Capítulo 16

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- Así, me gusta, creo en vosotros - nos apoya Güim.

- Pero dos personas no seremos capaces de conseguir nada. Necesitamos a Mia, y creo que Arian también podría servir de ayuda.

- Sí, y también puedo llamar a Guiller y a Tom, ellos han vivido la locura de Chace, seguro que se creen esto - me apoya Henrie.

- Es peligroso contarle esto a tantas personas - nos advierte Güim.

- Ellos son nuestros amigos.

- Tened en cuenta que cuánto más personas seáis, más vulnerables.

- Y más posibilidades de acabar con Cupido - insiste Henrie.

- Está bien, pero espero que me hagan más caso que vuestra amiga.

Henrie llama a Tom y a Guiller y yo a Arian. Los tres llegan cuando todavía Mia no ha despetado. Llaman a la puerta y entran corriendo porque les explicamos que era una emergencia y que tenía que ver con el caso de Chace y el resto.

Arian se asusta al ver a Mia dormida en el sofá:

- ¿Está bien?

Entre Henrie, Güim y yo les explicamos todo lo sucedido.

Arian se queda en blanco, totalmente, no habla y no sabemos lo que opina.

- Arian, escúchame, esto es real, mira lo que le ha hecho a Mia, al igual que otras muchas personas - intento que me diga algo agarrándole por los hombros e insisitiendo.

- ¿Y si os ayudo la gente sobrevivirá? - por fin habla.

- Eso es lo que esperamos, pero solo podremos hacerlo si nos damos prisa, no sabemos cuántos más casos hay mientras que charlamos.

- ¿Y si me da a mí?

Ahora es cuando interviene Henrie un poco enfadado:

- Mira, tío, yo no sé el aprecio que le tienes a Mia, pero si la quieres como dices, lucharías con tu vida por que no le pasara nada. A Cupido se le puede antojar volver a por ella, entonces el antídoto no sería eficaz. Supongo que sabes lo que eso conlleva. Somos los únicos informados de lo que verdaderamente está pasando y de lo peligroso que es, deberíamos hacer lo correcto para que a nadie más le pase nada. Ahora bien, si quieres quedarte, hazlo, pero tienes las mismas posibilidades de que te lance una flecha paseando por la calle o en tu propia casa.

Todos nos quedamos observando a Henrie, que había hablado en un tono muy serio y algo molesto que no ha conseguido convencer a Arian.

- Me quedaré cuidando de ella.

- Cobarde - Henrie casi le escupe esa palabra en la cara y se da la vuelta.

En este momento, Mia despierta, algo confusa y desorientada y no cesa de hacernos preguntas. Decido contarle todo, incluído que se quedará con Arian.

- Pero yo quiero ayudar, ya he sido un estorbo antes.

- Es mejor que te quedes, por si acaso, - sentencia Henrie y Mia no le discute nada - en lo que podéis ayudar es en la elaboración de más antídotos mientras que nosotros cuatro preparamos el resto.

- Bueno, - Güim suspira - vosotros, como ya os había dicho, tendréis que inyectar el líquido. Pero no con una aguja, sino con una flecha.

- ¿Cómo? - pregunto perpleja.

- Sí, beberlo no es fiable. - Saca de su bolsa, que parece no tener fondo, dos pares de flechas con sus arcos. - Venga, a practicar.

- Pero, ¿cómo sabemos que se clava en la piel o que tenemos buena puntería?

- Más probabilidad, Henrie.

Nos explica cómo colocar los instrumentos y cómo acertar en el blanco. Vale cualquier parte del cuerpo, ya que no es un arma que pueda hacer daño. Practicamos un tiempo contra una tela, esto es necesario que se nos de bien, y tenemos poco tiempo.

Matar a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora