En el cambio de la tercera clase de la mañana, una compañera se desmaya en el pasillo. Henrie, yo y los que estaban por los alrededores nos acercamos a ella.
- Dejadle espacio - pide Henrie, yo le doy aire con mi carpeta.
Ella abre los ojos y se levanta de repente, se frota la cabeza por el fuerte golpe que se había dado, se toca la espalda y el pecho.
- ¿Te duele ahí? - le pregunto.
- Sí, pero parece que ya se me pasa, ahora siento mariposas en el estómago.
- ¿Te acompañamos a algún sitio? - propone Henrie.
- No, gracias, estoy genial - se va.
- Esto es de lo más raro - me susurra Henrie en el oído, cosa que me da escalofríos.
- ¿Y si te digo que esto ya ha pasado antes?
- Explícate - me pide.
- En el autobús un chico gritaba de dolor en el pecho, me acerqué a él y aún no pasado un minuto se sentía genial.
- Inusual, vamos a clase.
A la hora del almuerzo, esperamos a Mia para comer. Arian se acerca a mí.
- ¿Y tu amiga?
- Todavía no ha salido.
- ¿Y tú quién eres? - quiere saber Henrie.
- Arian. No te preocupes, en seguida dejo de molestarte con mi presencia, sé que te sientes inferior a mi lado.
Henrie me observa y yo me encojo de hombros. Enseguida llega Mia.
- Hola.
- Hola, quiero presentarte a este chico, se llama Arian, Arian, esta es Mia. - Se saludan y se dan dos besos. - Bueno, ya podéis conoceros, nos vamos a comer que hoy tenemos prisa para ir al laboratorio.
Agarro la mano de Henrie y en ese mismo instante me arrepiento y se la suelto al momento.
- Lo siento, solo quería dejarles intimidad, si a Mia no le conviene en seguida nos alcanzará.
Nos sentamos, pedimos algo de beber y le guardamos un sitio a Mia, que llega dos minutos después.
- ¿Qué tal?
- Emily, te mataré, ese tío es un pesado.
- Él me pidió si os presentaba, no iba a decirle que no.
- Sabes que Arian no es mi tipo - abre mucho los ojos.
- Yo te he visto con chicos parecidos a él - asegura Henrie.
- Pero he cambiado.
Yo bebo un sorbo de mi vaso de agua, ya que no tengo nada que intervenir en su conversación.
- ¿Entonces quién te gusta?
- Tú.
Empiezo a toser muy fuerte porque casi me ahogo con el agua.
- ¿Estás bien? - se preocupa Henrie dándome palmaditas en la espalda.
- Sí, sí, voy al baño - me levanto.
Mia está majareta. Ayer decidió que le gustaba Henrie y hoy se declara, me niego, tendría que haberle dicho que Henrie me gustaba desde hace mucho, pero si lo hubiera hecho, el secrero no duraría ni un telediario. Y si lo hago ahora, pensará que es por fastidiarla.
¿Y si salgo del baño y ya se están besando? No, no puede ir todo tan rápido, voy a intervenir.
Me acerco a la mesa y me siento, los miro, están callados cada uno mirando a su plato.
- ¿Chicos, qué me he perdido? - Mia se levanta y se va sin decir palabra. - ¡Mia! - Me ignora. - Henrie... - le pido una explicación.
- Me ha contado que yo le gustaba mucho y que quería intentar algo conmigo. Y yo le expliqué que no podía porque era mi amiga y me gustaba otra.
Abro la boca. ¿Otra? ¿Ya somos tres?
- Voy a ver si la alcanzo, vengo en un rato.
El camarero se cruza conmigo, me tira un plato de ensalada y macarrones encima y después cae al suelo.
- ¡Ay! - protesto, pero el que se está quejando de verdad es el camarero.
- ¿Otra vez? - yo asiento y Henrie se levanta apurado, pero como las otras dos veces, no pasan unos segundos hasta que se vuelve a encontrar bien.
La jefa del restaurante se acerca a preguntar si estamos bien:
- No sé qué pasa, debe ser un virus que anda por ahí, antes a un cliente le ha pasado lo mismo.
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Matar a Cupido
FantasyEmily y Mia son dos mejores amigas que no podrían ser más distintas, pero que les gusta el mismo chico, Henrie. Todo parece una historia normal hasta que ven la película: "¿Te lanzo otra flecha?", a partir de la cual, todo a su alrededor parece una...