Capítulo 11

29 3 0
                                    

Ya era domingo. Aquella extraña conversación con Isaac me había dado mucho de que pensar. ¿Le gustaba a Isaac? ¿o eran tan sólo comentarios tontos? ¿lo que sentía por Dylan era amistad? ¿o era algo más? Lo pensé dando vueltas en la cama hasta que finalmente me quedé dormida. Al desayunar seguí dándole vueltas al asunto hasta que mi padre me sacó de mis pensamientos.

-Estás un poco callada, -dijo, levantando la vista del periódico -¿ocurre algo?

-No. -respondí, esbozando una sonrisa -Tan sólo estaba pensando en mis cosas. Ya sabes, en mi mundo, como todos los adolescentes.

-Ah, bien, menos mal. En realidad pensé que podíamos salir a algún sitio hoy y...

-Sí. Me encantaría, por favor.

Terminé y subí a mi cuarto corriendo para cambiarme de ropa. Aquella noche por suerte no había nevado y el sol se asomaba y desaparecía de vez en cuando tras unas pocas nubes blancas. Aun así, el invierno en Denver sigue siendo invierno, y estos días invernales son realmente fríos, así que me puse unos vaqueros gruesos, una camiseta de manga larga bajo una sudadera rosa chicle en la que se podía leer : Stressed, depressed, but always well dressed. (Estresada, deprimida, pero siempre bien vestida). Luego me puse las Hunter negras y me enrosqué una bufanda blanca de lana al cuello. Bajé las escaleras y cogí mi abrigo, saliendo de casa y acercándome al coche, donde mi padre me esperaba. Me senté en asiento del copiloto, me puse el cinturón y mi padre arrancó. No sabía a dónde nos dirigíamos, pero el giró a la izquierda. Pasamos la casa de la señora Mills. Al principio, vagos recuerdos de aquella horrible noche vinieron a mi mente: la discusión con Amanda, mis manos al volante, la mirada al frente en el último momento... pero aparté la vista y miré al frente.

-¿Puedo saber a dónde vamos?

-No -respondió mi padre.

-¿Por qué?

-Pues porque no.

-Eso no es una respuesta.

-Pues es la que tú solías dar hasta hace unos años.

Yo crucé los brazos sobre mi pecho y fruncí los labios. Miré de reojo a mi padre y pude ver como sonreía burlón. Yo le ignoré y puse la radio. Sonaba Ed Sheeran con Thinking Out Loud. Me gustaba mucho ese cantante, y sobretodo su historia. Deseando llegar a ser un artista reconocido, había ido de casa en casa, actuando en bares y por propinas, hasta que al fin lo había conseguido. Le admiraba. Aquella era una canción de amor, algo irónico, ya que ahora mismo de lo último de lo que quería hablar era de ese extraño sentimiento, pero no pude evitar seguir la letra de la canción.

When your legs don't work like they used to before
And I can't sweep you off of your feet,
Will your mouth still remember the taste of my love,
Will your eyes still smile from your cheeks,

Darlin' I will
be lovin' you
'til we're seventy

Baby my heart
could still fall as hard
at twenty-three,

And I'm thinking 'bout how
People fall in love in mysterious ways,
maybe it's all part of a plan
me I fall in love with you every single day
And I just wanna tell you I am,

So honey now,
take me into your lovin' arms,
kiss me under the light of a thousand stars,
place your hand on my beatin' heart.
I'm thinking out loud
maybe we found love right where we are.

Seguí cantando la canción, y cuando esta acabó, aquella melodía permaneció en mi cabeza. El amor verdadero. Nunca había experimentado esa sensación. Bueno, con mis padres, les amaba, pero nunca con otra persona, un novio. No sabía que se sentía al estar enamorada. La gente solía decir que se sentían mariposas en el estómago y unas ganas irremediables de ver a aquella otra persona, pero esos sentimientos nunca habían aflorado en mí. El único problema es que no estaba segura de querer sentirlo. En las películas aparecia como un sentimiento hermoso, pero a la vez muy doloroso, y no sabía si sería capaz de soportar más dolor.

La verdad de soñar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora