4 → "Recuerdos"

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Capítulo 4

Soñé con Mouque. Hace mucho que no lo hacía, y no me lo esperaba en estos momentos. Es como si, ahora que escribiré mi primera razón, quisieran hacérmela notar. 

El sueño no fue nada fuera de lo común: él estaba en el colegio, con Alan y Ana. Armando y yo llegábamos. Dulce y Dania estaban allí. Y Jos igual. Bryan volteaba, y sonreía. Eso no me habría delatado que era todo un sueño, ya que lo supuse desde un principio. Sin embargo, me negaba a creérmelo. 

Comenzó a sonar "Dama y Vagabundo" de fondo, entonces me desperté. Debería aprender que no es buena idea poner música como alarma.

Casi toda la semana hubo un clima frío y nublado, por lo que no me sorprendió para nada cuando, al asomarme por la ventana, descubrí gotas de lluvia en ella. Decidí abrigarme y partí a la escuela en autobús, de ninguna manera me iría caminando con esta llovizna.

En cuanto entré al salón, Dania y Dulce voltearon a verme. Por la manera en que lo hacían, supuse de inmediato que algo malo pasaba.

—¿Qué ocurre? —pregunté al sentarme.

—Este es un tema recurrente entre nosotras —comenzó a decir Dulce—, pero es que eres un poco... Indescifrable a veces.

—No estoy comprendiendo —admití.

—Es que tu comportamiento es raro a veces —soltó Dania—, actúas como si te gustara Jos, luego Leo, luego lloras por Bryan Mouque.

—Sé lo que sientes —volvió a hablar Dulce—, pero es que no puedes seguir jugando con los sentimientos de los demás así, Andy. ¡Jos está enamorado de ti desde el primer momento en que te vió!, pero todo esto de Mouque lo está volviendo loco.

No solo a Jos, me estaba enloqueciendo a mí también. No podía soportar el sentimiento de pérdida y al mismo tiempo sabía que era una tonta por eso. Sí, me rompió el corazón un chico del cual a duras penas supe su nombre y ahora me está costando un millón de años olvidarme de este patético "amor platónico", bien por ti Andy, bien por ti.

—Está bien, está bien —suspiré—, trataré de aclarar mis sentimientos y hablaré claro con Jos. Lo último que quiero es lastimarlo.

Las primeras clases pasaron algo lentas. Así se sentía el día cuando comenzabas con dos horas de cálculo integral seguidas por una hora de física.

Al ser este nuestro último año, al principio de semestre escogimos un bachillerato; Dania, Dulce y yo habíamos optado por la división de "ciencias económico-administrativas", mientras que Jos, después de un largo año, se separó de nosotras y eligió la división de artes. Admito que extrañaba bastante su compañía durante todo el día, agradecía que seguíamos compartiendo un par de clases juntos.

Justo a las 10:00 a.m nos avisaron que la siguiente profesora no asistiría así que teníamos dos horas libres, las cuales definitivamente usamos para ir a almorzar.

Las tres pasábamos sin preocupación por debajo de las finas gotas de lluvia, habían calmado un poco desde la mañana. A medio patio nos encontramos a Leo, con agua escurriendo del cabello y la respiración agitada.

—¡Llegué tarde! —exclamó.

—Sí..., ya nos dimos cuenta —le respondió Dania.

—Tranquilo, Leo. La maestra no vino, vamos a almorzar —le animó Dulce.

Leo, resignado, nos acompañó.

Seguimos caminando y entre más nos acercábamos a la cafetería más rápido me latía el corazón, sabía que Jos estaba aquí y me emocionaba verlo después de haber pasado toda la semana, prácticamente. Logré distinguir su mochila a través de los ventanales, así que sin pensármelo dos veces corrí hacia su dirección.

Pero algo me detuvo.

Una larga melena color negro se atravesó en mi camino. Esta chica que desconocía abrazó a Jos y se sentó justo al lado de él. Me detuve en seco. ¿Quién se supone que era ella?

Jos sintió mi mirada y cuando volteó en mi dirección simplemente me sonrió, no se levantó, no quiso ir a hablarme... ¿Qué estaba pasando?

—¿De qué me perdí? —pregunté a mis amigas cuando las distinguí por el rabillo del ojo.

—No queríamos decírtelo, Andy... —dijo Dulce en un tono suave.

—Tampoco sabemos mucho al respecto —intentó excusarse Dania—, suponemos que es de sus clases, ya sabes...

—Claro —me encogí de hombros—, tenía que hacer nuevos amigos, era de esperarse.

No almorzamos en la cafetería, decidimos ir a buscar un lugar afuera a pesar de estar helando. Apenas y toqué mi par de quesadillas, no podía sacarme de la mente la idea de ser reemplazada, ¿pero reemplazada de qué? Jos y yo no somos más que amigos..., sólo amigos. No tenía ni un solo motivo para sentirme de esta manera, es decir, rechacé a Jos varias veces antes, en algún momento tenía que enamorarse de alguien más, ¿no es así?

Y si Jos comenzaba a tener interés por otra chica..., no había nada de malo en seguir superando a Bryan Mouque a mi manera.

No sabía realmente qué era lo que me ponía tan triste, quizás el hecho de que sin Jos era más probable que me estancara con Mouque. Odiaba ese sentimiento, no quería volver a lo mismo que los dos últimos semestres, ¡no quería llorar por un chico con quien ni siquiera hablé!

Pero diablos, es lo que estaba haciendo ahora.

Cada pedazo de la escuela, cada canción y cada hora que seguía pasando sólo podía pensar en que mi crush por Bryan Mouque no podía parar, o simplemente no quería que parara.

Incluso al salir de clases, el recorrer esa estrecha calle hacía que me acordara de él. Sentía mi cabeza explotar y sabía que en cualquier momento empezaría a llorar.

Pero me confundía un poco el por qué.

Decidí regresar a casa caminando, aunque fue la peor decisión que pude haber tomado en el día. Cuando abrí el portón, vi una moto vieja estacionada en la cochera, traté de ignorarla, pero me molestaba el hecho de que hubiera visitas a esta hora.

—¿Mamá? —grité al entrar a casa.

—¡Sorpresa! —exclamó Armando en mi cara, después de saltar de las escaleras.

Me aturdí un poco, pero segundos después una gran sonrisa apareció en mi rostro.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté mientras lo abrazaba, iba casi un mes que se había mudado de la casa y sí, la vida era más tranquila sin él por aquí, pero también aburrida.

—Sí... —desvió la mirada—, creo que estaré aquí un tiempo..., ¡pero juro que casi no me verás! Es decir, tenemos horarios muy distintos y como en una o dos semanas ya no estaré aquí, por cierto... Espero que no te moleste que haya venido con alguien.

—¿Por qué me dices esto a mí? Ni que fuera mamá —resoplé.

Me dispuse a caminar hacia la cocina, con mi hermano detrás de mí, pero me detuve de pronto cuando vi a un chico de pelo castaño dándome la espalda. El corazón me palpitaba a mil por hora, ¿por esto Armando estaba nervioso? ¡¿Había traído a Bryan Mouque a casa?!

No podía ser verdad, no hay ninguna forma de que pudiera ser verdad...

—Andy te presento a mi compañero de cuarto...

Y en eso el chico volteó. Para nada era Bryan Mouque. Solté un suspiro aliviada, por fin podía respirar.

—Estará quedándose con nosotros... Un tiempo —terminó de explicar mi hermano.

Genial, otro chico en casa.

—Oh..., claro bueno, eh... Iré a mi cuarto.

Y subí corriendo las escaleras.

Por alguna extraña razón, no dejaba de recordar a Mouque. Aquélla patética primera vez que lo vi en mi casa y tropecé en las escaleras, todas y cada una de las veces que lo veía en la escuela y terminaba haciendo el ridículo..., todas y cada una de las veces en que creí que podría gustarle también.

Sabía que esos recuerdos no venían a mí para hacerme feliz. Era todo lo contrario. Regresaban a mi mente sólo para que estuviera segura de una cosa: No podré olvidar a Bryan Mouque.

10 Razones para Olvidar a Bryan Mouque [Crush #2] (10RPOABM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora