Capítulo 5

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En el cambio de la tercera clase de la mañana, una compañera se desmaya en el pasillo. Henrie, yo y los que estaban por los alrededores nos acercamos a ella.

- Dejadle espacio - pide Henrie, yo le doy aire con mi carpeta.

Ella abre los ojos y se levanta de repente, se frota la cabeza por el fuerte golpe que se había dado, se toca la espalda y el pecho.

- ¿Te duele ahí? - le pregunto.

- Sí, pero parece que ya se me pasa, ahora siento mariposas en el estómago.

- ¿Te acompañamos a algún sitio? - propone Henrie.

- No, gracias, estoy genial - se va.

- Esto es de lo más raro - me susurra Henrie en el oído, cosa que me da escalofríos.

- ¿Y si te digo que esto ya ha pasado antes?

- Explícate - me pide.

- En el autobús un chico gritaba de dolor en el pecho, me acerqué a él y aún no pasado un minuto se sentía genial.

- Inusual, vamos a clase.

A la hora del almuerzo, esperamos a Mia para comer. Arian se acerca a mí.

- ¿Y tu amiga?

- Todavía no ha salido.

- ¿Y tú quién eres? - quiere saber Henrie.

- Arian. No te preocupes, en seguida dejo de molestarte con mi presencia, sé que te sientes inferior a mi lado.

Henrie me observa y yo me encojo de hombros. Enseguida llega Mia.

- Hola.

- Hola, quiero presentarte a este chico, se llama Arian, Arian, esta es Mia. - Se saludan y se dan dos besos. - Bueno, ya podéis conoceros, nos vamos a comer que hoy tenemos prisa para ir al laboratorio.

Agarro la mano de Henrie y en ese mismo instante me arrepiento y se la suelto al momento.

- Lo siento, solo quería dejarles intimidad, si a Mia no le conviene en seguida nos alcanzará.

Nos sentamos, pedimos algo de beber y le guardamos un sitio a Mia, que llega dos minutos después.

- ¿Qué tal?

- Emily, te mataré, ese tío es un pesado.

- Él me pidió si os presentaba, no iba a decirle que no.

- Sabes que Arian no es mi tipo - abre mucho los ojos.

- Yo te he visto con chicos parecidos a él - asegura Henrie.

- Pero he cambiado.

Yo bebo un sorbo de mi vaso de agua, ya que no tengo nada que intervenir en su conversación.

- ¿Entonces quién te gusta?

- Tú.

Empiezo a toser muy fuerte porque casi me ahogo con el agua.

- ¿Estás bien? - se preocupa Henrie dándome palmaditas en la espalda.

- Sí, sí, voy al baño - me levanto.

Mia está majareta. Ayer decidió que le gustaba Henrie y hoy se declara, me niego, tendría que haberle dicho que Henrie me gustaba desde hace mucho, pero si lo hubiera hecho, el secrero no duraría ni un telediario. Y si lo hago ahora, pensará que es por fastidiarla.

¿Y si salgo del baño y ya se están besando? No, no puede ir todo tan rápido, voy a intervenir.

Me acerco a la mesa y me siento, los miro, están callados cada uno mirando a su plato.

- ¿Chicos, qué me he perdido? - Mia se levanta y se va sin decir palabra. - ¡Mia! - Me ignora. - Henrie... - le pido una explicación.

- Me ha contado que yo le gustaba mucho y que quería intentar algo conmigo. Y yo le expliqué que no podía porque era mi amiga y me gustaba otra.

Abro la boca. ¿Otra? ¿Ya somos tres?

- Voy a ver si la alcanzo, vengo en un rato.

El camarero se cruza conmigo, me tira un plato de ensalada y macarrones encima y después cae al suelo.

- ¡Ay! - protesto, pero el que se está quejando de verdad es el camarero.

- ¿Otra vez? - yo asiento y Henrie se levanta apurado, pero como las otras dos veces, no pasan unos segundos hasta que se vuelve a encontrar bien.

La jefa del restaurante se acerca a preguntar si estamos bien:

- No sé qué pasa, debe ser un virus que anda por ahí, antes a un cliente le ha pasado lo mismo.

Matar a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora