Capítulo 4 (parte 1): Partido de presentación.

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Bonnie cumplió su promesa de dedicar aquellos dos días a Amy, quien se dedicaba a pasearse con su cuaderno de dibujo por todos lados en busca de alguna buena idea para el concurso. Andrew se apuntó al partido en cuanto Amy y Bonnie se lo contaron, alegando que así podría tomar buenas fotos para el anuario de aquel curso. Se sentía muy orgulloso de poder formar parte del comité encargado de ello en calidad de fotógrafo.

Rick, en cambio, pasó aquellos dos días entre la cancha, la biblioteca y su casa. Quería entrenar para mantener el nivel pero no por eso podía dejar de lado los estudios. La misma noche que volvió de ir a jugar con Aaron a la cancha del barrio, esperó a que el niño se fuese a dormir para hablar con su madre a solas.

-Mamá, tengo algo que contarte -dijo para atraer su atención-. Creo que Aaron empieza a darse cuenta de que papá no va todo el día a ayudar al comedor -se rascó la nuca un tanto nervioso sin mirarla a los ojos-. Empieza a sospechar de que le ocultamos algo cuando hablamos en la cocina, me lo dijo antes en el cuarto -por fin se atrevió a mirar a la mujer a los ojos. La había visto por primera vez cuando tenía casi 11 años, cuando ella y su padre empezaron a salir, pero siempre la había considerado como si fuese su verdadera madre.

-Rick... Es normal que sospeche -la mujer puso una mano en una de las mejillas del chico-. Pero no podemos decirle nada. Es demasiado pequeño como para saber lo serio que es todo esto.

-Deberíamos contárselo, aunque no le expliquemos todo lo malo que conlleva la enfermedad -sugirió Rick mirándola preocupado-. Además no podremos ocultárselo para siempre, sabes que no tiene cura -murmuró bajando la vista.

-Sé que no tiene cura, pero puede seguir tan bien como está con las transfusiones y el fármaco, no tenemos por qué contarle nada si está bien -acaricia la mejilla del chico-. No quiero preocuparle por algo que de momento va bien.

-Tú misma lo has dicho... -dijo él algo molesto-. De momento va bien.

-Mientras tengamos las becas no empeorará. Y este año has entrado en el equipo, lo que significa que seguimos teniendo las dos -le sonrió levemente intentando tranquilizarle-. Venga, no te pongas así, te prometo que cuando llegue el momento se lo contaremos.

Rick suspiró y abrazó a Emily despacio, apoyando la cabeza en su hombro.

-Vale, mamá... Buenas noches -se despidió al separarse del abrazo.

-Buenas noches, cielo -le dio un beso en la frente como despedida antes de que se fuese a su habitación.

La mañana del partido Rick se pasó la gran mayoría de las clases bastante inquieto por los nervios, temiendo no estar a la altura de las exigencias del equipo o cometer errores en el partido. Sus dos amigos, Billy y Corey notaron su tensión a la hora de la comida y le mostraron todo su apoyo, diciéndole que lo haría genial y dejaría a los niños pijos del equipo visitante demasiado avergonzados como para volver a jugar. Más animado se dirigió a la pequeña reunión que tenían los jugadores con el entrenador antes del partido. Con la equipación ya puesta se sentía capaz de darles una buena paliza y, según las palabras del entrenador Drews, la mayor parte de los miembros del equipo eran novatos de primer año y todavía no habían aprendido a organizarse bien como equipo.

-Podéis hacerlo, chicos. Sois mucho mejores que ellos pero recordad que esto es sólo una exhibición. La temporada no empieza hasta dentro de una semana -les animó el entrenador. Desde el vestuario podían escucharse los cánticos de la gente, las rimas de las animadoras y los tambores de los miembros de la banda-. ¡Salid a la cancha y demostrad de qué estáis hechos los Beacons!

Un "¡Vamos, Beacons!" se alzó en el vestuario como si fuese un grito de guerra y salieron todos a la cancha para practicar unos tiros antes del partido.

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