11. «¿Frank vale la pena?»

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Las cosas no estaban bien, Gerard miraba a su padre con ojos llorosos mientras su nariz soltaba mocos. Habían sido meses los que habían pasado desde que Frank y él se vieron las caras por última vez.

Dejando en su mente aquél doloroso momento, cuando ambos fueron uno, fusionando su cuerpo bajo el calor de sus almas. Sin importar el que dirán, sin pensar en las consecuencias que ahora estaban pagando y que realmente le dolía a ambos.

- No sé cómo ayudarte, hijo -murmuró el Way mayor- Ni siquiera sabía que aquella leyenda era verdad.

- Papá, yo lo siento. Pero amo a Frank y estoy dispuesto a dejar todo de este mundo para adentrarme al de él.

La pulsera de hilo aún se encontraba en su muñeca, el nombre se remarcaba y hacía doler su corazón «Gerard», había pasado tanto tiempo que incluso comenzaba a disminuir el dolor o eso quería creer el pelinegro. Jamia su mejor amiga sabía que algo andaba mal, pero a pesar de todo no quiso entrometerse, no era de su incumbencia.

Las noches del pelirrojo no habían sido más que llanto y gritos de desesperación, pues dentro, su corazón se sentía desgarrado y roto. ¿Cómo alguien se puede volver tan importante en tan poco tiempo? Ambos enamorados se preguntaban, mientras pequeñas gotas saladas salían por sus ojos. Dejando ver sus almas rotas, quebradas, deshechas.

- Gerard, hay alguien que quiere hablar contigo -se escuchó del otro lado de la puerta, era su madre.

- No quiero hablar con nadie.

- Te interesa y mucho, es el supremo.

El alienígena se levantó de un tirón del piso metálico, frotando sus ojos y arreglando sus ropas adecuadamente. Se dirigió a la puerta para abrirla, dejando en descubierto el rostro de su jefe.

- Hola, Gerard -el supremo, ya mayor dio un paso hacía adelante- últimamente he escuchado mucho de ti.

El pelirrojo lo miró nervioso, si el supremo estaba ahí debía de ser algo importante. Seguramente venía a montarle el castigo que se merecía por desobedecer todas las reglas de su mundo.

- ¿Cómo se encuentra, Supremo?

- ¿Yo? -se apuntó a sí mismo- Muy bien, gracias, pero no estamos aquí para hablar de mí. Si no de ti.

- Sé lo que hice, sé que no estuvo correcto pero el humano no tiene nada que ver -un nudo se formó en su garganta apenas y recordó a Frank- estoy dispuesto a pagar la condena de los dos.

- Gerard, Gerard... ¿Alguna vez escuchaste la leyenda de "Los Amantes Diferentes" esa que trata de cómo se creó el primer eclipse? -cuestionó el gran extraterrestre.

- Algo de ello he de haber oído -acepta el esmeralda- ¿Qué hay con ello?

- Yo soy el protagonista de esa historia, y Margaret, mi esposa también -en los labios del mayor, se forma una sonrisa- Fue hace mucho tiempo, también tenía curiosidad del mundo exterior, del mundo humano.

Gerard miró boquiabierto a su jefe, nunca hubiera esperado aquella confesión. Sus ojos mantenían un brillo único y especial, como dos pequeñas gotas de rocío en el pasto.

- Bajé a su mundo, todo era diferente, ahí había texturas, sabores, olores... -un suspiró escapó de la boca del alien mayor- Estaba encantado, después la encontré, ella era tan, ni siquiera sé cómo describirla, radiante.

- Entonces, ¿Son ciertas todas las cosas que dicen? -interrumpió Gerard, curioso.

- Espera, no comas ansía... Ella y yo, tuvimos que pasar muchas cosas dolorosas. Primero que nada, éramos de distintos mundos, distintos pensamientos, mi padre en ese entonces era el supremo y no aceptaba mi romance con la humana -caminó alrededor de la habitación, como si buscará algo- Estuvimos mucho tiempo separados, yo me había resignado a morir sin ella, pero después algo pasó, los planetas se alinearon y por alguna razón, predijeron que Margaret se quedaría conmigo.

- Esa parte sí la he escuchado -afirmó el habitante pelirrojo- Cuando ambos volvieron a encontrarse, se formó un eclipse, ¡El primer eclipse del mundo! Aquél que representaba el amor de ambos, fusionando el sol y la luna, como sus almas.

El supremo movió la cabeza en modo de afirmación, mientras una sonrisa adornaba su cara un poco arrugada.

- ¿Pero a qué viene todo esto? -Gerard miraba a su jefe, esperando una respuesta- ¿Qué quiere decir?

- Puedes regresar con tu humano, pero tendrás que olvidar todo lo que viviste aquí, en tu tierra -El mayor buscó los ojos de su discípulo- ¿Crees que Frank valga la pena?

La muñeca de Gerard aún presumía la pulsera tejida, entonces recordó la esencia del humano, la textura de su piel y el sabor a café que sus labios tenían todas las mañanas.

- Lo vale, James -aquel sólo sonrió.

Mientras Frank se sumía en un mar de tristeza y lágrimas, con una taza de café entre sus manos; Gerard era sometido a una pequeña operación, una que le haría olvidar todo lo vivido en su mundo.

Nunca perdió la rutina, después del trabajo se dirigía a su hogar para quitarse el uniforme y dejar sus pertenecias. Saliendo del departamento con su teléfono y sus audífonos, con ropa casual y su típica mirada triste.

El camino hacía el cementerio parecía haberse alargado después de que se marchará su compañero extranjero, decidió ignorar la pequeña bolita de lágrimas que amenazaba con salir por sus ojos y siguió su camino, tarareando una canción de Panic! At The Disco.

Llegando a la tumba de su abuela, se tiro a un lado y miró el cielo, seguía nublado y sin ninguna estrella a la vista. Sólo suspiró y con eso mismo, comenzó a hablarle a su abuela, porque a pesar de que la visitaba a diario no había cruzado palabra con ella.

- ¿Recuerdas el tipo pelirrojo? Él era algo así como mi pareja -murmuró bajito- él era muy curioso por todo, tenía unas ganas inmesas de aprender y me hacía feliz, abuela.

El viento soplaba fuerte ese día, tanto que logró mover las nubes pesadas, dejando el cielo despejado. Una estrella brillaba justo a la mitad de aquél manto azul, ¿Qué signifiba aquello? Acaso, ¿Frank tendría una oportunidad de ver los verdes orbes de Gerard otra vez?

El pelirrojo abrió los ojos, el lugar era blanco y luminoso. No recordaba nada, pero el dolor de cabeza estaba ahí. Sólo un nombre pasó por su cabeza: Frank. Rápido bajó los pies al piso, este le lastimó las plantillas.

Ramitas se quebraron debajo de él, el pasto estaba frío y húmedo. Caminó un poco desconcertado, con todo y nada a la vez... Esperando encontrarse con el chico de cabello negro y ojos avellana.

¿Acaso ese era su final feliz?

El de cabello negro cerró sus ojos, cayendo en un sueño profundo junto a la tumba de Cherrie. Algo dentro de él lo inquietaba, como si fuera a ocurrir algo con su cabeza y de pronto, su memoria fuera recortada.

Despertó cuando un fuerte ruido se produjo afuera del cementerio y dentro del bosque de árboles altos. Sin embargo, no tuvo curiosidad, recordó que tenía que llegar a casa para encontrarse con alguien y así lo hizo.

Camino arriba, sintió su corazón latir con fuerza y su piel erizarse, una inmensa sonrisa apareció. Sustituyendo todo el dolor que había vívido durante un maldito mes. Todo era confuso, pero necesitaba llegar a casa y aclarar todo...

N/A: Estoy muy emocionada, porque ya sólo quedan como 2 capítulos de esta historia y tengo dos posibles finales. A los cuales numeraré como #1 y #2.

Así que voten por uno, y obviamente el que más votos tenga es el que va a ganar. También subiré el otro, pero cómo alternativo. ;)

Hesitant AlienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora