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Casually speaking

Guardé mi celular en el bolsillo frontal de mi pantalón, tomé las llaves del auto y me dirigí a su departamento. Media hora después ya me encontraba frente a la puerta de lo que era su hogar. Hice sonar el timbre un par de veces hasta que se dignó a abrir la puerta.

- Qué fresco y pulcro luces- le dije sarcástico al ver que aún traía puesta su pijama gris y su par de pantuflas marrón. - Mentira, que te ves sucio-.

Restregó los nudillos contra sus párpados, como si le hubiese despertado a mitad de la noche. - Gracias, me gustaría decir lo mismo de ti, pero en realidad luces peor que yo- rió ante su propia broma, segundos después se encontraba bostezando y cubriendo su boca con la diestra.

- Vamos, Miles, espabílate. Tenemos muchas cosas por hacer y con ese ánimo que tienes encima ni siquiera me dan ganas de vivir-.

- Que yo recuerde, hoy es día libre y tu, ¿acaso no tienes una novia que atender?-.

Me detuvo en seco, me ofendí por supuesto, pero no quise hacer mención. Por lo general era él quien iría a buscarme, para hacer algo por la tarde tras dormir la mañana entera como resultado de una insólita resaca y una noche infinita, como la de unas horas atrás. Por primera vez hice una excepción y quise ir a buscarlo, por eso aquello me aplicó cierta presión en el pecho que no pude explicar siquiera. Mejor dejarlo pasar, no era gran cosa.

- Sí, es día libre pero hoy saldremos- hablé ya más serio, no quería aparentarlo pero tampoco podía evitarlo.

Él solo bufó ante mi comentario.

- ¡Vamos, Miles!- insistí.

Por segunda ocasión bufó y se fue a su habitación para vestirse, probablemente, su apatía me dolía y ni siquiera era intencional. Continúe sin hacer nada, solo cerré la puerta detrás de mi y me dispuse a seguirlo a su habitación. Al entrar escuché la presión de la regadera liberarse y las gotas de agua golpeando buscas el azulejo.

Como de costumbre me desplomé sobre la cama y encendí la TV en busca de algún programa, siempre dejaba los más aburridos, no había un motivo exacto para esto, solamente lo hacía, todo era mecánico. Terminaba entretenido en conversaciones banales.

La voz de Miles se escuchó desde el interior del baño, entonando el estribillo de In The Heat Of The Morning, de una me sacó de mi transe. El resto de la canción él solía olvidarla y concluía con lo primero que venía a su mente, qué desorden era. Sin embargo, me gustaba la sinfonía a pesar de cuestionarme cómo le era posible silbar, cantar y tararear de forma alternada pero para ir a buscarme no tenía ni pizca de ánimo. Que consternado me sentí.

Mi celular comenzó a vibrar desde el interior del bolsillo, salí del otro transe en el que yo mismo me induje. De inmediato me levanté del acolchado, me erguí y me senté sin fragmento de energía en la orilla de la cama. Fue cuestión de par de tecleos para atender la llamada que era de, redoble de tambores, ¡Alexa!

- Cariño, hoy llegaré temprano a casa, hace mucho no...- se mantuvo en silencio y continuó. - ¿De quién es la voz que escucho?-.

- Miles, estoy en su casa-.

- Me imaginé, ustedes dos siempre están juntos, por cierto, hola para ti también- una risa acompañó a esto último que dijo.

- Lo siento, hola, Lex. ¿Qué sucede?- pregunté intrigado, no era usual recibir llamadas suyas a esa hora del día, menos con el bullicio que se colaba desde el otro lado de la línea.

- Te decía que hoy saldré temprano del trabajo y me gustaría ir a algún lugar contigo. Hace mucho que no tenemos una cita normal, sin el estrés de tus conciertos o mis entrevistas, tu sabes-.

- ¿Podemos llevar a Miles?- salió inconsciente.

- Alex, cariño, por favor. No quiero ser grosera pero, ¿realmente es necesario que asista? No es nada personal pero ha ido a la mayoría de citas que hemos tenido-.

- ¡Sólo bromeaba, Lex! Te veo en el Café Rouge- me mordí fuerte el labial, me salvé al arreglarlo tan fugaz.

- Ese lugar me gusta, es en donde tuvimos nuestra primera cita, ¿lo recuerdas? Te espero a la hora de siempre-.

- ¿Cómo podría olvidarlo? Y sí 7:30 p.m. estaré ahí-.

- Nos vemos pronto, cariño, te amo-.

- También te amo, Lex-.

Finalizó la llamada.

- ¿Quién era?- preguntó Miles, saliendo del cubículo y caminando en dirección mía.

- Era Mardy-.

- ¡Alexa!- adivinó de inmediato, con emoción como si hubiera ganado algún premio, dejando caer sus manos sobre mis hombros para sacudirlos en una euforia innecesaria, pero así era él. - Es Alexa y no te emocionas, ¿cómo es que no te emocionas? Maldito anciano joven, a dónde fue a parar toda tu felicidad- comentó entre dientes, seguro le di nervios.

- Ella misma, hoy tendremos una cita y SÍ estoy emocionado, es sólo que aún me siento somnoliento... Hey, ¿a quién le dices anciano, anciano?- y cambié abrupto de tema, esta vez no me emocioné.

- A ti te digo anciano, ya reacciona, pensé que era yo quien tenía sueño- alzó su diestra y palmeó mi mejilla par de veces con fuerza medida. - Podría llevarte solo déjame vestirme, desayunamos y después te dejo en tu casa para que hagas tu ritual de belleza y termines luciendo igual que siempre, o sea, como un vagabundo-.

Le di mi mejor mirada de indignación en cuanto me llamó vagabundo, pero apenas se rió, me uní. Con Miles era tan inevitable ser feliz.

homesick - milex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora