La tarde del parque

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Después del abrazo de película, fuimos a dar un paseo por ese parque. Estuvimos hablando, me pidió perdón por las formas de aquella discusión tan tonta, me dijo que si me caía bien Andrea ella lo respetaba. La hable de la canción y ella se rió y me dijo "Raquel, no hay nadie que te conozca tanto como yo" y no se equivocaba la verdad. Nos sentamos en un banco, a Bea la dio un ataque de risa, sinceramente no se muy bien por que, pero me gustaba verla reírse, porque también me reía yo de su risa contagiosa.
Ya iba cayendo el sol, pero estaba tan a gusto con ella, no quería irme , ni que ella se fuera, supongo que ella pensaría lo mismo, porque nunca dejaba de hablar, para que no se acabasen los temas de conversación. Era ya muy tarde, y su madre la llamo, la dijo que volviese a casa, y se la borro la sonrisa aun que intentaba disimularlo. La acompañe hasta su portal, como hacíamos cada vez que quedábamos, pero esta vez traspase la puerta, me ofreció quedarme a dormir, me negué, me dijo que si me quedaba a cenar, y me volví a negar. Entonces llego la hora, nos despedimos, la di un beso, como hacíamos siempre, y subió las escaleras. Antes de que cerrase la puerta me di cuenta que aún tenía su monedero, se lo había guardado toda la tarde, porque ella no traía mochila. Grite.
- ¡Bea!
- ¡Dime! -contestó-
- Tengo tu monedero, ¿subo o bajas a buscarlo?
- Sube.
Entonces subí, vivía en un primero, así que no tuve que subir mucho. La puerta estaba abierta, entre. Su madre estaba en la cocina, la salude y me devolvió el saludo, la pregunte por Bea.
- Bea esta en su habitación Raquel, ¿por qué lo preguntas?
- La tengo que dar su monedero, se me ha olvidado devolvérselo.
- Que raro, mi hija y sus olvidos. ¿Quieres quedarte ha cenar?
- No no, muchas gracias, mi madre ya a hecho cena.
- Vale, pero el próximo día te quedas. -dijo amablemente-.
- El próximo día me quedo, se lo prometo. Y sonreí mientras me iba.
Subí las escaleras de su casa para llegar a su habitación, que junto con su vestidor era el único cuarto que había en el piso de arriba.
Entre sin llamar, porque me esperaba, al entrar vi que se estaba cambiando y me di la vuelta de inmediato.
- Tía pasa, me has visto cambiarme veinte mil veces, pareces nueva.
La verdad es que si, no se porque me alarmaba.
Me estaba hablando, no se bien de que, no la hacia mucho caso, la estaba observando el sujetador que llevaba, era mío al igual que la camiseta.
- Bea, tienes mas ropa mía que yo. Esa camiseta y el sujetador que llevas son míos
- La camiseta me la regalas, que me gusta, y el sujetador si quieres me lo quito y te lo doy.
- No tía, ya me lo das otro día. -dije a la vez que me reía-.
- Como desee la señora, acércate a desabrocharme el collar este, por favor.
Me levante hacia ella, estaba de espaldas, cuando me acerque se dio la vuelta, estábamos muy cerca, se puso roja y rápidamente se retiró el pelo hacia la derecha y se dio media vuelta. La desabroche el collar, y observe su cuerpo por detrás, tenía muy buen cuerpo, no entiendo como no tenía novio. Cuando termine ando hacia delante para dejar el collar, me dio las gracias y no conteste. Me iba a ir ya, ninguna de las dos estábamos cómodas, algo había pasado, no estaba muy claro el que, pero algo había cambiado. Cuando la fui a dar el beso al despedirme me cogió de la mano, la deje que lo hiciera, me la apretó, y yo hice lo mismo... Estábamos realmente cerca, sabia lo que iba a pasar en unos segundos, pero no podía imaginármelo, la mire a los ojos, ella me miro también... Nuestras narices ya se estaban rozando, hasta que al final roce sus labios... No sabia que sentía, había demasiadas cosas en mi cuerpo en ese momento, cerré los ojos, note sus labios fríos dejarse llevar... Después de varios segundos se despegó de mi, me miró, era una extraña mezcla entre miedo e incertidumbre. La había cagado, lo sabia, pero pensé bien, ella también tenía parte de la culpa, yo sola no había sido.
- Ra... Raquel... ¿Qué ha sido esto...?
- No... No lo se, yo no quería...
- Ya, ya se que no querías, yo tampoco, esto ha sido un error ¿vale? Esto nunca ¿me oyes?, nunca ha pasado.
- Vale, pero seguimos igual, nada ha cambiado ¿verdad?
- Claro, nada ha cambiado.
- Vale, te quiero Bea, hasta mañana.
- Y yo Raquel, mañana nos vemos.
Salí de aquella habitación, de aquella casa lo más rápido que pude, baje a la calle, genial, llovía, fui corriendo hasta mi casa, no sabia que pensar, había sentido tantas cosas al besarla, se que ella también había sentido cosas, porque a los novios que más ha querido antes de besarles siempre les daba la mano. Pero rápido se me quitaron esos pensamientos, era mi mejor amiga, mi hermana, no la podía perder... Lo único que tenía claro de todo aquello, es que esa noche ninguna de las dos dormiría.

Un destino inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora