The Servant Of Evil

CAPÍTULO 10

Minutos antes del asesinato:

La joven Reina, que ya había dejado de llorar, no paraba de pensar en su conversación con Len. Quería dormir, pero no era capaz, solo pensaba en esa horrible conversación.

Había tenido un arrebato y le había ordenado que matara a la joven princesa Miku.

En realidad ella no quería daňarla, solo había sentido celos y había dicho lo primero que se le vino a la cabeza y tubo la desgracia de que él estuviera presente para oírla.

Aun recordaba sus palabras:

"Majestad no lloréis más, cumpliré su mandato y así podréis descansar."

Intentaba pensar que él tampoco hablaba enserio. Len no sería capaz de hacer algo así ¿verdad?

Notaba una agonía crecer en su pecho, tenia un mal presentimiento.

De pronto sintió cómo una punzada aun más grande en el pecho. Y lo supo. Pero no quiso creérselo.

Se levantó con gran ímpetu de la cama y fue corriendo hasta el cuarto de Len, abrió sin llamar siquiera para encontrarse la habitación vacía y la cama completamente hecha, es decir, que nisiquiera se había acostado.

No, él no lo haría. Pensaba con desespero mientras corría a la cocina.

Allí se encontró a un empleado ayudante del cocinero y no se cortó un pelo en preguntarle directamente si faltaba algún cuchillo o objeto afilado.

-- Pues precisamente hace aproximadamente una hora desapareció un cuchillo de la cocina.

-- No, ¡No! -- Exclamó.

Salió corriendo volvió arriba a por un abrigo y cuando bajaba las escaleras con gran prisa la puerta de la entrada real se abrió dejando ver la figura del chico de cabellos rubios sujetos en una coleta y ojos azules que sostenia un cuchillo manchado de rojo.

¡No! ¡No puede ser!

Calló de rodillas derrumbándose por completo.

-- Lo has hecho -- musitó-- La has matado.

-- Como usted me ordenó, así podrá ser feliz de nuev...

-- ¡Idiota!-- ya no se pudo contener más -- ¡Solo fue un arrebato, no pensaba lo que decía! ¡Yo no quería que la mataras, solo estaba deprimida!

Calló en un llanto desconsolado.

-- Soy un monstruo, nunca deví pedirte algo así.-- Comprendió entonces.

La culpa no era de él, era suya. Ella había sido la que había dado la orden, no quería hacerlo enrealidad pero recapacitó demasiado tarde. Era su culpa, solo suya. Había provocado la muerte de una inocente.

Era un monstruo sin corazón, se merecía ir a la gillotina, eso pensaba ella.