CAPÍTULO 14

317 22 6
                                    

Las vistas que aportaba el balcón eran asombrosas, con razón a su hermana le gustaba tanto estar allí.

Si no fuera por todos los pueblerinos con antorchas que se encontraban debajo gritando, seria perfecto.

Hacia unos minutos había oído el sonido de la puerta principal al abrirse y las pisadas apresuradas al subir las escaleras. Ellos ya estaban allí. No tardarían en ir a la sala y encontrarlo.

Y como predijo en ese mismo instante escuchó cómo la puerta se abrió dando un gran portazo.

No se giró, se quedó allí quieto donde estaba sin dejar de ver el paisaje.

Escuchó sus pasos hacercase hasta pararse justo a su espalda y notó el filo de una espada en su espalda.

-- Tus preciados días de gloría han acabado "Majestad".

Captó la burla de la última palabra.

-- Deveria darte vergüenza tratar así a tu superior.

El joven giró su cabeza para ver a la mujer de cortos cabellos pelirrojos que había visto el día anterior en el pueblo.

-- Tu ya no eres mi superior. Gírate y camina delante mía.-- le ordenó.

El chico obedeció. Vió a Kaito al lado de la mujer, él también lo miraba con odio. Si supiera quien era en realidad la persona que estaba bajo ese vestido no sería tan cruel.

Lo llevaron hasta el calabozo y allí lo dejaron.

Contempló los muros de piedra mientras pensaba para sus adentros cómo si su querida hermana pudiera oírlo:

Aunque las personas te quieran daňar, aunque todo el mundo la espalda te de, yo seré tu siervo y te voy a cuidar. Quedate tranquila no llores jamás.

Pase lo que pase siempre a tu lado caminaré.

***

El chico caminaba con paso lento a la que sería su muerte. Sin embargo él no tenía miedo, sabia por qué lo hacía y se sentía feliz de que por una vez algo le saliera bien, de que por una vez podría ayudar a su hermana.

La había salvado, y no sólo de la muerte sino de si misma. Había conseguido que su buen espíritu reluciera y su ruín persona muriera y aunque nadie más se dio cuenta él sabía que a partir de ahora ese buen espíritu seria el que ella mostraría siempre.

Había cumplido su promesa, había hecho que la antigua Rin regresara y con eso él ya se sentía satisfecho y feliz.

Lo obligaron a incarse de rodillas y a apollar su cuello en el tablón de madera.

El filo de la guillotina no tardaría en bajar, solo con que dieran la seňal bastaría.

Y entonces la vio. Entre la multitud se encontraba una figura encapuchada de cabellos rubios. Rin había ido a verle.

Ella sabía lo que él quería y con gran esfuerzo mostró su mejor sonrisa.

-- ¡Bajenlo!

¡CLAS!

El filo de la gillotina bajó con gran estrépito hasta encontrarse con el cuello del muchacho, pero justo antes de su muerte aun le dió tiempo a formular un deseo:

Si la muerte me permite volver a renacer quiero estar muy cerca de ti como siempre devió ser.
***

Las sonrisa de la joven se desvaneció en el mismo instante después de la caída del filo y las lágrimas rodaron como enormes gotas de agua.

Mientras tanto en otra esquina entre la multitud se encontraba otra sombra que nadie había visto.

El espíritu de un ángel de cabellos verdes, que escuchó el último deseo del joven y decidió cumplirlo cómo premio por su buen y devoto corazón.

The Servant Of EvilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora