CAPÍTULO 4

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El chico no podía apartar su vista de la muchacha que tenia delante.

Había ido a limpiar la sala del balcón cómo le había indicado Marza, su jefa que había sido la misma que le había guiado el primer día.

Pero nada más abrir la puerta se había percatado de la fina figura femenina que se asomaba al balcón mirando con cara triste al orizonte. Sus cortos cabellos dorados se agitaban con el viento y sus ojos azules parecían estar conteniendo unas lágrimas que deseaban salir...

-- ¿Se puede saber por qué te has quedado ahí parado? ¡Vete a trabajar a otra parte!

La voz ruda y severa de la muchacha lo cogió desprevenido. Ella le había despotricado, pero ni siquiera se había girado a ver de quien se trataba. Optó por no decirle nada y salir de allí sin formular palabra, pero cuando ya estaba saliendo por la puerta su voz lo volvió a interrumpir.

-- Len. -- Solo eso le bastó para girarse a verla de nuevo.

Ella tenía los ojos empaňados en lágrimas y sin poder contenerse más hechó a correr para tirarse a los brazos de su hermano.

-- ¡Len! ¡Len te he hechado tanto de menos! -- Exclamó aun abrazándolo en el suelo por la estrepitosa caída que le había causado sin querer.

El chico por la sorpresa no se había movido, pero enseguida reaccionó correspondiendo su abrazo y dándole caricias en la espalda para calmarla.

El chico por la sorpresa no se había movido, pero enseguida reaccionó correspondiendo su abrazo y dándole caricias en la espalda para calmarla

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-- Tranquila Rin, siempre estaré aquí, ya no me iré nunca más de tu lado. Te lo prometo.

-- Len.

La muchacha no era capaz de decir otra palabra en esos momentos. El solo pensar que su hermano volviera a estar con ella, después de por todo lo que había pasado, eso le resultaba una gran bendición.

-- Len.

-- Tranquila... princesa.

Ella al oírlo llamarla así se separó un poco de él para verlo mejor percatándose entonces de su ropaje.

Ella al oírlo llamarla así se separó un poco de él para verlo mejor percatándose entonces de su ropaje

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-- ¿De... desde cuando estas aquí?

-- Una semana.

A la joven Rin se le empaňaron los ojos de nuevo. ¿Cómo era posible que nunca lo uviera visto en toda la semana? No, la principal pregunta era ¿Por qué estaba vestido con ropa de sirviente?

-- ¿Por qué tienes esa ropa? -- Preguntó con voz temblorosa.

Él sonrió con pena y alegría al mismo tiempo.

-- Soy su sirviente ahora mi querida princesa.

-- Len...

-- Hay normas de etiqueta que nos prohiben hablar de tu a tu, y a partir de ahora acataré todas sus ordenes, pero quiero que sepa que vine aquí por usted y que siempre la cuidaré pase lo que pase. Quiero ver esa sonrisa, que ahora en su cara luce, siempre, y haré lo que en mi mano esté para conseguirlo.-- le prometió decidido.

-- Len... Eres mi hermano no puedo...

-- Princesa por favor, me han advertido de mi comportamiento con usted, no podrá haber otro trato entre nosotros, pero eso no ha de importarle, procuraré estar cerca de ti... de usted-- se corrigió enseguida-- No volveré a dejarla sola de nuevo.

Las lágrimas de la chica desbordaron con más vida que antes, pero esta vez no eran lágrimas de tristeza sino de alegría. No le gustaba el hecho de tenerlo y tratarlo como un sirviente, pero si esa era la única forma de tenerlo cerca otra vez, ya le valía. No se quejaria, por una vez dejaría de lado su tonta actitud caprichosa y no se quejaría.
***

-- Aquí tiene majestad.

Len dejó la comida en la enorme mesa real delante de la princesa y levantó la tapa para dejar a la vista un apetitoso filete de carne con patatas.

-- Gracias.

Desde que Len había vuelto a su vida, de aquella forma, ella se había vuelto un poco más educada y considerada en algunas cosas y con algunas personas, pero sobretodo con el propio Len. Aunque una simple sombra de su preciada y destruida infancia no podría limpiar la sucia alma, creada por el dolor y la soledad, que en ella habitaba. Al menos no tan rápido.

El joven Len hizo una reverencia y se retiró de la sala.

-- Len espera un momento.

El chico se giró para ver a Marza con cara interrogante.

-- Tienes una nueva tarea, quiero que lleves estos papeles al país vecino, no está lejos. Llévalo al palacio y entregaselo al rey Tree de parte mía.

Él asintió y agarró los papeles que ella le ofrecía, pero no se le pasó por alto ese brillo en su mirada, con el que lo veia, como si ocultara algo.


The Servant Of EvilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora