2◄Cascos

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Ana

Mi madre tiró una almohada a la cabeza a las siete de la mañana, porque al final no había recuperado el despertador.

Lunes, siete de la mañana, con plumas por la cara. Planazo.

Mi madre me gritó, ya desde fuera de la habitación. Rodé los ojos tragándome las maldiciones que estaba deseando soltar, y saliendo de la cama con pesadez.

Llegué a la cocina y cogí un vaso de la repisa, lo llené de leche y lo metí al microondas. Luego me sentí idiota porque ya empezaba a hacer calor y en realidad no me apetecía leche caliente.

Pensé en coger un par de cubitos de hielo del congelador y echárlos en la leche. Pero habría sido raro.

Y asqueroso.

Me dio un escalofrío por el cuerpo al imaginarme la leche deshecha en agua y puse cara de asco. Miré mal al microondas y me abracé a mí misma mientras abandonaba la cocina y volvía a mi cuarto. Cogí el móvil y lo desbloqueé para ver si había algún tipo de novedad de real interés. Sin abrirlo del todo, vi el mensaje de Carla de pasar por su casa para ir al instituto.

Me dio pereza y no respondí, así no tendría que ir.

Cogí la primera camiseta que pillé, al igual que con el vaquero. Me vestí y me calcé. Luego me fijé en la cama deshecha, y pensé que le daría pena a mi madre o a mi padre por tener una hija en el último año de instituto, estresada y agobiada con exámenes, trabajos y exposiciones, así que la haría alguno en algún momento de la mañana.

Me miré al espejo y me retiré el flequillo hacia atrás, peinándome un poco con la mano. Pero estaba demasiado enredado, cogí el cepillo y comencé a peinarlo.

Era la última semana de clases, en realidad.

Y yo tenía demasiadas ojeras, y no me quedaba corrector. Pero seguro que a María sí. Sonreí malévola pensando en que era una aprovechada, crucé los pies y di una vuelta para correr hacia donde había tirado el móvil. Me tumbé boca abajo y marqué el número de María. Lo puse en altavoz y volví al espejo para terminar de peinarme.

¿Hola?– dijo María al descolgar.

–María, urgencia. Necesito que me lleves al insti el corrector de ojeras, porque parezco un zombie extra de The Walking Dead.

–¿Eh? Bueno, que no puedo, que ya estoy yendo hacia allá.

–¿Tan pronto? Pero si tú a esta hora sueles estar despertándote.

–Lo sé, tengo que hablar una cosa con el profesor de informática y con la directora, y en el recreo no voy a poder porque me queda repasar para un examen, y al salir por la tarde tengo que volar a casa para terminar el cuaderno de física y...– comenzó a narrar, pero la corté con un grito.

–¡Vale! Vale, lo pillo, dejas a tu pobre amiga con la cara hecha un dilema.

–Sí, mi amiga que ya ha terminado los exámenes y no vive en el estrés que es la vida.– dijo soltando un suspiro.

–Oye, que he tenido de lo mío. No me desees el mal.– me quejé.

–No es el mal, es simplemente un poquito de karma.– dijo y la escuché soltar una ligera risita.– Oye, te dejo que me has cortado la canción a la mitad.

–María, ¿cuántas veces te han dicho tus padres que no vayas con los cascos por la calle?

Ana, por favor, son las siete de la mañana, ¿qué me va a pasar?– dijo con suficiencia.– Y voy al instituto, no a robar un banco. Déjate de paranoias, venga. Hasta luego.

Otra historia / Spin Off SDE / (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora