Introducción.

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8 de septiembre, 2017

22:42 p.m

Como si fuera ensayado, las cuatro chicas cayeron sobre el respaldo de unas sillas completamente ajenas a las que habían utilizado en un principio. Ana soltó un bufido y se frotó el tobillo con una mueca de dolor.

-¿No os hacen daño los zapatos, en serio?

María se rió de ella con cierta superioridad, lo que ocasionó que la rubia la pegase una colleja en la parte posterior de la cabeza. Esta soltó un grito de sorpresa y se puso de pie para contraatacar. Ana se quitó el zapato de tacón y amenazó con él a su amiga, que ni se inmutó e intentó lanzarse sobre ella lanzando palabras no demasiado femeninas.

Sarian simplemente lo ignoró y se alisó el corsé de su vestido de novia. Estaba acostumbrada a los inesperados ataques de furia de su amiga, los llevaba viviendo casi cinco años. Se rió por lo bajo, estaba mentalizada a que nada ni nadie le iba a estropear esa noche. Su noche. Miró de reojo a su, por fin, recién marido, y una sonrisa traviesa asomó de la comisura de sus labios. Álvaro tenía a su hija Claudia acunada entre los brazos, durmiéndola. Se le formó un pequeño nudo en el pecho ante esa escena. Todavía no se hacía a la idea de todo lo que había conseguido en tan poco tiempo. Esquivó la mirada y volvió a centrarse en la pelea de divas.

Carla había sacado el teléfono móvil y lo miraba aburrida, igual que Sarian, ignorando el que sus dos mejores amigas estuvieran a punto de matarse con el tacón de un zapato de colores.

-Chicas, parad ya.- soltó Sarian finalmente. Las dos giraron a mirarla por un segundo. Luego volvieron a centrar su vista la una en la otra, declarándose la guerra con la mirada.- ¿Es que no vais a madurar nunca?

-Venga ya, últimamente no tengo un respiro con eso de 'madura ya, María', 'eres una mujer, María, compórtate como tal'.- replicó María poniendo distintas voces para hacer la burla.- Me siento vieja cada vez que me llaman mujer, lo siguiente será que un desconocido por la calle me pare para preguntarme la hora y me llame señora.

-Es que ya estás vieja.- intervino Carla levantando ligeramente la vista del teléfono.

-Tú eres de mi quinta, guapa, no te pases.- se defendió la castaña.

-Yo estoy en la flor de la vida. Tú vives amargada.- dijo Carla.

-Yo soy la alegría que llena tu vida, he de recordar.

-Las tres sois unas crías.- dijo Sarian, medio en broma, medio en serio.

-Ah, perdona, que como aquí la Madame ya está casada, se cree superior.- dijo María alzando los brazos como si se sintiera ofendida.

-Ahora saltas con la envidia- dijo Ana, volviendo a calzarse.-; porque como ella está casada y con hija, y tú vives amargada porque Carlos no quiere nada de eso, lo pagas con nosotras. Anda y vete a cagar.

-Tú no me conoces. Yo si me quisiera casar, me casaría.- dijo María, muy digna.- Yo llevo la falda y los pantalones en la relación. Y no quiero hijos, soy feliz sobando a los de otros.- lanzó una mirada furtiva a Claudia, ya dormida, y luego contempló a Ana y a Carla.- Así que tened alguno pronto, que Claudia se me va a hacer mayor en seguida.

Las dos chicas fruncieron el ceño y se miraron entre sí, con ganas de negar con la cabeza.

Un pequeño atisbo de movimiento captó la atención de Sarian al otro lado del salón. Álvaro le hacía un gesto, indicando que iba a subir a la niña a la habitación. Sonrió a su chica y le dio un ligero beso en la cabeza a la niña antes de encaminarse por las escaleras a la planta de arriba. Sarian soltó un largo suspiro. Cada vez que le miraba, dejaba de escuchar cualquier otra cosa a su alrededor. Exactamente igual que la primera vez que le vio y conoció, le pareció algo tan sumamente magistral que no le cabía en la cabeza que fuera un simple chico y no un regalo del mismísimo Dios traído para hacerla feliz.

Ladeó la cabeza contemplando cómo se iban, y la misma pregunta de otras veces volvió a su cabeza. No creía que fuera el momento ni el lugar adecuados para lanzársela a sus amigas, y puede que si lo hacía, simplemente arruinara el ambiente. Pero siempre temía eso. Estaba segura de que no era algo fácil para ellas responder algo así. Sin volver la vista hacia ellas, observando cómo la silueta de Álvaro desaparecía, no pudo reprimirse más.

-¿Os puedo hacer una pregunta?- dijo de sopetón. Las otras tres chicas interrumpieron su discusión actual, para centrarse en el radical cambio de actitud de la novia.

-¿Qué pasa?- preguntó María con inquietud, posando una mano sobre el hombro de Sarian.

-¿Cómo era Álvaro antes?- dijo de carrerilla aquella pequeña frase que la reconcomía la cabeza desde hacía semanas.- Me refiero, a cuando le conocisteis vosotras...

El rostro de las tres se tornó de confusión. Pero para sorpresa de Sarian, no de miedo, como ella había temido.

-¿Eh?- dijo Carla.

-A ver, me refiero a...

-Sé a lo que te refieres- la interrumpió.-, pero no lo entiendo. O sea, esas cosas se preguntan antes de casarte. Con las dudas pre-matrimoniales y todo eso.

-Ya lo sé, joder, pero no lo sé.

-Viva la redundancia.- dijo María, encarando las cejas.

-¿Cómo era? La pregunta es simple.

-¿Cómo era de qué?- cuestionó Ana esta vez.

-No sé, estoy confusa. Porque o sea, sé que no ha sido precisamente candidato al nobel de la paz; pero es que hay historias tan diversas de él... Entre mi hermano que decía que era un puto asesino, vosotras que le llamáis cuñado, él mismo que me dijo que iba a llamar Claudia a la niña porque fue la última vida de no sé qué y... Y ahora Blas y todos diciendo que era un tío de puta madre, que es como su hermano. Le han puesto por los aires. ¿Y qué es eso de que lo demás es otra historia? ¿Qué me estoy perdiendo? ¿Quién era esa Claudia?

Se hizo el silencio.

Un silencio demasiado largo para el gusto de Sarian.

María fue la primera en reaccionar, giró la cabeza para mirar detrás de ella, buscando a alguien con la mirada. Dejó de buscar al posicionarse sobre su tía Leire, que estaba bailando entre risas con un Carlos demasiado motivado en el dicho de que la noche era joven. Ella se rió y volvió a mirar a Sarian.

Pero no fue María la que habló.

-Mira, no te voy a mentir. Te lo podría contar todo, pero desde mi perspectiva. No pasé demasiado tiempo con Álvaro en aquellos tiempos, que digamos. Han pasado seis años, pero lo recuerdo todo al pie de la letra.- dijo Ana, frunciendo el ceño.

-Exactamente.- confirmó María.- Aunque seguro que mi historia es mucho mejor, porque fui yo la que hizo la parte importante, peero...

-¿La parte importante? ¿De qué?- preguntó Sarian, curiosa.

-Ni te rayes, que no fue para tanto.- declaró Ana.

-¿Perdona?- cuestionó María.- ¿Qué quieres decir?

-Apuesto a que mi historia en todo esto es mucho mejor que la tuya.- sentenció Ana, encogiéndose de hombros.

-No tienes ni idea de dónde te acabas de meter.- se burló María, estirando el cuello, como si fuera a pelearse de verdad.

Sarian sonrió, bastante satisfecha. No era exactamente la respuesta que esperaba, pero sería entretenido ver a Ana y a María pelearse por aquella tontería.

-¿Y tú, Carla?- inquirió Sarian.- ¿No quieres contarlo tú también?

Ella soltó un suspiro cansado.

-Creo que mis recuerdos y yo ya hemos hecho bastante en todo esto.- se justificó ella.

María y Ana se miraron desafiantes, se acomodaron en sus respectivos asientos y continuaron su habitual guerra entre ellas, solo que de una manera un tanto peculiar.

-Así pues, comencemos.


Otra historia / Spin Off SDE / (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora