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→ calum hood

Llevo pensando que debería hacer toda la noche. Son las cuatro y treinta y siete de la mañana y antes de las once tengo que decirle al representante de Luke Hemmings si lo haré o no.

Me conviene económicamente, pero también siento que me traicionaría a mí mismo estando en una relación con alguien que no me ama. Aunque es mutuo, yo no amo a Luke Hemmings ni él me ama a mí. En el caso que lo hagamos, sería sólo porque nos conviene: a él le hace falta el Real Madrid tanto como a mí el New York Times. 

Ayer firmamos, aunque le pedí al señor Sadler que me diera hasta esta mañana para pensármelo bien.

No simplemente tengo en juego mi dignidad —porque mentirle al mundo y a los medios no está bien, menos siendo yo parte del mismo— sino también mi empleo y la oportunidad de ser parte del Times, mudarme a la ciudad que nunca duerme o ser corresponsal a distancia, viajando por el mundo en busca de nuevas noticias sorprendentes.

Mi jefe, Atticus Carraway, un británico con madre estadounidense, me ha mandado al menos nueve mensajes para decirme que acepte, considerando que esta es una oportunidad increíble. Por supuesto, nadie excepto Herbert Sadler, Hemmings, mi jefe y yo sabe de este acuerdo de beneficios mutuos.

Mi compañero de departamento aún no ha llegado a casa, pero calculo que es porque es domingo y seguro está despierto aún, de fiesta. Quiero mandarle un mensaje a alguien, pero considero que la hora es inoportuna.

Al final, me dejo guiar por mis emociones y mis ganas de contarle de esto a alguien que le envío un mensaje a Circe Delaigue, una reportera francesa que conocí hace dos años, y hemos mantenido una amistad desde ese momento.

Circe no responde, y calculo que es por la diferencia horaria, ella está en China de todas formas. O eso me dijo la última vez que hablamos, una semana atrás.

Suspiro y decido bañarme y adelantar unos relatos sobre los problemas escolares en África que tiene fecha de entrega en tres semanas.

Sin embargo, no puedo hacer bien mi trabajo porque necesito releer las cláusulas del contrato. Tengo que estar en pareja tres meses con Luke, terminar por dos semanas, volver a salir durante cuatro meses y finalmente terminar, diciendo que después de una ruptura y discusiones no pudimos continuar con la relación. Él entonces jugaría para el Real Madrid y yo estaría acompañándolo o viajando. Y tenía una parte de su fortuna para gastar en lo que quisiese: desde comida vegetariana hasta autos con combustible natural.

El problema es que después de la próxima semana tendríamos que ir a vivir juntos en su apartamento de lujo en España. Y por adelantado me dan un trabajo como corresponsal a distancia, pero tengo que aprender español. 

Supongo que no suena tan mal.

Con ese pensamiento, cierro los ojos por fin.

— Hola, hola, hola —alguien me sacude, despertándome. Veo un cabello de color rojo y unos ojos verdes—. ¿Cómo es eso que eres el novio de Luke Hemmings?

— No soy su novio —gruño, levantándome. — ¿Qué hora es?

— Son las once menos diez.

Y caigo en cuenta que no he confirmado aún.

Tomo mi teléfono tan rápido como puedo, ignorando los mensajes sin leer y llamo a Herbert. Le explico que llegaré cerca de las once y media, pero que acepto el trato. Él dice que me apure, y me da una dirección.

— Me tengo que ir ya —le digo a Michael, con quien vivo—. Después te explico.

— Más te vale —amenaza, y sé que va en serio. Él es el tipo de persona que siempre, siempre, se acuerda de todo y sé que no va a dejar pasar esto. 

No demoro mucho en vestirme, ni tampoco en llegar a dónde he sido citado. Al pisar la casa de Herbert, me encuentro con él, Atticus y Luke.

— Bueno, hagamos esto.

Él nos explica una especie de itinerario, que mañana empezarán mis actividades como novio en la conferencia de prensa de los chicos del Manchester y que mañana también Luke confirmará ser parte del Real Madrid.

— Oh, y si no dije esto antes, tendrán actividades intercaladas: si Luke quiere escalar montañas, escalarán montañas. Si Calum quiere tirarse de Bungee Jumping, se tirarán. Y como mañana tendrás que ir a esta reunión, te toca decidir que harán luego.

Pienso.

— Hay un festival indie... 

— Apuntado. Luke tienes que ir a un festival. 

Luke gruñe. Yo también. El festival es en una semana, justo cuando mis amigos Gian y Amanda Paez - Postiglione vienen de Italia al Reino Unido y planeábamos ir juntos, pero supongo que Luke nos tendrá que acompañar a ver  a Phoenix y a otras bandas de las que me considero un seguidor. No estoy seguro que le guste el ambiente... quizás sea buena idea mandarle un listado de canciones que debería aprenderse para no sentirse tan fuera de lugar. 

A medida que Herbert continúa hablando de más y más cosas que Luke y yo tenemos que hacer, yo cada vez pienso...

¿En qué demonios me metí?

— Así que... oficialmente sales con Luke Hemmings —Michael Clifford comenta una vez que llego a casa. Me está esperando en el sillón, de brazos cruzados y una expresión desilusionada plasmada en su cara. 

— Sí —contesto—. ¿Por qué?

— ¿No podrías habérmelo dicho? Todos se burlaron de mí, como diciendo que vivo contigo y tu novio gana millones. ¿Hace cuánto tiempo que salen?

— Dos semanas —miento, de acuerdo a la historia falsa que Herbert ha inventado.

— ¿Y no podías decirme?

Niego con la cabeza y le explico que no, porque queríamos saber si iba a funcionar y un verso eterno que Herbert escribió y yo me estudié de camino a casa.

— ¿Y por qué no vives con él? —indaga él—. No sé que hay detrás de esta historia turbia, porque si  hace dos semanas que sales con él, no sé cómo lo habrás conocido entonces. Eres mi e... mejor amigo, me cuentas todo y estoy seguro que hay algo raro aquí. Y voy a descubrirlo.

Trago saliva, realmente creyendo de lo que Michael es capaz por conseguir una información. Vamos... es ingeniero de sistema, puede hackear cualquier computadora e incluso trabaja para el gobierno.

 — Está bien —digo resignado—, lo conozco hace tiempo. ¿Te acuerdas esa vez que Circe y yo fuimos a Colombia a cubrir un documental de biología marina? Ahí nos vimos por primera vez.. y por cierto, esto te alegrará. ¡Circe viene a Inglaterra!

Entonces su rostro se ilumina, una sonrisa aparece en sus labios. Si Circe y yo tenemos una relación de amistad bastante buena, entonces ella y Michael son como hermanos. Desde que se conocen, hablan siempre. 

— ¿¡En serio!? Ella no me dijo nada —exclama—. Oh, dios, la extraño mucho. 

— ¿No te dijo? —me hago el sorprendido, pensando cómo haré para que ella viaje de China  a Gran Bretaña en menos de una semana—. Era una sorpresa, creo que la arruiné. 

— Tengo que hablar con ella ahora —suelta emocionado, pero luego me mira—. Oh, y no creas que esta conversación ha terminado. 

Entonces ya sé en qué gastaré una parte del dinero de mi novio Luke Hemmings...

... pero antes tengo que preocuparme en cómo haré para que Michael no hable con Circe antes que yo. 

players; cake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora