2►Sillas y cámaras.

428 51 71
                                    

María

Estaba en una habitación a medio amueblar cuando me desperté.

Intenté que no cundiera el pánico. Pero cundió cuando me di cuenta de que estaba sentada en una silla con las manos atadas detrás de la espalda. Y los tobillos anudados a sendas patas de la silla.

Mierda. Esto es por ignorar a Ana y haberme dejado los cascos puestos.

Intenté calmar mi respiración y pensar como una persona normal.

Yo había visto muchas pelis así, alguna forma habría de salir.

En estos momentos, el prota suele sacar la navaja que siempre lleva escondida, por si acaso se dan estas situaciones, del bolsillo del vaquero. Pero mierda, se me había olvidado la navaja multiusos en casa.

Jopetas.

Suspiré y rodé los ojos pensando en que lo más afilado que tenía eran las llaves de casa, pero siquiera a mano. Pensé en una horquilla del pelo, pero no podía tocarme la cabeza. Incluso pensé en rajar la cuerda con las uñas, pero me dio dolor solo de pensarlo.

Así que me acordé de una cosa, que posiblemente saliera mal, pero era mejor que nada.

–Esto va a doler.–dije para mis adentros.

Intenté coger impulso con los pies, para pegar un golpe seco en el suelo y partir la silla, pero no fui capaz de elevarme demasiado. Así que seguí intentándolo, y seguramente parecía idiota dando saltitos atada a una silla.

«Eres idiota, no lo pareces» me recordó mi querida conciencia.

Entonces, en uno de los saltitos, giré de una forma extraña y la silla cedió para atrás. Caí de espaldas mientras gritaba, echando la cabeza hacia delante para evitar otro golpe en la cabeza. Me estampé contra el suelo y di un pequeño rebote. Cuando me estabilicé, apoyé la cabeza en el suelo.

Y me di cuenta de que había partido la silla.

Y me reí como una niñata diciendo en voz bajita que era la puta ama.

Rodé un poco para apartarme del estropicio que había hecho con la silla y me senté en el suelo. Cogí una de las patas rotas y la volví a romper por la mitad. O esa era mi intención, porque todo lo estaba haciendo de espaldas.

Con la pata rota, y vuelta a romper, intenté cortar la cuerda que me ataba las manos. Giré la cabeza para intentar mirar lo que hacía, y me clavé una astilla en la espalda.

–Joder.

Rectifiqué el camino de cortada, y conseguí pinchar la cuerda, pero se me fue la fuerza y me clavé el pincho en la muñeca.

–No solo gilipollas, ahora voy a parecer una suicida.

No sé cómo, acabé rompiendo uno de los nudos. En cuanto tuve las manos libres, me las abracé como si me acabaran de nacer. Me puse en marcha a desatarme los tobillos y me levanté.

Eché una ojeada a la habitación. Símplemente había un par de camas, dos ventanas con unas cortinas muy horteras, un armario empotrado y una puerta al fondo.

No creo que fuera buena idea ir hacia la puerta.

Así que fui.

Abrí y asomé la cabeza.

Vi un pasillo super largo de frente. A ambos lados del pasillo había diversas puertas repartidas. Y a la izquierda, más o menos hacia el centro, una escalera que conducía a la planta de abajo.

Me subió la bilis a la garganta cuando escuché que alguien subía al trote por la escalera.

Me eché hacia atrás y cerré la puerta de un portazo silencioso. Me palpé los bolsillos en busca de mi móvil.

Otra historia / Spin Off SDE / (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora