Un par de años más tarde...
Los copos de nieve se posan sobre la repisa de la ventana, una niña observa la nieve entusiasmada.- ¡Mami, mami, mira!- Ellie me agarra la mano para que le acompañe.
- Cariño, está nevando mucho.- rezo para que Rick regrese a tiempo de su gira, dentro de tres días vendrá la Navidad.
- ¿Cuándo volverá papi?- mi pequeña se asoma todos los días a la ventana para ver si su papi ya ha vuelto.
- Pronto, cielo, ¿quieres qué preparemos unos dulces de Navidad?
Ellie asiente emocionada, se baja de la ventana y corre hacia la cocina, mi princesa y yo compartimos un mágico momento aunque sabemos que no es lo mismo sin Rick.
Ellie se despierta en mitad de la noche, baja de la cama y camina hasta la habitación de sus papis.
- ¿Mami?
- ¿Uhm?- enciendo una lámpara pequeña, Ellie me mira con una expresión de miedo en su rostro.
- Tengo miedo mami- sonrío para que se tranquilice, bajo de la cama para cogerla y llevarla de nuevo a su cuarto.
Me tumbo con ella y le acaricio el pelo para que vuelva a dormirse. Sin darme cuenta, me quedo profundamente dormida.
A la mañana siguiente...
El olor a café recién hecho me despierta, Ellie sigue durmiendo; en silencio bajo a la cocina.
Una taza humeante reposa en la mesa, ¡no puede ser! Corro hacia el garaje para comprobar si Rick ha regresado.
El coche sí que está pero no hay rastro de mi marido, entonces escucho un fuerte sonido que proviene del desván.
Veo a mi marido cogiendo la caja que contiene los adornos de Navidad.
- ¡Rick!- éste se sobresalta, deja la caja en cuanto ve que me abalanzo a sus brazos.
- No quería despertarte, estabas preciosa durmiendo con Ellie.
- Podías haberme mandado un mensaje o algo, he estado muy preocupada.- posa sus manos sobre mis mejillas y me besa.
- Hace un rato que he vuelto y quiero comenzar a adornar la casa cuanto antes.
- Tendremos que ir a comprar un árbol nuevo.- comento tras bajar varias cajas y dejarlas en el suelo.
- Iremos esta tarde, te he preparado café.- ambos desayunamos mientras escuchamos villancicos que ponen en la radio local.
De repente, escuchamos el timbre a la vez que Ellie nos reclama.
- Abro yo, tú ve con la princesa. Le vas a dar una sorpresa.- Rick asiente, sube mientras que yo abro la puerta encontrándome con Martha y mi padre.
- ¡Feliz Navidad!- Exclaman con una enorme sonrisa, van cargados de regalos que rápidamente esconden en el despacho de Rick.
- ¿Habéis tenido mucho tráfico?- Pregunto a la vez que preparo otra cafetera. Éstos se van quitando ropa debido a la calefacción.
- Lo típico en estas fechas pero, afortunadamente, partimos de la ciudad muy temprano.
En el piso de arriba...
Rick escucha los sollozos de su hija, la cual se levanta de la cama abrazada a su león de peluche, Linus.
- ¿Mami?- pregunta la niña algo asustada, observa cómo una mano se desliza por la pared hasta llegar al interruptor.
- ¿Renacuaja?- Ellie reconoce la voz al instante, sólo una persona le llama así. Sus ojos se abren y una gran sonrisa aparece en su rostro.
- ¡Papi, papi! - Ellie se levanta de la cama todavía con Linus bajo el brazo. Rico la recibe con un cálido abrazo.
- Hola preciosa, ya estoy aquí y vamos a comprar un árbol de Navidad gigante. ¿Quieres?
- ¡Si,si,si!- Ellie abraza a su padre con más efusividad olvidando a su peluche que le protege por las noches.
En la planta baja...
Escuchamos como Rick juega con Ellie, la pequeña se ha subido a los hombros de su padre y ahora bajan las escaleras.
- ¡Mami, mami!- mi princesa le pide a su padre que la deje en el suelo. Corre hacia mí y la cojo en brazos.
- Dime cariño.- le miro a esos preciosos ojos heredados de su padre y abuela.
- Vamos a tener un árbol gigante. Me lo ha dicho papi.- todos reímos con los comentarios de la pequeña y sus expresiones.
- Oye Ellie, ¿no vas a saludar a los abuelos?- Ésta corre para abrazarlos y darles un beso. Mi padre y Martha le achuchan y empiezan a hablar de la Navidad y Santa Claus.
- Yo he sido buena, abuela, ¿a qué si, mami?- Asiento reprimiendo una carcajada. Mi marido me rodea la cintura con el brazo y me besa en la mejilla.
- Es la niña más feliz del mundo.- susurra en mi oído- ya lo creo que sí, mírala, con esa sonrisa y su alegría.- respondo mientras dirijo mi mano a su culo.
- ¿Tú también me has echado de menos, Señora Castle?
- No sabes cuánto, Señor Beckett.
ESTÁS LEYENDO
Crazy In Love
RomanceRichard Castle, joven de 23 años que trabaja de jardinero en una enorme y lujosa casa. Se gana el dinero para poder estudiar algún día. Una pareja joven reside en esa casa situada en los Hamptons, ella es abogada, una de las mejores; se llama Kather...