Sasuke

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Era temprano por la mañana, lo sabia porque un rayo de sol se había filtrado por la ventana y había comenzado a calentar una parte de su brazo. El hotel donde él y su equipo se había estado hospedando por los últimos meses no estaba mal, no era un 5 estrellas pero por lo menos la cama era cómoda, aunque no tanto como la suya. Este último recuerdo lo hizo trasladarse a su última noche con su novio, ese último abrazo, ese último beso. Lo extrañaba. Extrañaba perderse en aquellos ojos azules que lo habían cautivado desde el principio, desde la primera vez que lo había visto en aquella cafetería. Una sonrisa surco sus labios al recordar la pelea por aquel ramen.

Se dio un estirón y coloco sus manos sobre su rostro, dio unas palmaditas en las mejillas y se levanto de la cama.

-Este es el último día- se dijo para darse ánimos a levantarse.

Había planeado no decirle nada a Naruto sobre su regreso, esperaba darle una sorpresa.

Se paro y dirigió al baño para ducharse. Al llegar al baño se vio en el espejo, su pelo como siempre al levantarse estaba despeinado, sus ojos denotaban un poco de ojeras sobre su piel blanca pero no les puso atención, ya tendría tiempo para reponer el sueño cuando llegara a su casa. Se quito el bóxer y entro a la ducha. Giro la manecilla indicando la temperatura del agua "Frio" al quería estar lleno de energía para el viaje que le esperaba. Ese día regresaría a su casa, regresaría para ver a su novio, a su dobe.

Salió de la ducha y el espejo había quedado un poco empañado y solo se podían ver las gotas habían comenzado a rodar hacia abajo. Sasuke vio curioso las líneas que habían formado, cualquiera pensaría que se había formado un "No" pero eso seria pensar en tonterías. Tomo una parte de su toalla y limpio la superficie del espejo, su corazón casi sale de su pecho al ver por un segundo el rostro de Naruto pegado al vidrio. Aquella perturbadora imagen de su novio con rostro pálido y grandes ojeras le dio un escalofrió, pero había sido tan rápido que pensó que había sido un juego de su mente cansada. Había estado tras la pista de un espejo maldito, era lógico que su mente le jugara bromas –Pero que bromas más horribles- pensó el pelinegro mientras se enrollaba la toalla en la cintura y salía del baño.

No era la primera vez que tenia este tipo de alucinaciones. Recién comenzada su investigación, comenzó a tener pesadillas con Naruto, siempre lo veía corriendo de algo o en otras veía como su casa era consumida por una enorme sombra negra. De hecho desde el segundo día de su investigación se había querido regresar pero siempre que llamaba, Naruto le decía que todo estaba bien. Las llamadas de larga distancia no habían sido muy satisfactorias para Sasuke, pero eran lo único que tenían ya que el había olvidado su celular.

Siempre que había tenido estas pesadillas lo primero que hacia era llamarle a su dobe, pero la recepción telefónica del hotel era tan mala que siempre había interferencia y la voz de Naruto sonaba extraña. Siempre habían sido llamadas cortas ya que al parecer su rubio estaba muy entregado a la remodelación de la casa y siempre permanecía ocupado o estaba demasiado cansado para hablar con él. Cada vez que el azabache había comentado que deseaba regresar, su novio le había dicho que terminara su investigación primero. Lo sentía frio y cortante pero recordaba como era Naruto cuando se ponía a trabajar, se dejaba absorber por completo por su trabajo.

Tomo los primeros pantalones que encontró, se sentía inquieto, probablemente por lo que había pasado en el baño. Seco su cabello con la toalla y la dejo alrededor de su cuello. Aunque sabia que ya pronto lo vería decidió llamarle antes de salir del hotel.

-Buenos días Hotel Oro de Francia, en que puedo ayudarle.

-Buenos días, soy de la habitación 345, quería solicitar una llamada...

-Señor Uchiha, con gusto.

Sin más preguntas la recepcionista enlazo la llamada. Una sonrisa surco el rostro de Sasuke, habían sido tantas las veces que había pedido este numero que hasta ya se sabia el numero de memoria –Debo ser un enamorado sin remedio- pensó para si. Luego de unos minutos con el sonido de llamada, por fin escucho la voz de su novio.

-Hola- su voz sonaba somnolienta, quizá todavía no se levantaba.

-Buenos días Naruto, lamento despertarte.

Como siempre la llamada se llenaba de estática que hacia un poco difícil escuchar la voz del otro lado del teléfono.

-Te amo Sasuke...interferencia...quiero dormir.

-Ok dobe, te dejare dormir, te amo también.

Al cortar Sasuke se sentía un poco mas tranquilo, Naruto gustaba mucho de dormir así que esta llamada tan corta no le había parecido raro. Decidió centrar su atención en su viaje, sus maletas y sus ganas de ver a su novio. Tenía muchas cosas por empacar, todos los documentos de la investigación estaban dispersos por el cuarto, así que comenzó a ordenarlos. De vez en cuando leía una que otra palabra de cada documento y lo repasaba en su mente como si lo estuviera archivando.

Espejo maldito. Sin paradero conocido. Dueños. Muerte. Antiguo. Recolector de almas.

Todo esto le hizo recordar cuando sus padres habían muerto de manera desconocida luego de toparse con dicho espejo. Le dio un escalofrió solo el recuerdo. Probablemente en su momento no se había percatado de un pequeño detalle en los documentos, sobretodo en las entrevistas con los vecinos y residentes del lugar. Había algo que se repetía "Una anciana" se repetía en varias. Se detuvo en una de las entrevista, era una de las vecinas que residía desde hace unos 6 años en aquel lugar –Era una anciana que venia de vez en cuando- Sasuke leía con atención, no recordaba esa entrevista porque la había hecho uno de sus subordinados, continuaba –Habían alquilado la vieja casa de la esquina, muchos pensaban que esa casa estaba embrujada y de hecho nadie duraba por mas de unas semanas viviendo ahí, pero ella vivió en esa casa por 3 meses y siempre se le veía muy tranquila- Sasuke se preguntaba como no había visto esta entrevista antes, probablemente esa anciana tuviera las respuestas que el buscaba. Revolvió su cabello –Deja eso para luego Uchiha, en lo único que debes pensar es en tu dobe- se regaño a si mismo, había dicho que dejaría la investigación, lo necesitaba, necesitaba un descanso.

Revolvió nuevamente su cabello y empaco todos aquellos documentos haciendo todo lo posible en no fijarse demasiado en las letras. Teniendo todas sus maletas listas llamo a recepción nuevamente y pidió un taxi. Su equipo había solicitado quedarse unos días más para visitar algunos lugares turísticos, Sasuke no soportaba la ansiedad de regresar así que les dijo que se adelantaría. No tardó mucho en estar dentro del avión en camino a casa. Nada lo habría preparado para lo que le esperaba al cruzar la puerta de lo que había sido su hogar.


De regreso a la actualidad...

En ese momento su mente quedo en blanco, sus pensamientos se pausaron abruptamente y en realidad nada de lo que hubiera pensado iba a tener sentido. Su corazón se agitaba en su pecho, su piel comenzaba a erizarse y sus dedos que apretaban con fuerza el celular en su mano se ponían cada vez más helados. El mensaje había terminado con estática, no se escuchaba nada coherente, sus ojos veían incrédulos la silueta dormida sobre su cama. Sus pies querían moverse hacia la cama pero su cerebro se lo impedía. Luego de unos segundos comenzaba a reaccionar y quito el celular que hasta el momento todavía mantenía en su oreja y veía aquel mensaje que seguía por 15 minutos más, luego nada.

Un dolor comenzó a incrementarse en la parte trasera de su cabeza, tan fuerte que lo hizo caer de rodillas, en ese momento su vista comenzaba a nublarse y por el reflejo de la pantalla del celular pudo ver una silueta negra atrás de él, alguien lo había golpeado. Intento permanecer despierto pero el golpe había sido demasiado fuerte y comenzaba a desmayarse. Lo último que vio fue como Naruto se le acercaba lentamente con una sonrisa de medio lado. Entonces comprendió que ese no era su dobe.

Desde las afueras de la casa todo parecía estar en paz y tranquilidad mientras que en su interior el sonido de un cuerpo siendo arrastrado resonaba en cada una de las paredes. El golpeteo de unos pies siendo jalados por las escaleras del ático y una puerta que se cerraba para dejar todo en silencio. Pero si ponías atención podías escuchar un sonido, agudo y desgarrador, como si la casa gritara de dolor, como si alguien estuviera atrapado y quisiera salir.

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