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Ladies and Gentlemen, I introduce you: Miss Alexa Chung. (I)

Amaba a mi pareja de una forma que no podía explicar, al menos no verbalmente, pero dentro mi cabeza los sentimientos cobraban sentido a mi manera; amar a Alexa estaba en un idioma que lastimosamente no podía compartir más que conmigo mismo.

Ella se había convertido en una persona vital para yo poder mantenerme con los pies en la tierra, pero por otro lado me tenía con la cabeza en las nubes. Me procuraba tanto físicamente así como también mi bienestar emocional, era exorbitante su querer que me parecía inconcebible que alguien más allá de mi casta, como les llamaba, sintiera tanto hacia mi. La última persona que había tenido ese interés en mi fue, así es, ya lo habrán adivinado a este punto: Miles, pero la respuesta era evidente.

A pesar de todo, mi amistad con él no tenía comparación con ninguna otra relación, ya fuera amistosa o amorosa. Nuestra amistad en la infancia partió desde el día uno con un apego evidente, partiendo de ese momento nos hicimos tan allegados, muy a pesar de que hacía varios meses perdimos contacto.

Esos pensamientos ya no tan recurrentes en donde planeaba compartir muchos momentos a su lado me hacían sentir gris, pero la idea de no poder convivir con Alexa y Miles al mismo tiempo era aún peor, me deprimía. Nada me dolía más que el hecho de que no existieran dos Alex para disfrutar de ambos, pero así es la vida, no todo se puede tener. Ojalá fuera fácil meterme esa idea a la cabeza.

Por las noches el silencio post descanso, de una u otra forma, acababa arrojándome a un remolino de pensamientos sobre lo que hacía o no a lo largo del día, yo al medio del caos por supuesto. Como diccionario recorría en orden alfabético cada uno de los errores que cometí durante mi -no tan larga- vida, hasta los momentos que me hicieron feliz por más efímeros que fueran, o pequeños detalles que definían mi estado de ánimo. La lluvia, el ambiente frío o el número de personas que aprecié por no animarse a hablarme a pesar de reconocerme.

Mis días transcurrían simulando una rutina sinfín. Las entrevistas, las fiestas, las citas con Alexa excluyendo a Miles, los conciertos y los meet & greet, pero este último par no era lo que me daba esa aura tan nublada de depresión y desánimo, sino el hecho de que Alexa me prohibió invitar a mi mejor amigo a eventos importantes, mismos que deseé compartir con mis allegados. El tiempo exclusivo para tu pareja es esencial para que una relación prospere fueron sus palabras.

Se sentía como un castigo, pero no me quedaba de otra, no iba a gritar, ni a llorar, ni siquiera pondría los ojos en blanco como hacía ella cuando se molestaba, el conflicto nunca fue opción para mi. A lo que voy es que, amo a Alexa, sí, pero su actitud me ofusca, es como si su felicidad se creara a base de mi desdicha.

Recuerdo que en días anteriores, ella quería que visitáramos a mis padres y así hicimos, salimos en una cita doble, para dar un paseo cerca de los límites de Sheffield con Penny y David, quienes hacían que los momentos con mi pareja fuesen menos incómodos.

Ese día Alexa lució muy casual, cosa que me parecía magnifica, porque se le notaba cómoda, con un aire jovial que olvidaba tener. Amaba verla con su cabello a la par que el compás irregular del viento, con una sonrisa tan amplia y su perfil bien definido a mi lado al caminar. ¿Que era linda cuando se lo proponía? No había ni pizca de duda.

Siempre se caracterizó por tener un gusto único en, bueno, todos los aspectos; desde comida hasta la manera de arreglar su cabello por las mañanas. Ciertamente poseía diferentes talentos, que incluso llegué a suponer que se proponía a aprender algo nuevo con las semanas. Sabe leer notas musicales como toda una experta, toca el piano y otros instrumentos, aprendió a cocinar platillos internacionales, canta en ocasiones, argumenta, habla y da discursos de cualquier tema con tanta fluidez que luce natural porque, valga la redundancia, se le da naturalmente.

Es modelo de alta costura, tiene la capacidad de convertir un panorama insípido en uno digno de vislumbrar si es que está rodeado de la basura explícita del día a día, escribe poesía, sabe de historia, conoce mucho sobre cada materia aburrida que suelen aplicarle en el colegio y, algo en particular que ambos compartimos, es que somos amantes del arte y la buena literatura.

Pero como toda buena mujer con diversas virtudes, también tenía sus defectos e inseguridades, los cuales me encargaba de suprimir, porque al final del día lo único que quería para ella era que fuese feliz.

- ¿Aún me sigues queriendo?-.

Al caminar por aproximadamente dos cuadras ella no había soltado ni una sola palabra, estaba más callada que cuando la conocí por primera vez, así que en el instante en que formuló su pregunta, manteniendo su vista fija hacia el frente, me sorprendí y me detuve en seco, provocando que el agarre de nuestras manos desistiera.
La observé, queriendo grabame ese momento por siempre.

- Pero claro que sí, ¿a qué viene eso?-.

¿A caso nuestro amor se marchitaba ante sus ojos? ¿Por qué habrá cuestionado mis sentimientos por ella? Probablemente por culpa de mi indiferencia y falta de tiempo se sentía alejada o rechazada, cosa que era cierta pero no en su totalidad, siempre me hacía un tiempo para compartir juntos, sino ¿qué hacíamos en los límites de Sheffield caminando en aquel momento?

homesick - milex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora