→ luke hemmings
Corro por el campo sin pensar en nada. Mi único punto fijo es el arco. Corro y sigo corriendo, veo de reojo y ninguno de los jugadores del otro equipo puede alcanzarme. Vuelvo a mirar al frente, centrándome en el arco. No puedo errar. No debo errar. Este podría ser el mejor gol de la historia de la humanidad pero...
— ¡Luke! —alguien grita. A pesar del bullicio de la cancha, puedo reconocer la voz.
Pateo al mismo tiempo que doy vuelta la cabeza en dirección al sonido.
¿Qué mierda hace mi hermana aquí?
No hay vitoreos. La erré. Cierro los ojos y escucho gente abucheando. Y ahí sé que la erré.
La cabeza me da puntadas al mismo momento que tocan el silbato. No sé que hacer. Ashton me mira sin entender, me hace señas. No sé que hacer.
Y no recuerdo nada más.
— ¿Has estado bajo presión últimamente? —la doctora Sánchez me pregunta. Asiento—. ¿Has sufrido algún hecho que te haya conmocionado últimamente?
— Bastantes —respondo y suspiro.
Soy el hazmerreír de todos los jugadores de fútbol actuales. Me siento tan mal. Me duele la cabeza y no entiendo nada. Veo a mi alrededor y además de reconocer a la doctora —que es la médica de todo el equipo—, el único rostro conocido que encuentro es el de Calum.
Calum ha estado callado estos últimos días, precisamente desde que me contó lo de Circe. Yo le he dicho que está bien si quiere irse, de todas formas a mí no me molesta. Aunque quizá un poco sí. Se supone que somos pareja, novios, tenemos que estar juntos, mostrarnos juntos al mundo. Estamos en un constante partido de fútbol y hay que jugar, movernos, ser los mejores, demostrarle a todos que somos una pareja real a pesar de que no lo seamos. Es una lástima que él no entienda el juego y crea que puede hacer sus propias reglas.
Suspiro y hago el amago de levantarme de la camilla donde estoy acostado. La doctora me hace un gesto para decirme que no lo haga. Resoplo frustrado.
— ¿Puedo irme? —inquiero, con irritación notable en mi voz.
La doctora niega con la cabeza.
— Te prometo que no te quedarás mucho aquí —dice, luego se voltea y mira a Calum—. Iré a buscar unas medicinas, ¿lo cuidas mientras no estoy?
Como si Calum me hubiese cuidado alguna vez...
Creo que en este momento —y por más extraño que suene— quiero a Lena conmigo. O hasta a Ashton, que en situaciones como esta es un patán con todas las letras.
Vuelvo a hacer el intento de pararme y esta vez, Calum se coloca frente a mi y estira su brazo, poniendo su mano en mi pecho como indicándome que debo volver a recostarme.
— ¿Ahora eres médico? ¿O qué? —suelto, mi malhumor se hace notar demasiado en ocasiones como esta. Pero... ahora voy a ser Luke Hemmings, el jugador estrella que se desmayó después de fallar un gol...
Bueno, mejor que jugador estrella diría jugador estrellado. Y en el sentido correcto de la palabra.
— Luke —Calum comienza a decir—, te dijeron que hagas reposo. Tuviste un sobresalto. La doctora dijo que tienes que quedarte acostado al menos treinta minutos más y luego vamos a ir a casa. Ashton y Lena están esperándote.
Asiento a regañadientes. Detesto cuando las personas intentan darme órdenes o decirme qué hacer. Sin embargo, lo acepto porque sé que es por mi salud. A pesar de mi enojo por una suma de cosas —el gol errado, el desmayo, Calum, la vida en sí—, sé que no debo jugar con cosas que tengan que ver con mi salud. Si hay algo que he aprendido de mi mamá, es que no debo poner en riesgo nada que tenga que ver con mi salud.