#6: Los 18 de Valentín

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Tal y como lo dijo, Camila me prestó su libro. La portada consistía en una chica aferrada al brazo de un muchacho. Demasiado cursi, pero confiaba en que el contenido fuera muy bueno. Estuvimos juntos todo el primer recreo, también en el segundo. Pero en el tercer recreo me puse hablar con los chicos acerca de lo que le íbamos a hacerle a Valentín, ya que ese día estaba cumpliendo sus dieciocho años. La tradición decía que teníamos que raparlo, pero primero estábamos planeando pintarle el pelo de rosado.

A la salida de la escuela, Valentín acabó con solamente una franja de pelo en medio de su cabeza, encima estaba pintada de rosado fuerte. Se veía re gracioso.

-¿Che Martín, vas a venir esta noche?-me preguntó mi amigo mientras lo llevaba a su casa.

-Por supuesto, ¿te pensás que voy a perderme la fiesta de mi brother?-contesté dándole un golpe en el hombro.

-Ah, llevá a la piba esa que estaba con vos.

¿Por qué quería que llevase a Camila conmigo? Aunque no tenía motivos para decir que no, así que asentí.

Dejé a Valentín en su casa. Cuando llegué a la mía saludé a mi vieja y fui a dejar la mochila a mi habitación. Bajé para comer.

***

Estaba tirado en la cama, leyendo un poco de «Un Día Mortal para Enamorarte». Había partes que estaban remarcadas con resaltador rosado. Creo que eran las partes favoritas de la dueña del libro.

Voy a mencionar unas cuatro, las que, extrañamente, también se convirtieron en mis favoritas.

1)-«…quizás puedas buscarme y encontrarme, pero, por más que lo busques, no encontrarás mi amor…»

2)-«Te amaré más allá de los límites del amor. Te amaré como ningún ser humano jamás ha podido…»

3)-«…nuestro mañana puede ser mucho más prometedor que nuestro presente...»

Y por supuesto también incluí la cita que Camila me mandó por mensaje cuando me habló del libro. Esa expresaba exactamente lo que sentía por ella. Eso me hizo acordar de que tenía que mandarle un mensaje para avisarle de la fiesta. No sé por qué, pero no quería enviarle un mensaje simple, quería mandarle un Whatsapp. Supongo que ya se había vuelto una costumbre para los dos.

Hola Cami.

Hola Martín,  qué tal todo?

Podría haber ido directo al punto. Pero no lo hice.

Todo bien, te prendés si te pido que vayas conmigo a una fiesta?

Por primera vez-claro que excluyendo los mensajes del Facebook-, Camila se tardó unos minutos para responder.

Dale, de qué es?

Son los dieciocho de un amigo.

Bueno, cómo a qué hora tengo que ir?

No te hagas drama, yo te paso a buscar  tipo diez  y media.

Ok, nos vemos más tarde entones. TKM!

Nos vemos.

***

A las diez y media ya estaba listo. Agarré las llaves, le dije a mi mamá que más tarde la veía y me fui a buscar a Camila.

Cuando llegué a su casa me atendió una versión más chica de ella. Entonces me di cuenta de que era su hermanita. Me dijo que esperara y se metió adentro de la casa. Momentos después Camila estaba saliendo. Esta vez llevaba puesto un vestido negro que se terminaba por encima de sus rodillas y unos tacos con suela alta. Incluso su peinado era diferente. Estaba fatal, como decía Valentín.

-¿Vamos?-y le ofrecí mi mano.

-Vamos.

Detuve el auto en frente de la casa de Valentín. La música estaba a todo volumen. Había un montón de chicos y chicas. No me esperaba esa cantidad. Entramos. La fiesta era en el patio de atrás, así que cruzamos la sala y la cocina para llegar. Afuera había una mesa con comida y otra con toda clase diferente de bebidas alcohólicas. Mi amigo estaba bailando con una chica. Me vio y me saludó con la mano. Le devolví el gesto.

-¿Querés que bailemos, Cami?-le propuse.

-Dale.

Comenzamos a bailar. Y, justamente, empezó a sonar un tema lento. Las parejas se arrimaban y bailaban pegadas. Miré a mi compañera. Ella me sonrió y se apoyó en mi pecho. El destino había estado en mi favor, era un golazo ventajoso.

Entonces se me ocurrió declarármele en ese momento.

-Cami, tengo algo que decirte.

-Te escucho, Martín.

Estaba nervioso. Mis manos comenzaron a sudar. Me temblaban las rodillas y ella lo notó.

-Hey, ¿qué pasa? Relajáte.

-Es que…la cosa es que…

No podía ni hablar.

-A ver, calmate, respirá profundo y decilo.

La agarré de la cintura y la miré a los ojos.

-Me gustas.

Camila se quedó dura. Pero pude notar que poco a poco sonreía. Me abrazó y acercó sus labios a mi oído. A pesar de la música pude escuchar su susurro.

-Y vos a mí.

Algo había pasado esa noche, y era que nuestra historia estaba empezando a escribirse.

1000 Whatsapps y después te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora