Rick llegó a casa agotado aquella noche. Se sentó con su familia y empezaron a cenar hablando de sus cosas hasta que Aaron pareció recordar algo y fue corriendo a su cuarto. Al volver traía en la mano un preservativo todavía en su envoltorio, cosa que hizo que Rick empezase a maldecir internamente la curiosidad de su hermano pequeño.
-Rick, ¿qué es esto que tienes en el cajón? -preguntó el pequeño con curiosidad-. Te vi coger uno por la mañana.
El chico miró a su hermanito y se levantó de la mesa para acercarse a él, evitando la mirada de sus padres.
-Son cosas de mayores -le quitó el preservativo de la mano y se lo guardó-. Eres demasiado pequeño como para que te lo explique.
-Pero yo quiero saber qué es -contestó haciendo un puchero-. Tengo siete años, no soy pequeño -se cruzó de brazos frunciendo el ceño.
-Sí para saber qué era eso -le revolvió el pelo con cariño-. Ya te lo explicaré cuando seas más mayor, ahora vamos terminar de cenar, enano.
El niño se acercó a su padre y puso las manos sobre su antebrazo.
-Papá, ¿tú sabes qué era eso? -lo miró esperanzado en busca de respuestas.
El hombre miró a Rick con una leve sonrisa y luego a su hijo pequeño.
-Sí que lo sé, pero tu hermano tiene razón. Eres demasiado pequeño como para que te digamos que es.
Aaron miró a su madre como último recurso.
-Mamá... ¿Por qué no quieren decirme qué es? -dijo con los ojos algo tristes.
Su madre le miró y con una mano acarició la mejilla del niño.
-No te preocupes por eso, mi amor. Cuando llegue el momento de que lo sepas te lo explicaremos -le sonrió animándole un poco-. ¿Quieres helado de postre?
El pequeño asintió con la cabeza pero seguía con el gesto enfadado mientras esperaba por su helado. Su padre parecía aguantarse la risa, al igual que su madre. Pero Rick se sentía algo mal por el pequeño ya que sabía lo que le molestaba que no le contasen las cosas por ser demasiado pequeño. Aunque por otra parte sabía que el niño era demasiado inocente aún.
El niño se comió su helado y nada más terminar fue a la habitación todavía algo enfadado. Rick se dio cuenta de ello y, tras ayudar a recoger los platos, le siguió hasta la habitación. Aaron estaba sentado en su cama mirando enfurruñado la pared de enfrente y Rick se sentó junto a él poniendo una mano en su hombro.
-Ey, venga campeón que no es para tanto -le dijo Rick a su hermanito queriendo animarle. Aaron se apartó de él con los brazos cruzados y gesto enfadado.
-Estoy harto de que no me contéis las cosas por ser pequeño -dijo sin mirarle-. Como cuando mamá y tú habláis en voz baja en la cocina después de traer a papá de ir a ayudar en el comedor social.
Rick se quedó con rostro impasible aunque por dentro sus sentidos estaban completamente alerta. Nunca había creído que su hermanito pensaba eso de cuando hablaban. El pequeño simplemente creía que su padre iba al comedor social cuando salía, pero en realidad no era así.
-Algún día lo sabrás todo. Yo mismo te lo contaré -le dijo en tono cariñoso. Aaron pareció alegrarse un poco, pero aún seguía con mala. Rick miró a su alrededor y encontró su bolsa de deporte a los pies de la cama, junto a la pelota de baloncesto-. Oye -se agachó a por el balón y se lo enseñó a su hermano-. ¿Quieres que vayamos a jugar un rato? -le preguntó sonriéndole, sabía que aquello era lo que más animaba al niño.
Aaron sonrió ampliamente y se puso en pie rápidamente.
-¡Sí! -contestó riendo mientras agarraba el balón.
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Downtown Crossing Station
RomanceUna estación de metro sólo es un lugar de paso en el que la gente viene y va. Algunas personas, como Amy, no tienen la necesidad de cambiar de línea. Otras en cambio necesitan hacer transbordo en alguna de las paradas para llegar a su destino, éste...