Octavo Mensaje

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No sabia cuanto tiempo había pasado desde que había cerrado sus ojos. Sus parpados seguían sintiéndose pesados y su cuerpo estaba algo entumecido. No sabía si estaba soñando o era realidad, pero presentía que había alguien mas con él y lo peor de todo, estaba junto a él en la cama. Podrían haber sido días locos, pero sabía perfectamente que se había dormido solo.

Comenzó a mover sus pies, tratando de bajarlos de la cama lentamente y así intentar incorporarse, su vista estaba un poco borrosa, no lo comprendía. Solo recordaba haber tomado algunos sorbos del té de Marisa. Trato de no hacer mucho ruido mientras se sentaba a la orilla de la cama. En uno de sus movimientos pudo sentir su celular, pero en el momento en que puso su mano sobre el, otra se puso sobre la suya haciendo que rápidamente que cayera a un costado de la cama.

Estando en el suelo vio que su presentimiento era cierto y a diferencia de todas sus "visiones locas" esta se veía muy real. El golpe lo despertó un poco más, pero todavía sentía un poco pesado su cuerpo. Era como si estuviera bajo alguna clase de sedante, entonces recordó y todo tuvo sentido.

-Lamento despertarte de esta manera rubiecito- dijo un pelinegro con una sonrisa en sus labios.

El que estaba sobre su cama era la persona que mas le causaba escalofríos, ese tipo que desde la primera vez le había generado desconfianza. Su mente un poco aturdida comenzaba a razonar. Si el nieto de Marisa estaba involucrado, significaba que ella también y el té había sido una trampa en la cual el había caído como un niño de 3 años desde el principio.

-Que... que diablos haces dentro de mi casa- logro decir, tratando de levantarse.

-¿Sabes cuantos años tuvimos que esperar para que tu llegaras a nuestra vida, a nuestra casa?- dijo mientras se apoyaba en el colchón de manera fresca y despreocupada.

-No entiendo de que diablos me estas hablando.

-Hace muchas lunas- comenzó de manera nostálgica –Dos jóvenes se amaron con locura. Pero nacieron en un tiempo de incomprensión y sobre todo en un pueblo con personas egoístas y estúpidas.

Naruto escuchaba aquellas palabras sin comprenderlas realmente, para él solo era un maniático esperando el momento adecuado para atacarlo. Apretó el celular que afortunadamente había tomado antes de caer. Tenia que buscar el momento perfecto para escapar. Su cuerpo comenzaba a reaccionar un poco más.

-Ella tenia los ojos azules mas bellos que jamás algún hombre mortal había visto- Sai seguía narrando despreocupado en los movimientos de Naruto, mientras este buscaba el mejor momento para actuar, continuo –Su pelo al igual que el tuyo era de un hermoso rubio, nuestro amor era puro y no molestábamos a nadie- sus palabras comenzaban a tomar fuerza y su tono de voz bajo un grado –Nuestro único pecado fue nacer diferentes, ellos simplemente nos señalaron y condenaron "Brujos" nos gritaban por las calles y todo para apoderarse de nuestras riquezas acusándonos de brujería. Lo único que nos quedo fue un espejo y en el cual bajo una maldición juramos poder estar juntos nuevamente. Ya tenemos el tributo de las almas que recaudamos desde hace muchos años, ahora solo falta el recipiente.

-Están locos- logro decir el rubio. Sentía como su cuerpo tenia un poco mas de movilidad aunque todavía no hubiera hecho algún movimiento grande.

-Me gustas rubiecito- dijo con un suspiro –Pero me gustaras más cuando el alma de Marisa este dentro de ti.

Aquellas palabras habían sido las que Naruto necesitaba para tomar toda la fuerza que tenia y salir corriendo del cuarto. Sin saberlo al levantarse había marcado el último número usado en su agenda, de hecho el único número que había marcado desde hace muchos días. Esta como otras veces Sasuke tampoco había contestado y había mandado al buzón, aunque Naruto no se dio cuenta. 

La casa era grande pero no tanto, no habían muchos lugares para esconderse y ni siquiera tenía valor para ver si Sai lo perseguía. Corrió por lo largo del pasillo y giro hacia la derecha antes de llegar a las gradas del ático. El único lugar que le parecía seguro, el estudio de Sasuke. Cerró la puerta tratando de no hacer mucho ruido, su respiración era agitada, su pulso acelerado y solo un nombre se deslizo por sus labios como un leve susurro, Sasuke... Sasuke...

Apretó el objeto en su mano y recordó que era el celular, vio como la pantalla se iluminaba y una llamada terminaba escuchando a lo lejos un Beeep. Un ruido al otro lado de la puerta le recordó que no podía distraerse, pero también si este seria su final, no podía dejar que le pasara lo mismo a su Sasuke...


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