21. "No es mi Liz".

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Logan.

Estoy parado frente a Alícia. Quiero imaginar que está frente a mí. Que me está besando. Que me está abrazando. Que me dice que me ama. Pero no, la realidad es otra. Ella está inconsciente. No sé por cuánto tiempo. Y yo la quiero conmigo.

Me acerco a ella y tomo su mano, está fría. Muy fría para ser Alícia. Su rostro está pálido. No parece ella.

-Estoy aquí, Liz -le susurro.

Suelto su mano y me aparto. No puedo verla así. Ella no es Alícia. Es una chica que está incosciente en una cama. No es mis Liz. La veo por un momento y luego doy media vuelta, y salgo de la habitación.

Paso frente a la señora Amelia y me mira por un instante. Luego aparta la mirada y yo me siento en una de esas incomodas sillas que estan en la sala de espera. No pienso irme de aquí.

-Logan, te traje esto -dice Alex entregandome un vaso de papel.

-Sabes que no me gusta el café, Alex -le digo rechazándolo.

-No es café, Logan, es chocolate -sonrie.

-Gracias -le digo al quitarselo de las manos.

-¿Podemos entrar? -pregunta Clara.

-Creo que sí. No lo sé. Puedes preguntarle a la señora Amelia, o al doctor, si quieres -le digo suavemente.

-Gracias -dice Clara mientras me sonrie y se lleva a Alex.

-Ya volvemos -me dice Alex.

-Está bien -digo agachando la cabeza.

Se van y me dejan solo.

No quiero perderla. De verdad que no quiero hacerlo. Nos faltan muchas cosas por hacer. Tenemos que reir más. Tenemos que besarnos más. Tenemos que abrazarnos más. Tenemos que decirnos que nos amamos muchas veces más. No puede irse así.

-Hola -me dice el señor Nathan, mientras se acerca a mí y toma asiento en la silla de al lado.

-Hola.

-¿Cómo estás?

-No tan mal como ella -le respondo.

-Logan, acabo de conocerte. Practicamente no te conozco. Pero creo que eres buena persona. Creo que vales la pena. Sé que estás mal. No puedes imaginarte cómo estoy yo. Esto es horrible. Daría lo que fuera por no estar en esta situación.
Acabo de encontrarla y acabo de perderla -baja la cabeza-. Quiero pedirte perdón. Ya se lo pedí a ella, y como la buena persona que es, me lo concedió. Pero ahora quiero perdirtelo a ti.

-¿Por qué a mí?

-Porque yo no la cuidé. Porque yo no estuve con ella. Porque la dejé sola cuando más me necesitaba. Porque sé que te duele que ella esté así. Y no dejo de pensar que esto es mi culpa.

-Esto no es su culpa, señor James.

-Sí lo es, Logan. Las cosas serían diferentes si yo no la hubiera dejado en aquel horfanato.

-La dejó por necesidad. No tenía dinero y no podía dejar que pasara hambre e incomodidades en la calle.

-Lo sé pero... me siento mal, ¿sabes? No es fácil quedarte sin dinero y tener que dejar a tu única hija en un horfanato mientras tú andas vagando por las calles.

-Tampoco es fácil perder a tus padres.

-Si yo la hubiera buscado antes... -dice ignorando mi comentario anterior.

-¿Cómo?

-Hace seis años que tengo la empresa.

-Entonces...

-Sí -asiente con la cabeza-. Le mentimos. Es cierto que estuvimos en las calles por dos años. Pero conseguí la empresa hace más tiempo del que le dijimos. Estamos estables desde que conseguí empleo. No quise buscarla porque me daba miedo su reacción.

-Wow -fue todo lo que pude decir.

-Sé que no han estado juntos por mucho tiempo. Pero quiero darte las gracias por cuidar de ella estos meses. Te pido perdón por no estar para ella.

-Está bien.

-Gracias por entender -dijo poniendo su mano en mi espalda.

-De nada.

-Se pondrá bien.

-Ok -musité.

Se levanta de la silla y se va.

Sé que no se pondrá bien. Su cuerpo se irá. Sus ojos se irán. Sus besos y caricias se irán. Y no regresarán.

No tengo idea de cuánto tiempo me he quedado viendo hacia el frente cuando Alex me llama.

-Tenemos que irnos -dice Alex mientras se acerca a mí.

-No, está bien. Puedes irte, yo me quedo -aún tengo el chocolate en las manos. No le he dado ni un sorbo.

-Logan, has estado así por tres horas. Apenas y parpadeas.

-No, estoy bien, en serio.

-Si tú no te vas, nosotros tampoco -dice Clara.

-Chicos, pueden irse. Está bien.

Antes de darme cuenta Clara ya está sentada en la silla a mi derecha y Alex a la izquierda.

-Qué tercos son.

-No más que tú. Créeme -dice Alex.

Sonrío.

-¿Logan? -dice la señora Amelia.

-¿Sí?

-¿Puedes venir un segundo, por favor?

-Claro.

Miro a Alex y me levanto de la silla. Me acerco a ella y me mira con ojos tristes.

-Alícia...

-Digame por favor.

-El golpe en su cabeza es... esto es muy grave, Logan.

-Tenemos dos opciones -continúa-: operarla, o dejarla.

-¿Y qué esperan? -pregunto agitado- ¡Opérenla!

-Logan, si la operamos, perderá la memoria. Ella no recordará nada de lo que le ha pasado en toda su vida -las lágrimas empiezan a brotar de sus ojos.

Yo no sé qué decir.

-¿Qué van a hacer? -le pregunto al fin.

-No podemos dejarla ir. Pero aún no hemos tomado una decisión.

Si Alícia pierde la memoria, me olvidará. Si muere, no la veré.

-¿No hay otro manera? ¿No que iba a recuperarse pronto?

No dejo que hable. Me separo de ella y salgo de la sala. Salgo del hospital. Voy al auto. ¿Por qué siempre voy al auto? No lo sé. Pero hasta ahora es lo único que tengo. Hago lo mismo que hice antes de verla. Grito. Grito todo lo que puedo. Hasta quedarme sin aire. Y después lloro. Lloro todo lo que puedo. Hasta quedarme seco.

RoadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora