El cliché de La Mudanza

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Todo parecía indicar que aquel día sería perfecto, el sol brillaba en el cielo más el clima fresco indicaba la llegada del otoño, Tory amaba el otoño, las hojas secas y esos tonos rojizos la hacían recordar su infancia, cuando amontonaba las hojas y saltaba sobre ellas haciéndolas volar por los aires mientras ella las observaba en su lento descender, ahora estaría con su hermano y su sobrino Stevy, se sentía un poco triste por ambos ya que Sara (la ex-esposa de su hermano) los había abandonado a su suerte y se largo con un tipo rico que le ofrecía los mejores lujos... Tory la odiaba, ella sabía cuando su hermano la amaba y que ella lo haya abandonado la hacia querer matarla.

Acomodo la última maleta en el porta equipaje de su Jeep Commander y cerro la puerta, el viaje a Quántico no era tan largo, apenas un par de horas, ya en asiento del piloto colocó su teléfono y lo conectó al cable para reproducir música, entonces Dont Let Me Down, de los beatles sonó como un estruendo encantador a los oídos de Tory quien sin más arrancó camino a la Casa Marvel, la cual le habían regalado sus padres de su hermano cuando se caso con Sara, era enorme y bastante hermosa pero Tory extrañaría su mansión Victoriana con vista al lago, era práctica y cómoda con un laboratorio incluido en el sótano el cual ella misma mando a instalar con equipos modernos, pensar que ahora trabajaría en el FBI la emocionaba... Aunque la emoción se convertía en nerviosismo al momento de pensar que tenía que aprender a usar un arma, y si, era indispensable para trabajar en el FBI.

El camino a Quántico fue bastante tranquilo y cuando estacionó frente a la enorme casa no fue capas de resistir la sonrisa que se había formado en sus labios, abrió la reja del jardín con las llaves que la había dado Johann, por decencia tocó la puerta de entrada y un chico de ocho años abrió la puerta.

-¡Tory! -exclamó cuando salto para abrazarla, ella lo tomó y lo cargo hasta llegar a la sala- ¡no sabía que vendría! -

-yo también estoy feliz de verte Steve -le contestó ella cuando lo bajo y miró alrededor- ¿y Johann?-

-se fue a hacer las compras, no tarda en venir... Vamos, te mostraré tu cuarto-

El pequeño la guió hasta quedar frente a una puerta de madera un poco más ancha de lo habitual, cuando la abrió agradeció que su hermano no le haya hecho una de sus bromas pesadas y lo pintara y decorara como si fuera una niña de cinco años, la habitación era preciosa.

-¿te gusta? -preguntó tímidamente Steve-

-claro que si -le sonrió a su sobrino y camino con el hasta llegar a la sala de entretenimiento- espere que sigas con tus prácticas en el ajedrez porque tengo muchas ganas de jugar una partida -anunció ella acomodando las piezas- tu eres los blancos-

Estuvieron jugando una media hora, primero ajedrez y después armaron un rompecabezas a Steve no le gustaban los videojuegos... Cosa rara para la juventud de ahora.

Cuando la puerta de la casa se abrió el salió corriendo a recibir a Johann, mientras que Tory lo seguía caminando.

-¡Tory! -grito su hermano de apenas veintiocho años, la abrazo y depósito un beso en su frente- ¡cuanto has crecido! -exclamó contento y dándole un vuelta como si ella fuera un princesa, ella sonrió y puso los ojos en blaco-

-Johann, nos vinos hace una semana -aunque no habían pasado un buen momento, ya que fue el quien la visitó devastado y llorando con la noticia de que Sara se había marchado-

-si, pero creciste unos... Dos milímetros, eso es bastante para alguien tan bajita como tu -le recriminó y ella bufo molesta-

-¡mido uno sesenta y ocho!-

No pareció hacerle caso y tomó las bolsas de las compras para ir hacia la cocina, ella lo ayudó con un par y Steve con una bastante pesada que parecía que se caería.

Criminal Minds |Specer Reid| (Por Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora