Le pido a Henrie que se siente y voy a buscar una pomada para sus heridas y se la aplico con delicadeza.
- ¿Te duele?
- Me duele más lo que pueda pasarle a Chace - confiesa.
- Todo esto es muy fuerte. Hoy he escuchado en el supermercado a una señora hablar de que su nieto estaba muy violento. Parece que primero están embobados y después agresivos, son como las fases de una enfermedad.
- Tienes razón, pero espero que no a todos les afecte tanto.
Suspiro, mi cabeza va a estallar.
- En cuanto a ti, puedes usar mi baño, tenemos una habitación libre, pero solo tiene un sofá cama y un pequeño armario. Es bastante cómodo, pero...
- Es más de lo que necesito, gracias.
Cenamos los tres en silencio, Mia apartada de nosotros como si tuviéramos la peste, y con la excusa de su enfado no lava los platos, así que me toca a mí.
- Te ayudo yo.
- Estás magullado, ¿piensas que no he lavado yo los cacharros cientos de veces más que Mia?
- ¿Sabes qué pienso? - Niego con la cabeza mientras enjabono los vasos. - Que eres demasiado buena con ella, la aguantas mucho y a veces te utiliza. - Me quedo callada. - ¿Qué pasa? ¿Me vas a decir que no tengo razón?
- Te voy a contar una cosa: la pubertad favoreció a Mia, ahora es guapísima con un tipazo envidiable y se cuida un montón, pero no siempre fue así. Tenía un montón de granos en la cara y algunos kilos de más para lo que la gente cree que es estar bien, se metían con ella sin motivo, era una chica normal, pero la tomaron con ella. Al final toda la clase se acostumbró a hacerle el vacío y llamarle "cerdito con varicela". Yo nunca había hablado con ella hasta el día que la encontré llorando en los baños, agarré su mano y le obligué a que dejara de llorar y me acompañara a clase. Allí les grité a todos, les dejé las cosas bien claras. ¿Quién eran ellos para judgar a nadie? Y empecé a nombrar defectos de cada una de las personas que se burlaban de ella. Desde entonces, nadie volvió a llamarle eso y poco a poco se fue integrando con la mayoría del grupo. Excepto las típicas personas que nunca cambian. Desde entonces somos amigas, pero en algunas ocasiones no parece acordarse de lo sucedido y tambiém critica. Sigo con ella porque es una chica que aunque parezca fuerte y que todo le da igual, le importa demasiado lo que los demás piensen de ella y tiene miedo al rechazo y los malos comentarios.
- Vaya, Emily, no tenía ni idea, lo siento.
- No pasa nada, pero quiero seguir a su lado porque ha sufrido lo suyo.
- Eres sinceramente increíble, Emi.
- No es para tanto - quiero sacarle importancia porque consigue sacarme los colores.
Él agarra un paño y seca la vajilla, después nos preparamos para dormir.
- Toma, te traigo esta manta, ¿te valen los cojines?
- Está todo bien, Emily.
Le doy las buenas noches y me voy a mi habitación.
A la mañana siguiente los tres cogemos el autobús.
- ¿Se sabe algo de Chace?
- Les he preguntado a Guiller y a Tom, pero de momento, nada. Iré a verlo desde que salgamos.
- Voy contigo.
Henrie me sonríe.
Cuando llegamos, él y yo observamos a Hailee, que camina dando puñetazos a la pared. Un profesor le llama la atención y ella se abalanza sobre él y empieza a golpearlo.
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Matar a Cupido
FantasyEmily y Mia son dos mejores amigas que no podrían ser más distintas, pero que les gusta el mismo chico, Henrie. Todo parece una historia normal hasta que ven la película: "¿Te lanzo otra flecha?", a partir de la cual, todo a su alrededor parece una...