5. The Smiths, Jamia... ¿Y Gerard?

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El vinyl llevaba media hora reproduciendo la misma canción, Frank estaba recostado en su cama con una almohada en la cara, tratando de no perder la calma y paciencia que le quedaban, que ya era muy poca. Sin embargo el pelirrojo, estaba sentado con las piernas cruzadas, escuchando atentamente la misma canción, una y otra vez, la sonrisa se asomaba por la comisura de sus labios, mientras tarareaba la canción, pero el pelinegro ya se había hartado y por fin, saco su mal humor a la luz.

- ¿Sabes? Hay otras canciones de los 'Smiths', no solo esa.

- Pero ésta es linda, me hace querer bailar -comentó Gerard en modo de respuesta.

- ¡Pero a mí ya me harto!

- Pero a mí no -el esmeralda no iba a rendirse tan fácil, la canción le había encantado.

- Esto es injusto, es mi día de descanso y ni siquiera puedo escuchar la música que quiero porque un maldito alienígena tiene secuestrado mi toca discos -murmuró Frank, mientras se tiraba a la cama de nuevo, cerrando sus ojos.

Gerard se sintió mal, porque el humano estaba molesto, él no quería que eso pasará. Así que se levanto del piso y se dirigió hacía la cama, donde estaba Frank, quitó la almohada y dejó al descubierto su cara, rió ante el mohín que tenía y lentamente se acercó a su rostro, rozando los labios ajenos con los suyos, cerrando sus ojos como el humano, éste último apretó sus párpados con fuerza. Llevaban días así, besándose por cualquier cosa, en cualquier ocasión tanto que Gerard ya se había vuelto bueno besando, las mariposas y los cosquilleos habían aumentado y ninguno de los dos sabía que estaba pasando.

- Perdón, yo no quise hacerte enojar, si quieres puedes cambiar la canción.

- Disculpame también, no quise ser tan neurótico, puedes escuchar la canción las veces que quieras.

El avellana extendió sus brazos, dejando que el extraterrestre se acostara en ellos, como en las últimas noches se habían tornado nubladas y frescas. Un pretexto perfecto que le servía a Frank para abrazar a Gerard mientras dormía, también le encantaba acariciar su cabello color cereza. En la cabeza del avellana pasaba muy seguido aquella pregunta que había dejado olvidada hacía mucho tiempo atrás "¿Me estoy enamorando?".

- Frank... -Interrumpió el esmeralda, aquél lo miró esperando a que continuara- ¿Por qué esos dibujitos nunca se te quitan de la piel?

El avellana rió a carcajadas, mientras Gerard lo miraba extrañado, con la duda de que era tan gracioso.

- Se llaman tatuajes, son permanentes, jamás se van a quitar.

- Oh, entiendo -murmuró mientras las canciones llenaban aquél silencio.

- Me gusta la música -interrumpió de nuevo Gerard- es como arte.

- La música es arte, Gerard, incluso puede salvar vidas.

El esmeralda se levantó de la cama, su cabello revuelto y aquella camisa que le había comprado Frank mucho más grande, le hacía enseñar sus piernas pálidas y perfectamente torneadas. El tatuado suspiró, no quería sentir algo por alguien, se negaba rotundamente al amor después de que le rompieron el corazón demasiadas veces, pero Gerard estaba ahí con sus ojos verdes y aquella inocencia que podía enamorar a cualquiera.

- ¿A dónde vas, Gerard?

- A la sala, estoy aburrido aquí adentro.

- ¿Quieres salir a dar una vuelta por la plaza? A ver si vamos a una tienda de discos y te compró algo de los ' Smiths'.

- ¡Sí! Pero, ¿Qué ropa me pondré? -duditativo el pelirrojo miró a Frank.

- Era sorpresa, pero te he estado comprando ropa, así que metete a bañar y después nos encargamos de arreglarte -el pelinegro le sonrió.

Mientras Gerard se ducha a Frank de apresuró a sacar aquel pantalón negro y una playera con el decorado de la bandera de los estados unidos, acompañado con unos converse blancos. Dejándolos sobre la cama y esperando a que el pelirrojo saliera del baño para así poder ducharse también. Cuando por fin salió, el avellana le mostró la ropa y después se dirigió al baño, ya una vez dentro se rasuro su barba y tomo una relajante ducha con agua tibia.

- ¡Mierda! -la boca de Frank se había abierto, la mandíbula rozaba el suelo- necesitas más ropa así.

Gerard estaba parado con los pantalones ceñidos a sus piernas, la playera que le acentuaba muy bien y los converse blancos, y sus cabellos despeinados. Se veía realmente guapo, mientras Frank sólo se encontraba con una toalla envuelta en su torso.

- ¿Tan mal me veo? Es que los pantalones me aprietan... -trato de excusarse.

- Las chicas se te van a aventar apenas te vean, me voy a vestir, no sé si quieres salir del cuarto o te quedas para verme desnudo -rió Frank.

- EH.... ¡NO! Yo me voy -el alíen dio la media vuelta para salir del cuarto, dejando la puerta cerrada pata la privacidad del avellana.

El tatuado buscó sus pantalones rotos, una playera de manga larga y sus vans color negro, seco su cabello, puso un poco de perfume en su nuca y después tomó sus lentes, que no le servirían de mucho porque el cielo estaba gris y las nubes tapaban el sol, pero aún así los tomó, con la cartera en el bolsillo y las llaves del departamento en la mano, salió de la habitación.

El pelirrojo estaba de espaldas, jugueteando con las hojas de la planta que Frank le había llevado días antes.

- Estoy listo, vamos -la voz del humano había salido ronca.

- Bie... ¡Te ves estupendo! -gritó Gerard, haciendo sobre saltar al chico de tatuajes.

- No más que tú-ambos salieron del apartamento.

Gerard tenía el corazón en la boca, nunca había salido del pequeño departamento y después de una semana y tres días lo estaba haciendo, mientras Frank iba pateando las piedritas que se cruzaban en su camino. Ya en la calle, las chicas miraban a Gerard como si fuera un modelo o algo así, tal y como lo había predicho el humano, que apretaba sus manos para no enojarse y regresar al departamento, el alíen merecía salir.

Mientras que el pelirrojo notaba las miradas que las tipas le echaban a Frank, trataba de no molestarse además él era demasiado guapo, era obvio que lo iban a mirar de esa manera, ambos cruzaron una mirada y se sonrieron hasta que alguien hizo notar su presencia.

- Hola, Frankie, que guapo te ves hoy -el nombrado alzó la mirada y se encontró con Jamia, una de sus viejas amigas.

- Heeey, Jam, años de no verte -aquella se acercó a Frank, saludándolo de beso e ignorando totalmente la presencia de Gerard.

Este siguió caminando, se sentía molesto y no sabía a donde se dirigía pero aún así acelero su paso para entrar a la plaza, varios chicos y bastantes chicas lo miraron, pues parecía salido de revista. Mientras él camino, Frank seguía perdido en la platica que estaba teniendo con Jamia, hasta que se dio cuenta y salió corriendo sin importar que dejó a su amiga parada con la palabra en la boca.

Hesitant AlienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora