3. Preguntas y más preguntas

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Aquella noche, cuando Frank se había despedido de Gerard para dirigirse a su cuarto e ir a dormir. El alíen se sintió muy solo después de unos minutos, así que no podía dormir aunque supiera que el pelinegro se encontraba a unos metros de él, no podía cerrar los ojos. Así que se levantó del sillón que el humano le había asignado y se dirigió a el cuarto, donde supuso Frankie dormía, abrió la puerta y para su sorpresa lo encontró con los ojos abiertos y mirando hacía la salida, Gerard sonrió.

- ¿Puedo pasar? No puedo dormir allá fuera, solo -la última palabra sonó como un insulto.

- Yo tampoco puedo dormir si estás solo, pasa -murmuró Frank- Espero que no ronques.

- ¿Qué es ron...

- ¡Nada! Sólo duermete, por favor.

El extraterrestre asintió, guardando sus dudas y acostándose a un lado de Frank, que le brindó una parte de su sábana. El ojiverde cayó dormido inmediatamente, mientras el humano aún batallaba para conciliar el sueño, le daba miedo despertar y darse cuenta que Gerard nunca existió.

La mañana siguiente, cuando el humano abrió los ojos, lo primero que hizo fue buscar al extraterrestre, no tardó nada en hacerlo, ya que éste último se encontraba abrazándolo de tal manera que no podía levantarse de la cama sin despertar al alienígena. Se sentía extraño de alguna manera, hace dos noches se encontraba durmiendo solo en un colchón que parecía demasiado grande pero que ahora, parecía demasiado pequeño con Gerard ahí acostado a su lado.

Hizo un movimiento y el pelirrojo se movió, abrió sus ojos y lo primero que vio fue a Frank, mirándolo fijamente, un sonrojo lleno su pálida piel de un lindo color escarlata. El humano le sonrió a Gerard, definitivamente no era de ese mundo, era demasiado hermoso para ser un sucio y despreciable ser humano, el alíen le sonrió de vuelta, sintió una corriente recorrer su columna pero hizo caso omiso.

Para Gerard, la sonrisa de Frank era hermosa. Para Frank, todo Gerard era hermoso y eso incluía su sonrisa.

Ambos se levantaron de la cama, el humano se dirigió a la cocina a hacer unos panquecillos para el desayuno, mientras el alienígena se lavaba la cara en el baño, miró su reflejo en espejo por primera vez, su cara era demasiado extraña y por primera vez también, se sintió feo. Él quería ser bonito como Frankie, quería tener una bonita nariz como la del humano y también una linda sonrisa.

Cuando el pelinegro se sentó por fin, saboreando los panqueques, miró al esmeralda, en su cara tenía un pequeño mohín que lo hacía parecer un niño pequeño.

- ¿Qué pasa? -cuestionó Frank, el alíen lo miró desconcertado.

- ¡Quiero ser lindo como tú! -el humano rió, Gerard era absurdo- Soy horrible.

- Gee, eres demasiado lindo para mí, no digas tonterías y desayuna por favor, tengo que ir a trabajar.

Gerard miraba todo con admiración, estaba solo desde hacía dos horas porque Frank se había marchado a trabajar, dudando en si dejar solo al alíen o llevarlo con él al trabajo, optó por dejarlo en casa rogando que no quemara la casa mientras se encontraba sin compañía.

El humano ya le había enseñado al pelirrojo como prepararse un sándwich, así que al menos Gerard no moriría de hambre mientras su compañero de departamento llegaba. El alíen había decidido explorar el departamento de esquina a esquina, pasando desde libros hasta grandes discos de acetato, se había preguntado para que servían e iba a averiguarlo hasta que leyó la gran nota que tenían pegado: "No tocar sin mi maldito permiso".

Así que decidió dejarlos por la paz, no quería molestar a Frank, así que se dirigió a otra parte de la casa, encontrándose con el balcón, dos puertas corredizas de cristal alejaban a Gerard de la hermosa vista de New Jersey, los edificios se veían demasiado altos y el ruido llego a los oídos del alíen en cuando abrió. Aspiró un poco de oxígeno, aquella cosa tan rara que los humanos tenían que usar para vivir, pudo ver también los árboles que no sabía que eran, se lo preguntaría a Frank apenas llegase a casa.

Ya se encontraba demasiado aburrido, tirado en el piso soplando su cabello rojo con la boca, sentía que el tiempo pasaba demasiado lento y la ausencia del humano, que a pesar de que siempre lo regañaba por hacer preguntas, le hacía mal. No sabía que hacer, estaba a punto de levantarse del suelo para salir sólo a la intemperie cuando el cerrojo de la puerta sonó, anunciando la llegada de Frank.

Dio un pequeño brinquito, juntando sus dos palmas para producir un pequeño aplauso de alegría y soltó un chillido de emoción. El humano miró extrañado a Gerard, para él no era normal ese tipo de recibimiento, más bien, nadie lo recibía porque siempre había estado solo, bueno, desde hacía 6 años ya, cuando Jamia lo había abandonado por irse con otro, y ella tampoco lo había recibido nunca de esa manera.

- ¿Qué hacías en el suelo? -preguntó Frank.

- Estaba aburrido, no hay mucho que hacer, tengo muchas preguntas -Gerard miró al humano, éste suspiró.

- ¿Cuáles? -dijo mientras asentaba las bolsas que traía en las manos sobre la mesa.

- La primera es ¿Por qué gruñe mi estómago? -el pelinegro soltó una risita.

- Tienes hambre, ¿Cuál es la otra?

- ¿Qué son esas cosas altas, cafés y verdes que crecen en el suelo? -sus ojos verde oliva soltaban un brillo que Frank nunca había visto, era inocencia.

- Supongo que te refieres a los árboles, ahora yo tengo una pregunta, ¿Qué hiciste durante mi ausencia?

- No mucho, admiraba la ciudad mientras el aire frío soplaba en mi cara y hacía un listado de preguntas para ti -Frank observó a Gerard, realmente era lindo.

- Oh, bueno, tampoco es como si lo supiera todo, contestaré tus preguntas pero primero prepararé la cena porque muero de hambre y por lo visto tú también.

Después de cenar, Frank llevó a Gerard a ducharse, está vez lo obligó a bañarse solo y él sólo esperó pacientemente sentado en el escusado a que terminará. Cuando por fin el alíen terminó, el pelinegro también tomó una ducha con agua caliente para relajar sus músculos.

El alíen esperaba a Frank en la cama, con la lista de preguntas que tenía en la cabeza. Así que en cuanto el pelinegro se acostó, comenzó el bombardeo de curiosidad por parte de Gerard.

- ¿Puedo tener un árbol? -el humano miró raro a Gerard.

- No, crecen demasiado pero si quieres puedes tener una pequeña plantita, mañana te la traeré -el alíen asintió feliz.

- ¿Por qué las personas caminan tomadas de la mano y juntas sus bocas?

- Porque están enamorados, no todos pero la mayoría sí.

- ¿Cómo sabes cuando estás enamorado? -la palabra enamorado era demasiado rara para Gerard.

- Pues sientes cosas lindas, te gusta estar con esa persona y eres feliz en su compañía, supongo, no lo sé...

- Oh, bueno, ¿Por qué ustedes si pueden ver las estrellas y en mi planeta no?

- Eso deberías saberlo tú -rió Frank.

- Yo creo que eres lindo, Frankie, tu risa es muy linda -Gerard sonrió para el avellana, quién tomó por sorpresa el comentario del alíen.

- Tú también eres lindo, Gee -ambos sonrieron.

- Tengo más preguntas...

- Será mañana, hoy estoy cansado.

- Está bien -el alíen terminó la conversación.

Después se dio la vuelta para dormir, sintiendo que los brazos de Frank rodeaban su cintura. Sonrió, ante el gesto del humano.

- Buenas noches, Gee.

Hesitant AlienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora