#9: Planes de viaje

19 3 0
                                    

Ya habían pasado dos meses de mi historia con Camila. Se la había presentado a mi vieja. La noticia la puso re contenta. Y ahora llegaba el turno de que se la presentara a mi viejo.

Mis papás se habían divorciado hace tiempo. Obvio que como cualquier hijo de divorciados me había sentido mal y con miedo. Pero con el tiempo aprendí a aceptarlo. Capaz las cosas tenían que terminar así, y quizá era lo mejor para los dos.

Pasé a buscar a Camila. Después de que le contara a dónde es que íbamos estuvo de acuerdo. Aunque en el trayecto me contó que se sentía nerviosa. No la culpo, yo también me puse nervioso al momento en que me presentó a sus padres.

-Es linda Martín, te felicito-dijo mi papá después de haber llegado a su casa.

-Gracias, señor Camper-agradeció ella.

     Nos pusimos a tomar mates. Hablábamos de la escuela y de nuestro futuro. Cosas que hablarías con cualquier padre.

-Se me acaba de ocurrir algo-habló mi viejo.

-¿Y qué es?-pregunté temiendo de que fuera algo loco.

-Dentro de una semana tengo que viajar hasta Bariloche por el trabajo. ¿Qué les parece si van conmigo?

Lo pensé muy seriamente. Era buena oportunidad para que Cami y yo estuviéramos solos, para que nadie estuviera molestando. La miré y noté un brillo en sus ojos. Con eso me estaba diciendo que no quería perdérselo.

-Buenísimo-respondí-. Pero tenemos que pedir permiso en la escuela, y ver si los papás de Cami van a dejarla ir.

Ella se encogió de hombros.

-Lo más posible es que digan que sí, pero igual pregunto.

Papá y yo nos mirábamos. Ambos estábamos pensando lo mismo.

-Hay que avisarle a tu madre también-dijo con tono de tristeza en su voz.

-No creo que tenga problema-contesté. Era claro, mi mamá no se opondría. Yo me había dado cuenta de que en el fondo quería que pasase tiempo con papá.

Llamamos a casa. Le contamos a mi vieja y-como lo supuse-aceptó. Camila dijo que preguntaría a sus padres en su casa, que cualquier cosa me avisaba. Así que le propuse a mi viejo que yo le avisaría. Él dijo que sí, que nos pasaba a buscar. Por fin podría estar con Cami a solas, lejos de todos los problemas y lejos de los demás.

***

La semana pasó rápido y Camila y yo dijimos que nos ausentaríamos por una semana, pero solamente se lo dijimos a la preceptora. No queríamos que nadie más lo supiera. Cuando preguntó el motivo, le mentí que era porque íbamos a ver universidades juntos. Eso la engaño, pero no lo suficiente. Mi mentira también hizo que la preceptora se diera cuenta de que algo pasaba entre los dos. Le pedí que no dijera a nadie. Respondió que no hablaría de ello, e incluso nos deseó un buen viaje. Para mí, un buen viaje era al lado de Camila, mi nena.

Mi papá fue a buscarme a eso de las ocho. Cargué mis maletas en el auto y pasamos a buscar a Cami. Tocamos bocina y, unos minutos después, estaba saliendo con muchos bolsos en la mano. Me bajé para ayudarla. Nos saludamos con un beso. Después estábamos los tres dentro del auto rumbo al aeropuerto. Estaba feliz por esta oportunidad, y no solamente porque Cami y yo estaríamos solos, sino que también porque me permitía pasar más tiempo con mi viejo.

-Vamos chicos, ya están abordando-avisó mi papá. Mi nena y yo  estábamos comprando gaseosas. También le compré un chocolate. Y ella lo agradeció con un beso.

Subíamos por la cabina de abordaje. Nos habían tocado asientos muy cercanos. Pero Cami se tuvo que sentar al lado de mi papá.

-Señores pasajeros, ajusten sus cinturones de seguridad. En pocos momentos despegaremos-pidió el comisario de abordo. Las azafatas empezaron a mirar para comprobar si todos estaban haciendo lo que se pidió.

Después comenzaron a explicar las instrucciones de seguridad. Había visto tantas pelis de aviones que ya me las sabía de memoria. Mientras escuchaba, me concentré en mirar por la ventanilla. Las turbinas del avión producían un sonido re fuerte. Y poco a poco nos empezamos a mover, dejando todo atrás.

Nunca había tenido la oportunidad de ir en avión. Esta era mi primera vez, aunque no estaba asustado. Lo único que sentía era un pequeño mareo. Sin embargo, supuse que eso le pasaba a cualquier persona a bordo de un avión.

Las nubes estaban tan cerca que parecía que podías tocarlas. Y el cielo se veía tan azul. Parecía un niño que estaba descubriendo algo nuevo. Cuando una azafata pasó cerca, le pedí una botella de agua. ¡Mi garganta estaba seca!

-Sí, con mucho gusto-dijo ella y después se fue. Al rato volvió con la botella.

Empezamos a descender. El piloto informó sobre nuestro destino. Observé cómo nos íbamos deteniendo sobre la pista. Había sido un vuelo tranquilo. Por último, el comisario de abordo dio las gracias por haber elegido esa aerolínea.

Al salir del aeropuerto pedimos un taxi. Papá me contó que íbamos hasta el hotel, y que de ahí confirmaría que había llegado. Y que, a pesar de que tenía que comenzar a laburar al día siguiente, prometió que esquiaríamos juntos. Eso significaba que había hecho bien en llevar mis esquíes y unos para Cami. Los habíamos usado solamente una vez cuando, hace tiempo, habíamos ido a Tierra del Fuego en el auto. Mi mamá me había prestado los suyos para Camila.

***

Llegamos al hotel. Era de los típicos que a veces se ven en los folletos turísticos de Bariloche. Incluso se parecían a los que había visto en Tierra del Fuego. Después pedimos dos habitaciones. Mi viejo insistió en que ya era lo bastante grandecito para dormir solo; no podía estar más de acuerdo. Así que fui con Cami y dejamos los bolsos y maletas en el suelo. Nos tiramos juntos en la cama. El colchón era suave. Nos dimos la vuelta hasta quedar uno en frente del otro. Nos besamos con pasión. Ella se acurrucó cerca de mí. Acaricié su pelo, sintiendo la finura de cada hebra. Estábamos tan cerca el uno del otro, y así quería estar por el resto de mi vida. Quería que el momento quedara congelado.

-Te amo muchísimo-habló. Reconocería esas palabras en cualquier parte: eran las palabras de la nota de su cuaderno.

-Y yo a vos, forever.

Las palabras se habían convertido en mis preferidas de todo el idioma. Miré a Cami y noté que se había dormido. Poco a poco cerré mis ojos y me dormí a su lado.

1000 Whatsapps y después te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora