también la extraño.

El frío clima que caracteriza a Queens de ser el peor pueblo para vivir se hace presente. Enciendo la calefacción del Jeep y me pongo los guantes antes de encender el motor.

El sonido de mi celular me hace dar un respingo.

Busco la mochila en la parte de atrás del Jeep, pero frunzo el ceño al darme cuenta de que no está.

—¿Que diablos...?—susurro para mi mismo.

No hay mucho que buscar en un espacio tan reducido como el de un Jeep, así que no lucho más y dejo caer las manos en el volante.

Estoy seguro de que no lo deje en el saló, por favor, no soy idiota.

Muerdo mi labio inferior e intento no desesperarme con el sonido irritante el móvil.

Sólo a mí se me ocurre dejarlo en la mochila, pienso y tomo el volante con fuerza.

Sin querer giro la cabeza y miro por la ventanilla, haciendo que mi enojo crezca aún más; Heather está ahí, luciendo ese extravagante cabello rosa y frotando sus pequeñas manos para entrar en calor.

La veo reír y siento que algo me oprime el pecho con fuerza cuando veo a un tipo abrazandola.

Quiero salir del Jeep y partirle la cara a ese imbécil, sin embargo, trato de mantenerme calmado, no puedo hacerle eso aquí mismo. No en el aparcamiento del colegio.

Mis manos cosquillean y estoy a punto de dejarme llevar.

—Dallas—me digo a mi mismo.—Tienes que calmarte.

Respiro profundo y retengo el aire frío unos segundos. Heather puede hacer lo que se le de la gana, pienso, sin embargo me arrepiento cuando sus ojos azules se encuentran con los míos y en cuestión de segundos, la sonrisa que tenía, desaparece.

No aparto la mirada. Había extrañado esos enormes ojos azules.

El celular sigue sonando, pero no me importa.

Sólo quiero mirarla.

Sus ojos se apartan de los míos muy discretamente, mira al chico que le habla sin parar y vuelve a sonreír.

Carajo.

Esto era lo que más temía.

El hielo cruge bajo mis pies con cada paso que doy.

Miro mi reloj de muñeca y veo que son casi las ocho de la noche.

El hombre de hoy no ha durado mucho, y no fue suficiente para calmar la rabia que tengo.

Heather nunca dejará de ser un problema. Espero que podamos acabar con ella muy pronto. Escucho esa voz como eco en mi cabeza y me detengo.

—¿Que?—le pregunto, pero no recibo respuesta devuelta.

Hace días que no escuchaba esas voces, no las extrañaba. Por supuesto que no.

Camino más rápid hasta llegar a casa y me saco los guantes antes de entrar.

—Dallas—me dice mi madre desde la sala.—¿A dónde fuiste?—me pregunta.

No respondo y sigo mi camino hasta las escaleras.

—¿Vas a cenar con nosotros?

—No, mamá. No tengo hambre.

—Bien, espero que alguien te pueda convencer.

—¿Que?—pregunto confundido.

—Sube a tu habitación y no bajes hasta que hablen.—me dice, ocultando la sonrisa que está por aparecer en su rostro.—Es una orden.—añade.

No entiendo ni una palabra de lo que dice.

Esta sorpresa no será buena ni para ti, ni para nadie. Escucho esa voz, alertandome. Ten cuidado.

Es lo único que dice.

Abro la puerta de mi habitación y veo algo que me deja perplejo; Heather está sentada sobre mi cama, sosteniendo un libro gastado de empastado negro.

Sus ojos llorozos, me miran confusos y asustados, mientras susurra, en tres palabras, lo que me había estado esforzando en ocultar.

—¿Quién es Darian?

Psychopath. © [#1] [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora