12◄Abrazos

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N/A: Hola, solo quería dejar noción de que no he muerto :'D


Ana.

Abracé un cojín de mi habitación mientras analizaba cómo a Carla le cambiaba la cara cuando María entró al cuarto. Su ceño se frunció y sus ojos se llenaron de algo parecido a odio. Me incorporé en la cama, con las piernas cruzadas a lo indio, para presenciar el drama en primera persona.

–¿Por qué hablabas con David esta mañana?– preguntó Carla, alzando una ceja.

Giré mis ojos con brusquedad hacia María, como si estuviese en un partido de tenis y tuviera que perseguir la pelota con la vista.

–Oh, nada importante.– sonrió ella.– Un favorcillo, ya es feliz con sus cosas de críos.

Por la cara de Carla, vi que estaba tratando con todas sus fuerzas de no malpensar lo del favorcillo. María siguió evitando todas las preguntas que la chica le lanzaba con su sutileza habitual. Pero Carla, cerrada en su teoría y celosa como una cuba, intentó presionarla.

–No creo que sea una gilipollez si ha tenido que ir hasta ti para pedírtelo.– dijo Carla, sonriendo con falsedad hacia María.

La castaña la miró de reojo como si estuviera empezando a tocarle la fibra sensible.

–¿Te pasa algo?– preguntó.

–¿A mí? Que va, que va. Solo... curiosidad.–sentenció Carla, levantándose del puff morado y encaminándose hacia la puerta intentando darse aires de grandeza.

Me hacía mucha falta un bote de palomitas en ese instante para acompañar a la película que se estaban montando.

María me miró sin comprender nada y entonces vi a Carla saliendo de la habitación. Ella rodó los ojos y se dio la vuelta para cogerla por la muñeca y evitar que se fuera. Carla la miró como quien mira al diablo y María, en respuesta, le esbozó una sonrisa pícara.

–Yo sé por qué estás así.– dijo con felicidad, meneando la cabeza.

Carla simplemente rodó los ojos e intentó librarse del agarre de la castaña, pero esta la cogió con ambas manos sin permitir que se fuese. Abracé aún más el cojín y las observé con atención.

–A ti te mola David y te has puesto celosa porque esta mañana ha venido a hablarme y a ti no te ha hecho ni caso.– dijo, consiguiendo que la cara de Carla se tornara de un ligero tono carmesí. Pero no por la vergüenza, sino por la rabia que se le estaba acumulando en el cuerpo.

–No sé cuando lo dije, pero lo repito. Me gustará ese engendro cuando los cerdos vuelen.– bufó, escupiendo las palabras.

Hizo un amago para soltarse de María y agitó el pelo antes de darse la vuelta y, por fin, lograr su objetivo de irse.

Yo me quedé triste porque esperaba que se tirasen de los pelos o algo. Cero acción. No molaba.

María dio un saltito en su sitio y luego vino corriendo para tirarse a mi lado en la cama. Me quitó el cojín que tenía y se tapó la cara con él para ahogar un grito de júbilo. Luego, con una sonrisa de boba en la cara, se incorporó de rodillas en el colchón y me cogió por los hombros para zarandearme sin demasiado cuidado.

–¡Que le mola de verdad, Ana!– dijo, mordiéndose el labio.– ¡Qué bonito es esto! Que a Carla no le gustaba nadie desde el Paleolítico, joder.

Mi cara permaneció completamente inexpresiva mientras ella demostraba todo su entusiasmo.

–¿Y cómo estás tan segura?

Otra historia / Spin Off SDE / (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora