Era lo que nos faltaba, teníamos todo organizado, íbamos a actuar y aparece ella.
- ¿No podías esperar? Mia, por favor, Cupido está cerca y no tenemos más camisetas protectoras, ¿estás loca? - empiezo a gritar.
- Le dejo la mía, - dice Tom - a mí tenéis la oportunidad de inyectarne el antídoto, si le vuelve a dar a ella...
Todos miramos a Tom, que se arriesga por Mia.
- Vaya, - ella ahora se tranquiliza un poco y habla con más seriedad - ¿harías eso por mí?
Tom asiente.
- Tenéis treinta segundos. - Guiller nos hecha al pasillo para que se cambien rápidamente, y una vez fuera, habla. - Ya se ha colado por la rubia.
Salen rápidamente.
- ¿Y Arian? - pregunta Henrie.
- No lo sé, - responde Mia - lo eché fuera del apartamento, por cobarde.
- Venga, vamos allá, dividámonos como hemos planeado.
Guiller, Tom, y Mia la incorporada van por el lado sur de la universidad y Henrie y yo por el norte. Caminamos despacio, en silencio por los pasillos y las clases vacías. ¿Dónde están todos? Parece una universidad fantasma. Escuchamos únicamente nuestras respiraciones hasta que Henrie me susurra al oído:
- Te quiero.
No me da tiempo a decir nada.
- ¡Qué bonito! - Escuchamos unas palmadas, como si una sola persona quisiera empezar unos aplausos pero nadie lo siguiera. Nuestros cuerpos se vuelven rígidos al darnos cuenta quién es. - ¿Sabéis cómo os he encontrado tan rápidamente? Porque huelo el amor. Si sólo fuérais amigos y os escondiérais, tendría que buscaros como si fuera un humano, pero os queréis. Siento deciros que eso no os durará mucho.
Henrie tiene agarrado el arco, preparado para disparar en cualquier momento.
- ¿De verdad quieres jugar? Lanzo flechas en menos de un segundo. Pero quiero divertirme.
Qué fachendoso.
Empezamos a correr por los pasillos: clase de biología, después la de química y giramos a la de anatomía.
Cupido se teletransporta y aparece justo a mi lado, me agarra por el brazo y me aleja de Henrie, este intenta lanzar, pero Cupido la agarra con la mano en el aire.
Sonríe. ¿Por qué tiene que ser tan guapo? Es tan guapo como malvado. ¿Qué pasa? ¿Por qué me quedo mirándolo sin poder apartar mis ojos de él?
- Hipnosis. - Lo escucho, habla con Henrie, pero no puedo moverme. - Nunca lo había usado, pero es divertido, sobre todo si es para hacerte sufrir.
- Eres el dios del amor, ¿por qué quieres hacernos daño?
- Se lo conté a Emily, tengo mis razones, si yo no puedo ser feliz, vosotros tampoco, y menos tú. Me he arrepentido de lanzarte la flecha, no te mereces a esta chica. No me caes nada bien.
Sigo oyendo sus palabras, pero no puedo hablar, no soy capaz de discrepar con lo que está diciendo, ni abrir la boca, ni apenas parpadear.
- Hace mucho tiempo que podríais estar muertos, pero me divierto con vosotros, sois graciosos por pensar que seríais capaces de hacerme algo. Tanto que os habéis preparado, tantos cacharritos que os han dado para atacarme, todo eso no os sirve de nada
- Por favor, solo déjala - dice con apenas con un hilo de voz, como si fuera a llorar.
- Já. Eso es lo que yo siento. ¿Ves cómo sientes que se te parte el corazón? - Ahora me mira a mí. - ¿Soy guapo?
- Tanto como un dios - respondo sin saber lo que digo.
- ¿Más que Henrie?
- Sí, me gustas mucho más - yo no quiero que esas palabras salgan de mi boca, él con la hipnosis me obliga a decirlo.
- Bueno, Henrie, ya que tus flechitas de juguete no te sirven, me la voy a llevar, espero que no te importe, no volverás a verla. Si intentas pararme, te mataré.
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Matar a Cupido
FantasyEmily y Mia son dos mejores amigas que no podrían ser más distintas, pero que les gusta el mismo chico, Henrie. Todo parece una historia normal hasta que ven la película: "¿Te lanzo otra flecha?", a partir de la cual, todo a su alrededor parece una...