El resfriado más oportuno.

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ZOE

Ya habían pasado varias horas desde que Ariana se había ido a su casa, y bueno, ya que el sol se está escondiendo era hora de que yo también me fuera a la mía; como siempre Mariano me llevaba. Me levante de la cama y camine hasta la habitación de cada uno de mis hermanos. Me despedí de Sol y Josh, pero faltaba Madeleine, la cual, no encontraba por ninguna parte. La busque por toda la casa y no estaba, ni ella ni la abuela. Salí al último lugar donde se me ocurrió buscar y sí, ahí estaban, jugando... con globos de agua; dirigí mi vista a todos lados y me di cuenta del porqué de su repentino juego. El vecino de al lado estaba cortando su césped... sin camisa. Otro de los intentos de la abuela de lucir sexi.

-Abuela, ya me...- y antes de que pudiera terminar, Madeleine y la abuela ya me habían empapado. Si, lo sé, fue mala idea entrar aquí, ¿No era mejor despedirme desde la puerta? Sí, Zoe, si lo era.

-¡Mi calabacita! ¡Defiéndeme!- gritó la abuela.

-Abuela, yo te...- otro globo, este, directo a mi cara. Resultado = gafas empapadas = no veo nada. Bien, nadie se mete con mis gafas. Tome un globo y lo lance a la abuela, tan fuerte... que la hizo caer. De verdad, ¡se cayó! Madeleine y yo comenzamos a reir a carcajadas, la abuela se levantó y nos fulmino con la mirada. Comenzó la guerra. Estuvimos así más de lo esperado; según yo llegaría a casa a las 7:30 y eran las 8:30 ¿a quién se le ocurre jugar con agua tan tarde? A nosotras.

Madeleine y la abuela se fueron en no sé qué momento ya que... no veía nada. Me quite las gafas al inicio de la guerra y no sé donde están.

-¡Malditas gafas! ¡Donde están!- estaba temblando, tenía frío, hambre y me iba a dar un resfrio seguro.

-Bueno, creo que ellas no pueden escucharte, pero... si te sirve de algo, me las encontre.

Levante mi mirada encontrándome con una color azul, y un vecino sin camisa frente a mí. Me entrego las gafas y me coloco una toalla en la espalda.

-Gracias- le dije con una sonrisa.

-No creas que las estaba espiando, pero... la cerca está muy baja y se ve todo. Buen tiro- explicó a la vez que me felicitaba. No estendía nada.

-¿Buen tiro?

-Sí, jamás había visto que alguien cayera por culpa de un globo con agua- respondió riendo.

-Oh, eso... bueno, yo... ¡se metió con mis gafas!- defendí graciosa. Pero, en cuanto termine esa sencilla oración estornude ¡estornude!, me toque la nariz y la tenía roja y fría, ya me resfrie.

-¿Estás bien?- preguntó mirando como temblaba.

-Tengo frío, y ya me resfrié.

-Ven, vamos para que te seques y tomes una taza de chocolate caliente- me ofreció con una sonrisa cálida, guiandome hasta su casa.

-Pero... mi casa está aquí, puedo hacer todo eso aquí. Él se encogió de hombros y me miro tiernamente, seguramente dándose cuenta de lo que había dicho- Cierto, entonces tendré que cuidarte otro día.

-¿Cu-cuidarme? ¿T-tu querías cuidarme?

-¿No me recuerdas?- preguntó con el ceño ligeramente fruncido. Yo negué con la cabeza (solo se que eres el nuevo vecino y... ni siquiera se tu nombre)

-Zoe... por Dios, ¿he cambiado tanto?- preguntó con una sonrisa vacilante.

¿Cómo sabes mi nombre?

-Zoe... soy yo; Luke, Luke Hemmings, tu mejor amigo de preescolar, primaria y secundaria.

-¿Qué?- mi expresión cambio totalmente ¿había vuelto?- ¿Luke? ¿Me lo juras? ¿Eres tú? ¿No estabas en...?

¿Apostamos? »s.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora