12. «Soñé cosas muy raras»

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Dejó las llaves en la mesa, comenzó a desvestirse y después se dirigió a la ducha. Desnudo y sin ropa, caminó hasta su habitación desordenada y buscó su ropa interior y una camisa.

El colchón era cómodo, pero ese día decidió dormir en la sala. Tenía un presentimiento un tanto extraño, estaba seguro que se había olvidado de algo y que ese algo, era muy importante para él.

Tomó su manta azul cielo y se cubrió de pies a cabeza, retomando su sueño interrumpido anteriormente. Después se encargaría de recordar lo que había olvidado, o tal vez no.

Gerard por su parte había vivido en una ilusión inducida por su misma raza, le habían creado una vida falsa, donde conoció a Frank en el mismo cementerio, sólo que de forma diferente. Ambos se habían topado en el mismo lugar, pero en diferente lápida, Gerard visitaba a su madre que había muerto en un accidente.

Los recuerdos seguían en su mente, pero en otra forma y robándose un poquito de la esencia original. Pero ahí estaban, que más da de que manera lo hacían.

Frank por su parte, en su mundo también había sufrido una pequeña inserción para quitarle los recuerdos de Gerard como un alien. Dejándole los mismos recuerdos que al pelirrojo, no podían fallar, no podían arriesgarse a que su raza fuera descubierta.

»»› La puerta del departamento sonó, tal como siempre lo hacía y el juego de llaves se hizo notar con un sonido agudo. El pelinegro abrió los ojos inmediatamente, sólo tenía una idea sobre quién podía ser.

— ¿Gerard? —su voz salía rasposa— ¿Has regresado de tu viaje?

— ¿Frank? —una voz peculiar respondió a su llamado— ¿Dónde estás?

— En el sofá —rió, definitivamente ese era su amado.

Se levantó de él rápido y corrió a los brazos de su chico, cuando al fin se unieron, ambos sintieron una conexión inexplicable y su corazón latía al mil por hora.

¿Cómo se supone se debe de sentir alguien que ha dejado de ver a su pareja por un mes? Pues Iero tenía la respuesta: Mal.

— Te extrañé mucho, Gee —murmuró en el hombro de su amado— Tanto que, soñé cosas muy raras.

El pelirrojo lo miró con una sonrisa, ese enano le había hecho mucha falta durante un mes, su imaginación alocada y todas las tazas de café que se habían perdido.

— ¿Qué soñaste ahora, Frank? —cuestionó al avellana, mientras su mano acariciaba la cara de su novio.

— ¡Fue tan extraño! Soñé que eras un alíen —rió bajito— después hacías preguntas tan desesperantes que ¡Dios! Me daban ganas de golpearte.

El esmeralda miró a su amado, ambos estaban sentados en su sillón rojo, mirando por el ventanal. Sus manos unidas, jugueteando con sus delgados dedos.

— Eso sí que es extraño, deberías de dejar de ver tantos programas de extraterrestres, amor.

— ¡Eso no es todo! —exclamó el menor— Después te absorbieron de aquí para llevarte a su mundo, separándonos como por un mes.

— Seguro lloraste mucho, eres muy sentimental —bromeó Gerard.

— Oye, eso no es gracioso. Tú también lloraste, pero en el sueño regresaste y me encontraste en el cementerio, estaba dormido y el ruido feo que me despertó apareció también, tal como cuando nos conocimos.

— ¿Cómo olvidar la manera en la que nos conocimos? Parecías la bella durmiente, sólo que en feo y hombre —Frank mal miró a su pareja— Es mentira, tú eres más bello que cualquier persona.

Hesitant AlienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora