Se miró al espejo frente a él. Unas leves ojeras adornaban sus ojos, haciendo contraste con su piel algo pálida por falta de sol y por herencia de su madre. Sus cabellos castaños oscuros, algo largos y con ondas heredados tambien de su madre, se encontraban todos revueltos. Estaba cansado, pero sabía que aunque lo estuviera no podía faltar. No otra vez siendo que toda la semana había faltado al colegio.
Se lavó la cara para despejarse un poco y no caer dormido sin siquiera haber salido de la casa. Se tiró los cabellos hacia atrás quitándolos de delante de sus ojos para poder ver y tambien para que no le entrara en los ojos. Sabía que debía ir a cortárselo uno de esos días, pero no tenía tiempo, ni ganas.
-¡Blake se te hará tarde!- le gritó su madre desde la planta baja.
Miró hacia la puerta cuando escuchó a su madre, para luego volver su mirada al espejo, sabiendo que su madre no esperaba una respuesta de su parte. Los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente clara y fuertemente, como si lo estuviese viviendo nuevamente. Como si sintiera cómo aquellos ojos oscuros como la noche lo volvían a absorber, transportándolo a un mundo que se le había hecho desconocido, inseguro y peligroso.
Estaba corriendo en el bosque con su forma lobuna. La luna llena brillaba en el cielo despejado, brindándole la luz que necesitaba para poder ver a todo ser que se encontraba por allí, aunque si hubiese sido una noche oscura, él hubiese podido ver. Sabía que lo seguían. Sabía que iban tras él y era por ello que se había obligado a no parar. No podía hacerlo, a menos que quisiera que su vida terminara allí mismo.
Corrió y corrió sin parar hasta que sintió como algo se clavaba en una de sus patas traseras. Le dolió, provocando un gran aullido de dolor por su parte, cayendo contra el suelo en el proceso. La trampa que le habían puesto, había funcionado.
Estaban cerca.
El miedo comenzó a inundar cada parte de su ser. Estaba muerto. Lo sabía.
Dos hombres llegaron a su altura minutos después, luego de varios intentos fallidos por su parte para poder librarse de la trampa, con una sonrisa triunfal en sus labios.
Lo habían alcanzado.
No podía huir.
Todo había acabado y aquello... lo aterraba.
Uno de los hombres sacó una espada, la cual notó que era hecha de plata.
Sabía que su manada no sabía de su paradero y que aunque lo hubiesen sabido, no llegarían a tiempo para rescatarlo... para salvarlo del destino que parecía ya escrito.
Estaba muerto.
El hombre levantó la espada sobre su cabeza luego de llegar a su altura. Él cerró los ojos... esperando el golpe, pero este... nunca llegó.
Unos gritos desgarradores y brutales se escucharon en el ambiente en vez de la hoja de la espada contra su cuello.
Abrió sus ojos, posando su mirada primero en la trampa que mantenía su pata, la cual siempre había sido blanca y en ese momento estaba decorada por un color carmín poco agradable, atascada en la misma. La dolía. Era una tortura tener la pata allí atorada, pero por lo menos agradecía que no habían hecho aquella arma de plata al igual que la espada.
Un ruido como el roer de la carne de un cuerpo captó su atención y levantó la vista, queriendo saber tambien, qué había sucedido con los dos cazadores que lo habían perseguido por el bosque.
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Wild souls: Quédate conmigo [TERMINADA]
Hombres LoboAmar duele. Ser Alfa también. ¿Acaso no se puede amar y ser Alfa a la vez? Nunca había pedido aquello para su vida. Nunca quiso que pasara todo lo que había sucedido. Nunca quiso... que lo alejaran de él, solo por... amarlo. Y si tan solo no lo hubi...