EPÍLOGO

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7 aňos después.

Los llantos del bebé provocaron la enorme sonrisa de Rin.

-- Es un niňo.

-- Dámelo por favor.

La matrona le entregó al pequeño que no paraba de llorar dejándolo en brazos de su madre.

Ella lo meció con mimo hasta que se calmó.

Al verlo, con esos cabellos rubios como los suyos y los ojos castaños de su padre, sintió una gran felicidad. Sin embargo ubo algo en la mirada del pequeño que le resultó familiar.

Ese brillo característico en los ojos que sólo podía pertenecer a una persona.

El sueňo del joven se había cumplido, podría estar con ella y esta vez sin separación, como siempre había deseado.

-- Es tan lindo como tú mi princesa.

La mujer de cabellos rubios y ahora largos se sonrojó ante el comentario de su marido.

El hombre la llamaba así por cariňo, él no sabia nada de su pasado, nada de que había sido una reina dictadora a la que habían intentado matar. Y nunca lo sabría porque ella no se lo diria. No podía arriesgarse. A pesar de haberse ido de su reino a otro muy lejano y haberse convertido en una simple pueblerina, seguía sintiendose insegura.

Pero ahora tenia una familia. Un marido encantador y un hijo precioso al que sabia que cuidaría y querría cómo a nadie.
No podía pedir más.

A veces sentía que ni siquiera se merecía tanta felicidad después de todo lo ocurrido, pero también sabía que eso era lo que Len quería. Lo que él siempre había querido y por lo que había decidido irse al otro lado.

Para que ella sonriera feliz el resto de su vida.

El pequeño recién nacido mostró una sonrisa e hizo un gorgoteo a lo que la madre sonrió más ampliamente.

-- ¿Como lo llamaremos?

La pregunta de su marido la cogió desprevenida, sin embargo ella sólo podía pensar un nombre para su niňo.

-- Len.

FIN

The Servant Of EvilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora