20. Denver.

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Logan.

-Necesito verla -le dije a la enfermera de la recepción mientras golpeaba el mesón de granito.

-Lo siento, pero en este momento no puede, señor, necesita ser un familiar.

-¡Soy su novio! -dije más alto de lo que quería- Por favor, en serio necesito verla. Tengo que saber cómo está.

-Logan -dijo alguien detrás de mí. Me volteé rápidamente.

-Señora Amelia, por favor, en serio necesito verla -le dije agitado mientras me acercaba a ella y le tomaba ambas manos.

-Logan, por favor calmate.

-Necesito verla -le repetí al borde de las lágrimas.

Me miró por un segundo y luego dijo:

-Ven conmigo.

Me guió hasta una sala de espera, donde estába el padre de Alícia y otro señor junto a él.

-Sientate -dijo la señora Amelia mientras me guiaba a una de las sillas más alejadas de su esposo.

-¿Qué pasó? -le pregunté con un hilo de voz.

-Cuando llegamos... fuimos camino a la casa, y todo estaba bien, ella fue a su cuarto, guardo sus cosas, y en la noche fuimos a cenar. Mientras cruzaba la calle... un camión la golpeó -hizo una pausa- . No la atropelló, sólo golpeó su cabeza. Ella está inconsciente. No en coma, pero sí inconsciente.

-¿Cuándo dejará de estarlo? -le pregunté llorando.

-Aún no lo sabemos. Los doctores han intentado mucho, no sé si todo, pero han dado mucho al caso de Alícia. Esperamos que sea pronto.

-¿Por qué no me dijeron cuando pasó?

-No sabíamos si era grave. Creíamos que despertaría antes, no queríamos preocuparte.

-¿Puedo verla? -pregunté apartando la mirada y con la voz ronca.

-En una hora, Logan -me regaló una pequeña sonrisa, que no pude devolverle.

-Muchas gracias -apreté más sus manos y me levanté.

Saludé al señor Nathan y fui a la entrada del hospital, donde me estaban esperando Clara y Alex.

-¿Qué pasó? -preguntó Clara, agitada- ¿Pudiste verla? ¿Cómo está?

-Inconsciente -le dije asintiendo varias veces con la cabeza-. Ella está inconsciente.

-Logan... -empezó a decir Alex.

-Dame tiempo, ¿sí? Sólo necesito... estar solo.

-Ok -respondió Alex.

Miré a Clara y le di una sonrisa comprensiva, pero con lágrimas en los ojos. Fui al auto y lo encendí. No tengo idea de adónde voy, estoy en Denver, pero necesito escapar, necesito a Alícia.

Pasé por la autopista, y la mirada se me empezó a nublar, decidí parar en un estacionamiento y quedarme allí.

Cuando contesté el teléfono en KFC, no era Alícia quien estaba del otro lado, era su madre, y me dijo que Liz estaba en el hospital. Lo primero que hice al escuchar esas palabras fue correr. Corrí hacia el auto, y no me importó que Alex y Clara estuvieran sentados en el restaurante sin saber lo que pasaba, en ese momento no me importó nada. Sólo Alícia. Alex llegó hacia mí y le conté lo que pasó, no me dejaron venir a Denver al instante. Esperamos hasta el día siguiente. Y cuando llegamos tuve que esperar otro día para venir al hospital. Han pasado dos días, y cinco desde la última vez que vi a Alícia. No parece mucho, pero a mí me parece una eternidad. Cada segundo es peor que el otro.

Apoyé mis manos con fuerza en el volante y empecé a gritar y a golpearlo fuertemente. Lo que siento ahora es indescriptible. Saber que estás a punto de perder a la persona que amas es indescriptible. Saber que ella está a punto de morir es indescriptible.

-¡¿Por qué?! -le grité al universo- ¡¿Por qué?!

Y me eché a llorar en el volante.

RoadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora