Jet Black Heart « l.h.»

17 - Noche coche.

Por la noche me desperté por un ruido extraño y persistente. Estuvo sonando cerca de media hora y pensé en levantarme y salir del coche a ver que era, pero al incorporarme de mi incómoda "cama" (estaba echada junto a Luke, muy encogida, en los asientos traseros del coche) y no ver el exterior del coche si no una infinita masa de oscuridad, preferí volver a echarme y hacer que no oía nada. El sonido seguía pero había visto suficientes películas de miedo como para saber qué venía después de que la chica salía indefensa del coche a ver que había fuera. El problema vino cuando después de unos quince minutos más, sobre las tres de la mañana según el reloj de mi móvil, el sonido del exterior se acercó y empecé a sentir finos arañazos en la puerta del coche. Ya me empecé a asustar en serio.

-Luke. - Dije en un susurro casi inaudible. Él no se despertó así que tragué saliva deshaciendo el nudo de mi estómago y balanceé un poco el cuerpo de Luke. - Mierda. Despierta.

Luke gruñó y se giró para quedar mirando en mi dirección. Sus ojos estaban cansados, él estaba miedo adormilado.

-¿Qué? - Gruñó con una voz ronca.

-He oído algo fuera.

-Seguro que es algún conejito, Dani. Vuelve a dormir... -Murmuró.

-Ha arañado la puerta.

-Los conejos tienen uñas. - Yo bufé. Tenía razón, seguramente sería un conejo o algo por el estilo. Intenté escuchar pero ya no oía ningún ruido fuera. - Tranquila, Dani. Te prometo que no es nada. - Sentenció Luke y pasó un brazo por encima de mi, abrazándome.

A los pocos minutos conseguí volver a dormirme. No abrí los ojos de nuevo hasta que no fueron cerca de las once de la mañana y el sol entraba a raudales por las ventanillas del coche. Luke estaba desperezándose en el exterior, estirando sus brazos y respirando profundamente. Salí junto a él noté un fuerte dolor por toda mi columna vertebral. Los riñones me estaban gritando y el cuello también. Definitivamente dormir en un coche no era bueno para el cuerpo.

-¡Hey! - Sonrió Luke. - ¡Buenos días!

-Me duele todo. - Refunfuñé con el ceño fruncido mientras intentaba pasar mi dolor de cuello masajeándolo.

-No protestes, por lo menos no dormimos en el suelo. - Luke se encogió de hombros. Rebuscó en su bolsillo hasta dar con su móvil y bufó. - No me jodas, no tengo batería.

-¿Qué? - Me acerqué al interior del coche y busqué mi móvil, estaba tirado por los asientos. Lo cogí y suspiré aliviada. - Yo tengo un quince por ciento, llama a la grúa y explícales rápidamente donde estamos.

Luke cogió el móvil y se alejó mientras marcaba el número. Yo me acerqué a explorar el maletero, a ver si había algo de comer de ayer. Solo quedaban dos paquetes de galletitas de chocolate negro, así que cogí uno y comí una galleta. Me moría de hambre.

-Bueno... - Luke vino hacia mi y le tendí una galleta, que él aceptó. - Vendrán dentro de una hora, más o menos. Hay que dar gracias de que trabajan un domingo...

-¿Y por qué no vinieron ayer? Era sábado. ¿No es más común que trabajen el sábado y no el domingo? Imagínate que tuviéramos una emergencia. ¡Qué digo! Esto era una emergencia. Por culpa de un gruero vago me duele todo el cuerpo. - Bramé.

-Gruero no existe. - Se rió Luke.

-¿Y cómo se llama a los que trabajan con las grúas?

-No sé, pero seguro que grueros no. ¿Tú oíste alguna vez decir a alguien 'hey, mi padre es gruero'?

-No, pero tampoco escuché a decir a nadie 'hey, mi padre es astronauta', y aún así existen.

Luke hizo una mueca y no dijo nada más. Seguramente yo no tenía razón, a mi tampoco me sonaba esa palabra, pero él no querría discutir más. Esperamos a que viniera la grúa y cuando milagrosamente apareció casi pego un salto. Aún así tardamos mucho en conseguir salir a la autopista desde ese pequeño camino, pero sobre la una y media ya habíamos llegado a casa. Luke se despidió de mi con un simple abrazo y lo agradecí (no me había lavado los dientes desde ayer, francamente no quería besarlo en ese instante, puede que en unos veinte minutos cuando ya estuvieramos aseados y vestidos con ropa nueva...)