CAPÍTULO 11

238 19 3
                                    

El joven sirviente fue a la cocina y se dirigió al cocinero.

-- Disculpa ¿puedo usar su cocina para hacer un bizcocho?

-- Por supuesto muchacho, ¿pero tu sabes cocinar?

-- Por supuesto que se, sino no le habría pedido permiso para usar la cocina.

-- Puedes hablarme de tu a tu que aun no soy tan viejo.

Ambos rieron ante el comentario del hombre. No era la primera vez que intercambiaban palabras. Al hombre le agradaba el muchacho. Era simpático alegre y muy entusiasta en la cocina.

Siempre que venía a pedirle permiso él le gastaba la broma de preguntarle si sabia cocinar y el chico respondía con lo mismo todas las veces. Era como su saludo verbal.

-- ¿Y para quien es el bizcocho?

-- Para la Reina. Quiero hacerle algo delicioso que le alegre el día.

Ya había pasado un mes desde la muerte de Miku, sin embargo, a pesar de que la joven reina se sentía más animada, no se mostraba tan feliz como al chico le habría gustado. Por eso quería hacerle un bizcocho, sabia de sobra que a su hermana le encantaban los dulces.

Buscó un delantal y se lo puso.

-- Yo me voy a descansar un poco, no me rompas la cocina.-- dijo lo último de broma.

-- Descuida.

El hombre salió de la cocina dejando al chico solo. Él se puso manos a la obra. Puso todo su esfuerzo y cariňo en ese postre mientras lo hacía.

***

En la hora de la merienda la joven Reina se encontraba en el jardín con una preciosa mesa blanca delante suya esperando que le trajeran precisamente su merienda.

Vió a su hermano con un plato que contenía un enorme bizcocho de muy buena pinta.

-- La merienda de hoy es un bizcocho hecho con mucho amor su majestad.

Dejó el postre encima de la mesa y le cortó un trozo para dejarlo en su platito.

-- Siéntate a comer conmigo Len.

-- Sabe que no puedo, es algo indebido.

-- Ahora soy la reina, puedo decidir lo que quiera.

-- Majestad...

-- Por favor Len siéntate a comer conmigo, nadie nos mira.

El chico suspiró y aceptó sentándose en frente suya y cortándose un trozo del bizcocho que él mismo había hecho exclusivamente para ella.

-- Mmmm... está buenísimo-- la Reina degustó el bizcocho con delicia.

La gran y verdadera sonrisa que mostró de pronto llenó de vida al chico. Al verla así de feliz como antaño, notó que su vida había vuelto a brillar de nuevo.

Al fin había conseguido su propósito; que esa vella sonrisa volviera.




The Servant Of EvilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora