→ luke hemmings
Cuando bajo del avión tengo las piernas amortiguadas y el cuello adolorido. Mi hermana Lena sonríe a las cámaras y firma algunos autógrafos aunque ella no sea a quién esperan los medios. Tengo bolsas debajo de los ojos y por eso me pongo los anteojos de sol, así no se noten.
Lena saluda a todos. La gente la ama, de eso no hay duda. Yo sólo muevo la mano y dedico algunas cuantas sonrisas pero no hablo con nadie y paso de los periodistas que quieren saber de mi vida.
Más lejos veo a alguien que tiene un cartel que dice "Hemmings" con una letra enorme. Le agarro el brazo a mi hermana y la llevo detrás de mí hacia el hombre que probablemente es nuestro chófer. El cambio de horario me tiene harto y quiero llegar a casa y dormir, pero no puedo porque tengo una cena con algunos colegas y me dirán a dónde y por cuánto seré vendido. Los futbolistas somos algo así como personas que hacen ricas a otras y son vendidas como objetos, pero es una de las cosas con las que tienes que lidiar si eres de los mejores del mundo.
—Luke, eh, ¿dónde estará Ashton? —la voz de mi hermana con su atípico acento australiano, ya que es una mezcla de un inglés británico y norteamericano, me saca de mis cavilaciones. —¿Él sigue en Manchester, verdad?
— Es tu novio, no el mío -le contesto y me pongo mis auriculares para no escucharla. —Y si tú no sabes, dudo que yo sepa.
Ahora estamos sentados en la limusina que nos llevará al hotel y luego nos recogerá para ir a un restaurante a la hora de la cena. Tenemos el tiempo cronometrado y la única razón por la que mi hermana menor está aquí es porque ella sale con uno de mis compañeros, Ashton Irwin. Él es algo así como el capitán, no es el mejor en la cancha pero sí un gran amigo. Tiene veintidós y mi hermana diecisiete, pero las relaciones entre futbolistas y botineras -respectivamente y con respeto-, siempre son de amoríos jóvenes. Aún así, conservo la promesa de golpearlo hasta no poder más si daña a mi hermana, incluso si no es el tipo de chico que se acuesta con todas, como yo.
— Luke, hemos llegado —Lena me dice al mismo momento que me incorporo para bajar del vehículo.
No es que me no fascinen los lujos, pero vivir en hoteles cinco estrella me tiene harto. Aún no he comprado un apartamento en Inglaterra y vivo de rentas porque no estoy seguro cuanto tiempo estaré aquí.
Salgo rápido del auto, por suerte no hay paparazzis ni nadie que quiera un autógrafo. Suelto un suspiro.
— ¿Crees que...? —mi hermana comienza mientras ambos caminamos hacia el lobby. La corto antes de que continúe.
— Regístranos, me voy a acostar.
Antes de viajar yo consulto mi habitación en el hotel que estaré para directamente dirigirme hacia allí en cuanto llegue. Mi hermana o mi representante, son los encargados de hacer todo lo que conlleve papeles y firmas, yo sólo pongo el dinero.
Tomo el ascensor hasta el piso siete y cuando estoy allí me encamino a la habitación 703, una suite. La puerta está abierta y se ven unas paredes beige y una enorme cama King size en el medio. Tengo dos horas y media para dormir antes de la cena, a la que planeo asistir algo tarde.
Lo único que hago es entrar al cuarto y acostarme en la cama, lo demás es historia.
Cuando abro los ojos, mi hermana está sentada en el juego de living de mi cuarto con un energizante Powerade en la mano. Ella tiene puesto un vestido negro y su cabello rubio está recogido en una cola de caballo. Me mira fijamente y sonríe.
— Recién entro, tienes que levantarte porque la cena se supone que comienza en quince minutos y aún tienes que bañarte. A propósito, Saskia ha llamado.
Saskia Dunn es mi novia. Es rubia, bonita y modelo de Victoria's Secret. Yo salgo con ella porque me gusta, pero no la quiero. Ella está conmigo por mis millones, pero no me importa porque la paso bien. El amor no es necesario en todas las relaciones, mucho menos si obtienes beneficios de algunas.
Me levanto y camino al baño, donde me doy una ducha de cinco minutos. Seco, hasta lo que se puede, mi cabello con la toalla y luego busco el traje que debo usar para ponérmelo. Mi hermana ahora está acostada en la cama mirando Hora de Aventura.
— Te quedan siete. —exclama.
No me apresuro mientras me coloco el smoking y abotono la camisa. El nudo de la corbata me lo hace mi hermana siempre, así que lo dejo ahí. Procedo a ponerme los zapatos y cuando estoy listo, aún quedan dos minutos antes que comience la cena.
— ¿Vamos? —pregunto a Lena. Ella se levanta y con sus manos arregla el vestido. Me alcanza la botella de Powerade.
— Bebe —ordena. —No quiero que te duermas.
— ¿Le has puesto algo? —asiente con una sonrisa cómplice. Tomo todo de una vez y me siento mejor.
Llegamos al hotel donde es la cena, que queda al unos quince minutos del mío. Bajo del auto y no hay paps porque la mayoría se ha ido ya, mi representante se ha encargado de decirles que yo he estado siempre adentro, vaya sorpresa cuando noten que no es así.
Lena y yo caminamos con pasos lentos hasta llegar a la entrada. Un hombre del club está hablando en un escenario y todos lo miran atentos. Menos Ashton Irwin.
— ¡Amor! —él chilla y nuestra entrada sencilla se ve interrumpida.
— ¡Bebé! —mi hermana grita. Yo me dirijo lo más rápido que puedo a la mesa del Manchester y me siento al lado de mi representante, que me mira atentamente al igual que mi entrenador.
A mí me parece ridículo que mi hermana y Ashton hagan tanto escándalo cada vez que se ven, sobre todo porque están juntos incluso en los entrenamientos, y hablo en serio cuando digo que Ashton corre con mi hermana en su espalda.
— Luke, ¿Real Madrid o Barcelona?
No dudo.
— Real Madrid.
Mi representante, Herbert Sadler me mira con el entrecejo fruncido.
— Pensé que siempre te había gustado el Barça. Como sea, recuerda que mañana aún tienes entrenamiento y una entrevista con Carraway.
Niego con la cabeza y centro mi atención en el hombre que está hablando en el escenario, que nos da la bienvenida y se refiere a esta noche como un encuentro entre colegas; nuevas y viejas generaciones de fútbol y mucho más. Aunque yo creo, sinceramente, que parejas como la de mi hermana y Ashton han venido aquí sólo para compartir besos. Y no me molesta, al menos, no hasta que terminan en la habitación de hotel de mi hermana que es pagada con mi dinero.
Suspiro.
— ¿A quién me vendiste? —pregunto al final, Herbert me mira.
— Al Barcelona, a Ashton lo compró el Real Madrid. Pero aún no has firmado, quizás aún te quieran con ellos.
Sacudo la cabeza.
Este es el frío juego de los futbolistas o aquél que se dedique a este negocio: comprar y ser comprado. Y sin dudas, todos quieren al jugador estrella.
~
para lara.
como sea, esta historia lleva meses en mi cabeza y por fin puedo subirla. luke es futbolista y es algo irónico supongo que porque calum jugaba al fútbol. espero que les guste :-)