#14: La cena de egresados del quinto sexta

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El celular estaba sonando a todo volumen. Era la alarma que había puesto para levantarme más temprano que de costumbre. ¿El motivo?: los preparativos para la cena de egresados que se hacía esa misma noche.

Lo primero en mi numerosa lista era ir a retirar el traje que ya había alquilado. Así que agarré las llaves y entré al auto con mi mamá. Ella había insistido en acompañarme, y obvio que no le iba a decir que no.

-¿Te gusta?-le pregunté mientras ella sostenía la prenda en sus manos.

-Sí, muy lindo. Te vas a ver como todo un galán.

Lo segundo en mi lista para ese día era ir hasta la casa de Valentín para que los dos fuéramos a ayudar a terminar de decorar el salón. Aún quedaban por terminar unos detalles.

Dejé a mi mamá en la casa y le pedí que se lleve el traje con ella. Después manejé hasta la casa de mi amigo.

-¿Qué pasó, señora?-dijo Valentín en señal de saludo.

-Te vengo a buscar, belleza, dijiste que viniera para que fuéramos a decorar el salón.

-Ah sí, ya salgo.

Lo esperé por unos breves minutos. Era peor que las chicas cuando se arreglaban. Bueno, tampoco quiero decir que todas las chicas sean iguales porque eso sería aplicar un estereotipo y no quiero que algo así pase. Para aclarar mejor la idea, voy a corregirme: mi amigo se comportaba peor que algunas chicas cuando se arreglaban.

Momentos después estábamos con el resto del curso en el salón, arreglando los detalles finales. Los computers se estaban encargando de ayudar con las luces y el sonido; los intelectuales acomodaban los manteles; las huecas estaban, supuestamente, dando toques más “divinos”; los gamers ayudaban con la preparación del video y eso y nosotros-los normales-hacíamos lo que estaba a nuestro alcance. Obvio, la diferencia grupal del curso aún no se había disuelto, pero lo más importante era que cada uno aportaba un poco para hacer una fiesta tremendamente buenísima.

-Martín, ¿podés venir?-La que me llamaba era la líder de las huecas, María Del Cerro. Ella había establecido su propio récord: la chica que más guita gasta en comprar pintura de uñas y tintura para el pelo en toda la historia.

Me acerqué hasta ella. Era súper raro que estuviera hablando conmigo, osea si todo este tiempo me estuvo ignorando, ¿qué onda? Quizá, después de todo, le entraba nostalgia ya que no nos íbamos a ver más, pero dudaba que eso fuera cierto. Tan real como que a los intelectuales les costaba matemática.

-Sí, ¿qué pasa?-le pregunté.

-¿Es verdad que vos andás con una de cuarto?-Osea, ¿y qué carajo le importaba a ella? Bueno, solamente estaba preguntando, pero no me gustaba que la gente se metiera en mi vida. Aparte ya había comenzado a correr el chisme de que Cami y yo éramos novios.

-¿Por?

María levantó las cejas.

-Es que, como es algo que se anda diciendo por ahí quería comprobar si era verdad o no.

Considerando que ya habían pasado meses desde mi noviazgo con Cami, pensé que no había nada de malo en confirmárselo.

-Sí, ¿quién te lo dijo?

Qué pregunta tan tarada. Era claro que no me iba a decir.

-Alguien se lo dijo a mi amiga y ella me lo contó a mí.

-Ah, bueno.-Y volví a concentrarme en lo que estaba haciendo.

Al fin terminamos. El salón quedó copado. Ahora lo único que quedaba era la fiesta que se iba a hacer allí esa noche. Nuestra fiesta.

Estaba en mi casa. Mi vieja había preparado unos cafés, acompañados por unas facturas. Y se puso a conversar conmigo sobre el evento de la noche. La abuela estaría con nosotros, pero lo que más me llenó de alegría fue que mi papá la llamó para decirle que también iba a ir. Ya lo había sospechado desde el comienzo, así que tenía una invitación guardada justo para él.

La hora llegó. Bajé las escaleras con el traje ya puesto. Mi mamá estaba hermosa; llevaba puesto un vestido negro que combinaba con sus zapatos. La abuela tampoco estaba mal vestida. Un bocinazo sonó desde afuera, era mi papá que venía a buscarnos. Después del viaje por Bariloche, había conseguido comprarse una camioneta. Parece que las cosas iban bien en su vida.

Pasamos a buscar a Camila. Cuando salió, me quedé impresionado. Estaba re hermosa. Su pelo, su vestido, sus zapatos, su maquillaje, todo; todo era perfecto en ella. Bajé para ir a saludarla.

- Estás re lindo. Mirá, ¿te gusta?-me preguntó dando un pequeño giro.

-Estas...súper hermosa.-Parecía un tonto, estaba como hipnotizado por su belleza.

-Hey, parece como si estuvieras volado.

Y era así. Ella era mi droga.

-Mejor nos vamos antes de que mi novia nos vea.

Ella se rió.

-Vamos, mi héroe.-Y curvé el brazo para llevarla hasta el auto. Cami lo aceptó.

Cuando llegamos hasta la entrada, nos encontramos con mis otros familiares. Incluso la tía Natalia estaba allí, al lado de mi primo Javier. La idea que teníamos con los chicos era que los familiares entraran primero y después entraríamos todo el curso junto. Les dije a mis papás y a Cami que fueran entrando, que yo iba a entrar después. Así que después de que pasó toda mi familia-y mi novia-, me fui con los chicos. Todas las chicas se veían lindas, inclusive las huecas. Estaba agradecido de que no fueron con un vestido re corto.

-¿Listo, curso?-exclamó Valentín.

-¡Listos!-gritamos a la vez.

Era el momento. La música estaba sonando. Empezamos a entrar. A pesar de que éramos muy diferentes, éramos un curso. El curso de quinto sexta.

1000 Whatsapps y después te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora